martes, 28 de febrero de 2017

Microrrelato 77 Curación de la carraspera


Curación de la carraspera

Antonio García Velasco



El matón, cofrade del Monipodio Luna, padecía una carraspera insoportable que avivaba sus malas pulgas. Tratando estaba de aliviar sus asperezas gargantiles cuando cruzó por su lado un viajero inglés. Se le revolvieron las más íntimas tripas al cofrade, como si el extranjero fuese el culpable de su malestar. Sin mediar palabras, guiñó el ojo a sus compinches, se fue hacia él, le tiró del brazo para que se volviese y le encajó un puñetazo en el estómago: "Guiri asqueroso, largo a tu país", gritó. El agredido se levantó con calma, se fue hacia el matón, le puso la mano en la boca a modo de mordaza y le clavó un cuchillo en el estómago. Al valentón se le curaron para siempre la carraspera y sus causas.

lunes, 27 de febrero de 2017

Microrrelato 76 Trutro mapuche


Trutro mapuche

Antonio García Velasco



Pusieron de comer lo que ellos llamaban trutro y, los invitados, simplemente, muslos de pollo guisado. La anfitriona hizo un prorrateo adecuado y, a cada uno, tocaron dos tajadas que abrigó con abundante salsa o caldo del guiso. A duras penas pudo comerse el plato, pues nada le gustaba. Pero no iba a hacerles el feo a aquella familia mapuche que puso su mejor voluntad al acogerlos, pese a su pobreza, con obsequiosa hospitalidad. Aquella tarde y toda la noche, ya en el hotel, se la pasó vomitando. Su mujer le dijo: "Sufre, sufre tu exquisita educación, sufre".

domingo, 26 de febrero de 2017

Microrrelato 75 Argeninita, argentinita, argentita


Argeninita, argentinita, argentita

Antonio García Velasco



Topó con la palabra argeninita y, como en tantas ocasiones, recurrió a la pantalla del móvil para pulsar el buscador. Éste se empeñó en darle información sobre Argentina o sobre Encarnación López Júlvez, conocida artísticamente como La Argentinita, bailarina y coreógrafa argentina que vino a España con unos seis años (en 1901) y triunfó en el mundo de la danza, incluso como bailaora flamenca: fundo con García Lorca una compañía de baile andaluz. Fue amante de Ignacio Sánchez Mejías... Murió en Nueva York en 1945. En su terquedad por encontrar el significado del término, se embarró en un campo de lodo digital con más de trece millones de entradas en 0,60 segundos, pero no se aclaró con el significado de argeninita. Daba por concluida su búsqueda, cuando vio a Víctor Benítez, don Víctor, el que fuera su profesor de Ciencias Naturales. Por favor, don Víctor, usted me podría aclarar el significado de argeninita… Don Vítor puso cara de sorprendido. "Perdone, fui alumno suyo en el Instituto. Hace tanto tiempo... Es imposible que me reconozca". "¿Te llamas?" "Alcalá Moreno, Gabriel". "Está bien, Gabriel, pero querrás decir argentita, que es el nombre que recibe el mineral de sulfuro de plata". "Gracias, don Víctor".

sábado, 25 de febrero de 2017

Microrrelato 74 La increíble historia de un pitoflero


La increíble historia de un pitoflero

Antonio García Velasco



Era un pitoflero pitoflero, es decir, era un músico poco hábil y entendido, a la vez que persona charlatana y chismosa. Un día la guardia real lo encontró chismorreando del sultán y lo llevaron a su presencia. "Te cortaré la lengua con mi cimitarra", anunció el príncipe. "Majestad, tenga la misericordia de dejarme hablar en mi defensa. Se lo suplico". Le dio permiso el monarca. "Mi defensa será una coplilla que acompañaré con mi laúd". Comenzó a tocar y a cantar: "Nuestro Dios es tan grande / y misericordioso / que al blasfemo perdona / y recomienda calma. // No ofenden las palabras / al que seguro actúa. / Pero ofensas generan / al débil y al cobarde / inseguro de sí, / acomplejado bobo. / ¿Qué daño puede hacerle / una blasfemia a un dios? / Le vendrán con el cuento / los ángeles malvados. / Pero Dios es tan grande / y misericordioso / que al blasfemo perdona / y recomienda calma. / / ¿Qué daño puede hacerle / una blasfemia a un dios? / Nuestro Dios es tan grande / y misericordioso / que al blasfemo perdona / y recomienda calma". Aunque lo consideraban un pitoflero, la melodía era tan pegadiza que el sultán terminó cantando con él y lo nombró músico cortesano. Dejó de ser chismoso y protestón.


viernes, 24 de febrero de 2017

Microrrelato 73 Tartrato ácido de potasa


Tartrato ácido de potasa

Antonio García Velasco



"Tenga en cuenta, vuecencia, que el malestar social es mucho y ha sido una simple sedición, un pequeño alzamiento contra la autoridad y el orden público. Nada más. Sin llegar, ni por aproximación, a la gravedad de una rebelión", dijo el defensor en el juicio que se celebraba después de que la zarpa de la justicia consiguiera encarrilar a la multitud. Los incidentes más graves quedaron en el incendio de un camión de heno y en los descalabros propinados a varios agentes del orden. También entre los sediciosos, como alegara la defensa ante los jueces, sufrieron bajas por heridas diversas, consecuencia de los golpes de la policía. "Uno de los detenidos trató de ocultar un recipiente con crémor". "¿Crémor?" "Sí, bueno, tartrato ácido de potasa. ¿Por qué quería ocultarlo?" "Porque, ante su inminente detención, temía que creyeran que llevaba una sustancia venenosa o explosiva". “¿Y no es así?" "No, por Dios, el crémor se usa en repostería y en ciertas recetas de cocina. No es nada peligroso. Piense, vuecencia, que el detenido es un afamado pastelero. Y es que, el malestar social agria incluso los dulces de las confiterías".

jueves, 23 de febrero de 2017

Microrrelato 72 Salmonete vikingo


Salmonete vikingo

Antonio García Velasco




Comenzó exhibiendo al sol sus hermosos muslos nórdicos. Posteriormente se desprendió de la blusa que cubría su tronco. Sus níveos pechos quedaron al descubierto. Se tumbó sobre la toalla en la arena del Sur. No quiso que le aplicase crema protectora, pero, lo invitó cariñosamente a tumbarse a su lado. Después de unas horas en las que alternaron quietud, arrumacos, baño, ingesta de frutas y patatas chips, jueguecitos eróticamente intencionados…, ella tomó el color de un salmonete. Lo que prometía ser una jornada de amor vikingo se convirtió en una larga espera en la sala de urgencias del hospital comarcal.

martes, 21 de febrero de 2017

Microrrelato 71 Los anaglifos del 27


Los anaglifos del 27

Antonio García Velasco



Dijo el profe heterodoxo en su conferencia magistral: "... aquellos señoritingos poetas, las tardes ociosas, tomando café, copa y posiblemente puro, se entretenían creando anaglifos y lanzándoselos a los demás como dardos de talento. Ya sabéis que el anaglifo es una pequeña estrofa, inventada por ellos, de cuatro versos: los dos primeros, iguales formados por un determinativo y un sustantivo; el tercero ha de ser obligatoriamente "la gallina" y el cuarto estará formado por "y" más un sintagma nominal o frase que contraste con los versos iniciales. Un ejemplo que nos aclare: La maniática, / la maniática, / la gallina / y algún patrañero. Sin duda alguna, se trataba de un juego intrascendente, propio de quienes carecen de problemas económicos, viven a costa de padres ricachones y sienten pasión por la palabra. La mayoría de ellos, después, se subió al carro de la lucha social y la poesía comprometida... " En aquel punto le interrumpió un bocazas: "Ese coligado, / ese coligado, / la gallina/ y los fusionistas del idealismo solidario". Quedó la concurrencia sorprendida y una nueva voz se sobrepuso a la mareta: Algún termómetro, / algún termómetro, / la gallina / y ese gaznápiro conferenciante. A tales voces, siguió otro con su anaglifo y otro y otro... El acto terminó como una clase de escritura creativa: cada cual exponiendo y celebrando su genialidad.


Microrrelato 70 Piernas varicosas


Piernas varicosas

Antonio García Velasco



Cuando supieron de sus piernas varicosas, con dilataciones venosas abultadas y purulentas, pensaron, en su ignorancia, que se trataba de una enfermedad infecciosa y decidieron lapidarla. "¿Acaso se trata de una mujer pecadora?", preguntó un tal Judas que andaba por allí. "Es una apestada leprosa. Sólo hay que verle las piernas". "¿Vosotros le habéis visto las piernas a esta infeliz?" "Nuestras esposas le han visto las piernas". Entonces Judas se acercó a la mujer y, con autoritaria voz, le rogó que se levantara la falda. Al ver sus muslos, exclamó: "¡Quién esté libre de varices, que arroje la primera piedra!" Uno a uno, mujeres y varones, ya que todos pasaban de cierta edad, abandonaron su guijarro y el lugar. "Mujer, nadie te hará daño. Vete, toma frutos e infusiones del árbol Ginkgo biloba y aplícate cataplasmas con sus hojas". "Gracias", dijo ella y se marchó con la intención de encontrar la planta que el desconocido salvador le había recomendado.


lunes, 20 de febrero de 2017

Microrrelato 69 La tertulia televisiva


La tertulia televisiva

Antonio García Velasco



Dijo el primer contertulio, según contamos desde la izquierda: "Povea rravebre tatropo". Y respondió el cuarto; "Potofis chabun rrarramo". Y, el tercero levantó la voz para increpar: "¡Motroa potaso nafisso!" Y apuntó el segundo con parsimonia: "Losove podona lomolo". Por primera vez, eran breves y concisos en sus intervenciones, pero, aun así, el telespectador se sintió molesto con la palabrería y pulsó el botón del mando a distancia para apagar la televisión. Pero la pantalla seguía empeñada en presentar "Nuestra supersónica exclusiva". De nuevo pulsó el botón de apagado y, otra vez, bombardeó el anuncio. Le fue imposible desconectar y siguió escuchando sandeces: aleves coléricos, devaluar una coprófaga, distraídas para los interesados, supersónicos divinos, lepidóptera por estos hidrófobos… No podía más y, en vez de tirarse por la ventana, se marchó al parque a contemplar las flores y leer un libro de microrrelatos.

domingo, 19 de febrero de 2017

Microrrelato 68 Embragar


Embragar

Antonio García Velasco



Lo mismo que enfundar es poner su funda a una cosa, pensaba que embragar era ponerle las bragas a una mujer después de haber gozado con ella los dulces placeres del amor. Deseaba embragar. Y cuando se lo comentó a su hermano, éste se echó a reír tan fuerte que casi le da un síncope. "Hombre de Dios, le dijo, cuando vas en coche tienes que embragar y desembragar para cambiar las marchas". Después se lo comentó a su hermana quien no llegó a reírse, pero le aclaró: "Es hacer que un eje participe del movimiento de otro acoplándose a él. Precisamente, lo que ocurre en el coche cuando pisamos el embrague". Y dijo en su decepción: "Entonces, tú, ¿no te pones bragas de vez en cuando?"

sábado, 18 de febrero de 2017

Microrrelato 67 Sesión psiquiátrica


Sesión psiquiátrica

Antonio García Velasco



Si hez se llama a lo más vil y despreciable, Emilio, en sus momentos de lucidez, se consideraba la hez de la hez, el poso de las heces, la vileza de los más despreciables y viles. Pero, ¿por qué?, le preguntó el psiquiatra. Respondió el paciente: "Porque lo único que me divierte es conturbar, inquietar, alterar, intranquilizar a los demás". Mientras lo decía y el experto anotaba en su cuaderno, sacó una rata de su bolsillo y la dejó suelta por la consulta. "¡Ah!", gritó el facultativo al verle los morros al roedor. "¿Qué le ocurre, don Segismundo?", preguntó incorporándose de la tumbona. "Una rata en mi despacho, una rata asquerosa, por allí", señalaba el rincón por donde el animal había huido. El paciente aguantaba a duras penas la risa, hasta que el experto le abrió la puerta gritando: "Largo, ahora mismo, largo de aquí, no quiero volver a verlo". Emilio abandonó el lugar desternillándose de la risa.

jueves, 16 de febrero de 2017

Microrrelato 66 El acordeón de la popularidad


El acordeón de la popularidad

Antonio García Velasco



Había una vez un {rey, presidente, dictador, caudillo} que no era muy popular ni muy querido por los habitantes del País. El músico que ya conocemos llegó a la capital dispuesto a interpretar sus melodías con un acordeón inventado por él. Como su música era encantadora, las gentes acudían, como siempre, en tropel, para escucharla. El {rey, presidente, dictador, caudillo}, al darse cuenta de la popularidad del acordeonista, decidió llamarlo a su palacio. Su intención era comprarle el acordeón, aprender a tocarlo y, de ese modo, ganarse la popularidad perdida. Mandó, pues, al capitán de la guardia personal a que buscase al músico. Lo encontró en una plaza rodeado de una gran muchedumbre que, como siempre, escuchaba boquiabierta y entusiasmada. El capitán y sus soldados interrumpieron el concierto y se llevaron al músico a la fuerza. El {rey, presidente, dictador, caudillo} consiguió el acordeón, pero el acordeonista no le enseñó a tocarlo. La impopularidad del {rey, presidente, dictador, caudillo} fue todavía más grande.


miércoles, 15 de febrero de 2017

Microrrelato 65 El chueta


El chueta

Antonio García Velasco



Lo reconoció: "Sí, cierto, soy un chueta", dijo mientras realizaba un cuarteo para evitar el golpe de la espada. Se supo por ello que era de las islas Baleares, donde se llama "chueta" al descendiente de judíos conversos. Tras esquivar el primer envite, le llegó la punta de la espada al cuello. Se detuvo ante la amenaza. "Te obligaré a herbajar como un vil cabrito", dijo el atacante. Pero Jacobo sólo decía: "Sí, lo reconozco, soy un chueta". "No me vengas con chulerías, chuleta", respondió el del arma. "Soy chueta, no chuleta". "No me trepides y ya me estás resarciendo del robo". "Juro por Dios que no he robado nada". "O resarces o no lo cuentas", dijo apretando la espada hasta hacerle sangre cerca de la nuez de Adán. Por fortuna para Jacobo, en aquel momento, llegó Miguel, viejo soldado, que, pese a su edad, con el libraco recién salido de la imprenta, golpeó al atacante, que optó por la huida. Atendió al herido como a un hermano. El volumen quedó abierto en el suelo: “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…

Microrrelato 64 Ajustes de cuentas


Ajustes de cuentas

Antonio García Velasco



Llegó a su casa sangrando a causa de la puñalada trapera que le habían dado en el pecho. Por fortuna para él, la hoja no había rozado ningún órgano vital. "Vamos a urgencias", dijo la mujer. "Tendré que dar muchas explicaciones", se resistió él. "Pero no puedes seguir perdiendo sangre". "Eso lo remedio yo con nevadilla", anunció su madre. Aquella misma mañana había recogido un buen ramo de la planta, en la rambla "El Pino", por la playa de poniente. Hizo un emplasto y lo aplicó sobre la herida. El poder astringente de la nevadilla hizo el milagro de la cicatrización en pocos días. Pero no curó los deseos de venganza del herido que, en la primera ocasión, roció con aldehídos los ojos del sicario, el cual, asimilada su ceguera, consiguió un puesto de vendedor de la ONCE. Ahora vende cupones en la puerta de un supermercado. Un día la mujer de los emplastos de nevadilla le compró un boleto que resultó premiado con un sueldazo de cinco mil euros al mes durante veinte años.


martes, 14 de febrero de 2017

Microrrrelato 63 La patrañera piógena


La patrañera piógena

Antonio García Velasco



Temibles son las malas lenguas. Lo sabía bien Ernestina Valverde, que, desde que la patrañera piógena comenzó a parlotear sobre la noticia fabuladora de sus relaciones adúlteras con cierto religioso, su marido la dejó plantada, sus acreedores comenzaron a exigirle pagos inmediatos, su familia le dio la espalda, sus vecinos murmuraban y la rehuían al verla y su director espiritual no dejaba de visitarla a diario para recriminarle su pecado e instarla al arrepentimiento. Ernestina no dejaba de sufrir y se bañaba en lágrimas cada vez que se quedaba sola. Un día, el que era director espiritual colgó los hábitos y dedicó su vida al consuelo de la mujer.

lunes, 13 de febrero de 2017

Microrrelato 62 Zapatos de moda


Zapatos de moda

Antonio García Velasco



Aquella mañana, cuando fue a ponerse los zapatos, encontró que le quedaban pequeños. "Raro, ayer los tuve puestos todo el día", se dijo. Pensó que tendría los pies hinchados, pero, al mirárselos, palpárselos, llevarlos ante el espejo, los encontró normales. Con el gesto de la extrañeza, buscó otro par en el montón de cajas apiladas encima del armario. Tampoco le entraban. Y así fue buscando entre tantos pares, aquellos que podría ponerse. Imposible: de la noche a la mañana, ningún zapato de cuantos tenía le encajaba. Se calzó unas zapatillas que, aunque le ajustaban, pudieron servirle para salir a la calle y llegarse a la consulta del traumatólogo cirujano achicapiés.


domingo, 12 de febrero de 2017

61 Microrrelato Los difrangentes (y III)

Los difrangentes (y III)
Antonio García Velasco

Preservativos difrangentes, para que tus luces de amor se refracten en la intimidad de tu pareja. Ninguno como los difrangentes en la relación amorosa. El fabricante y sus agentes publicitarios lo creían a pies juntillas, es decir, firmemente, con terquedad, a cierra ojos. Tanto era así que el dueño de la fábrica se lo tenía advertido a sus hijos -tres varones y dos mujeres-: "Sólo con los difrangentes. Evitaréis incidentes y disfrutaréis de modo conveniente". Los hijos habían asimilado el slogan hasta el punto de que nunca sin los difrangentes, fuese cual fuese la situación o el momento. Si, en caso de no tenerlos, tenían que renunciar a la relación, resignadamente lo aceptaban, sin protesta, ni frustración. Ya llegaría la ocasión de desquitarse. Alguno siempre llevaba una cajita en el bolso o bolsillo pues "más vale prevenir que posponer satisfacciones".

sábado, 11 de febrero de 2017

60 Los difrangentes II


Los difrangentes II

Antonio García Velasco



El muy idiota ni siquiera me preguntó lo que son "preservativos difrangentes". No quería que lo tomase por ignorante, ¡el muy imbécil! Y tuve que aguantarme las ganas de acostarme con él. Cuando por segunda vez se lo dije, se marchó mohíno y no ha vuelto a llamarme, ponerme un mensaje o venir a mi encuentro. Seguro que llegó a su casa y buscó rápidamente en Internet el significado del término. Pobre. Nada le aclararía la definición. Ni siquiera pensó que podría estar empleando una metáfora, ni mucho menos que "Condones Difrangentes" es la marca de los que fabrica mi padre y están a la venta en farmacias, parafarmacias, grandes superficies, sex-shop y máquinas expendedoras en los servicios de los bares o en las fachadas de discotecas.

jueves, 9 de febrero de 2017

59 Los difrangentes


Los difrangentes

Antonio García Velasco



Quedó desconcertado cuando ella le dijo que sólo lo harían con preservativos difrangentes. No quiso parecer ignorante y dejó que pasara el vapor de su libido arremolinada en salva sea la parte. En cuanto llegó a casa tecleó en el buscador: "Difragente". La primera información encontrada hacía referencia a que no es posible encontrar "difragente" en el diccionario de sinónimos. Ni de antónimos. Que posiblemente se trataba de un error ortográfico y se quiso decir diferente, dirigente, diapente, fragante, indiferente, agente, diente, frente, difidente, difluente, diligente, dirimente, divalente o indigente. A ningún preservativo le cuadraba ninguno de aquellos adjetivos. Le volvió a preguntar. Y ella respondió: "Sólo con los difrangentes". Al escribirlo correctamente, el diccionario le aclaró ahora que difrangente significa que produce difracción. Pero, ¿qué tenía que ver "la división de la luz al pasar por el borde de un cuerpo opaco" con su propuesta erótica? "Esta mujer es demasiado complicada", se dijo y no volvió a buscarla nunca más.

58 La transformación


La transformación

Antonio García Velasco



Cuando se disponía a sumergirse en el mar para bucear, se percató de un fenómeno electroquímico desconocido para ella. Se quitó las gafas de buceo y se dedicó a observarlo. Como el caballero que llevara la lanza en ristre, empuñó la caña de pescar y comenzó a remover las aguas de la orilla. Por aquella zona, el mar parecía en ebullición, como si sus sales estuviesen en transformación química. Un pez extraño como afectado de hibridismo entre lubina y calamar producía destellos eléctricos. Se le quitaron todos los deseos de bucear y corrió impresionada: "¡Condotiero!”, gritó como enajenada al socorrista sentando observador en su puesto de vigía. "Señorita, no la comprendo", respondió. "Es lo mismo", contestó ella y, en el primer chiringuito, pidió el alivio de un zumo de fruta. El mar, a las pocas horas, se había convertido en una cloaca donde se descomponían millares de cuerpos de emigrantes ahogados.

miércoles, 8 de febrero de 2017

57 El malentendido


El malentendido

Antonio García Velasco



Ignoraba su nacionalidad y, después de estar un rato moviéndonos al compás de la música, uno frente al otro, rozándonos rítmicamente en ocasiones, cuando nos retirábamos de la pista, se lo propuse con dulces palabras e insistente mirada a sus bellos ojos. Ella contestó con amplia sonrisa: "Nedada cróne, riovopa cróadda cenega, riopasa riasaa rerrobla, ciónpa ciónpa nerosda voblare ticró". Me lo tomé como un sí. Le cogí la mano y la conduje al rincón más oscuro. Arrojé mis labios a los suyos con la seguridad de que la pasión era recíproca y con gusto y ardor los acogería. La respuesta fue la retirada de su boca y una solemne bofetada que aún retumba en mis oídos.

martes, 7 de febrero de 2017

56 Homenaje


Homenaje

Antonio García Velasco



Tal como soñara André Breton, había “un hombre a quien la ventana partió por la mitad”. No se encontraba a sí mismo en aquella incómoda postura. No halló remedio en la visita al traumatólogo que le recetó analgésicos y antinflamatorios en pastillas y pomadas. No encontró consuelo con las friegas de alcohol y romero que le daba su madre. No halló alivio con la mantita eléctrica que amorosamente le aplicaba su esposa en el corte de la cintura. Un buen día, un amigo le habló de una fisioterapeuta llamada Inma, a la que pidió cita. Las sabias y hábiles manos de aquella mujer le remediaron el mal en varias sesiones. Recuperó su estado natural y desde aquel día de su curación se habla de una ventana a la que un hombre partió por la mitad.

lunes, 6 de febrero de 2017

55 El león rampante


El león rampante

Antonio García Velasco



El león rampante de su escudo heráldico lo agarró brutalmente y lo sacudió sin piedad. Un gran esfuerzo le costó salir ileso del atentado. Cuando se atrevió a contarlo le dijeron: "Es una obcecación absurda, una alucinación tuya". "Os juro que es verdad". "Pues para que no vuelva a ocurrir, pinta el escudo con anilina". "No puedo destruir la herencia de mis antepasados". "Só-lo-la-ca-mu-flas", respondieron silabeando. "El palacio está declarado monumento de interés nacional". "Será que el león está cansado de fotos y visitas turísticas y a ti te culpabiliza", dijeron con sorna. No hubo más. Pero aquella misma tarde, el león rampante de su escudo heráldico le sacudió con toda la fuerza de su garra y murió en el acto.


domingo, 5 de febrero de 2017

54 Contaminación


Contaminación

Antonio García Velasco



La publicidad indujo a todas las familias a comprar licuadoras. Al cabo del tiempo, licuar frutas resultó tan embarazoso como poco útil, pues, se propagó la idea de que la fruta comida entera era más sana y natural. Se arrumbaron las licuadoras en cualquier lugar. Aquella estaba abandonada en el trastero de la casa. Nadie se acordaba de ella. Como se aburría, decidió licuar cualquier cosa y sentirse útil. Pero no había frutas en aquella buhardilla. Entonces comenzó a hacer líquidos de todo cuanto encontraba a su alcance. Como los líquidos se evaporan con el calor y, más tarde, al enfriarse, vuelven a su ser, comenzaron las lluvias más extrañas que los humanos habían conocido.

sábado, 4 de febrero de 2017

53 Murmuraciones y soflamas


Murmuraciones y soflamas

Antonio García Velasco



Como no paraban de hablar, de contar historias, hacer preguntas, dar respuestas, clavar dardos, lanzar soflamas, la recién llegada, exhausta, al oír su nombre, cayó desmayada. Pero no cesaron los charloteos. En ocasiones, unos interrumpían a los otros, y éstos trataban de callar a los unos. ¿Qué se quería ocultar con tanta cháchara, qué idea de la libertad de expresión se pretendía mostrar permitiendo programas como aquel? Se ofrecía entretenimiento a costa de murmuraciones que ellos presentaban como verdades absolutas y trascendentes. Cuando la del vahído recobró el conocimiento, daban una película de acción e intriga. Pero ya no estaba en su ánimo ver la televisión. Aunque una duda la corroía: ¿por qué habían hablado de ella en aquellos términos como si fuese una victimaria? Acaso tendría que poner una demanda judicial contra la cadena, pues segura estaba de no merecer el trato de las murmuraciones y soflamas, por más que hubiese ligado con un millonario joven, guapo y famoso: lo había pasado bien con él, pero no pretendía ni su dinero ni su fama. Todo había terminado y, si estaba embarazada, sólo era asunto propio y bien oculto lo tenía.


viernes, 3 de febrero de 2017

51 La Medicina


Medicina

Antonio García Velasco



Pese a todos los impedimentos y recortes en el I+D+I, continuó trabajando y trabajando hasta que descubrió la medicina que curaba todas las enfermedades conocidas y desconocidas. Pero no quiso hacer negocio con la fórmula y, por otra parte, si un laboratorio farmacéutico la comercializaba, ¿a qué precio para no arruinar todo el negocio de tantas y tantas empresas que viven de la fabricación de medicinas? No le dejaron probar el fruto de tantas y tantas horas de investigación. Pero la ocasión se presentó un buen día que ingresaron a su hija en el hospital con una extraña dolencia. Le proporcionó la medicina y la joven sanó al poco tiempo. Achacaron la curación a un milagro y no al producto elaborado por su padre. Después, el investigador se limitó a suministrar la medicina a escondidas de otros facultativos, que observaban que cada vez iban a buscarlo más pacientes y todos sanaban. Creció su fama de curandero y lo despidieron del hospital por proporcionar medicamentos no recomendados por Sanidad. Ejerció la medicina desde su casa, hasta que una mañana de mucha demanda, una bomba acabó con todo el edificio.

jueves, 2 de febrero de 2017

50 La crisis de Crisis


La crisis de Crisis

Antonio García Velasco



La Crisis le había dado tantos golpes que se sentía tremendamente destrozada. Había sido muy desvergonzada y cruel la dichosa Crisis. Se aprovechó de su debilidad y no paró de darle bofetadas y puntapiés, hasta dejarla completamente extenuada. Acaso la consideró muerta. Aun así, permaneció vigilante por si osaba responder. Cuando recobró el sentido, Adela decidió marchar al campo, en busca de una vida silvestre sin estrés. Consiguió reponerse, pero, al sentirse restablecida, aquel aislamiento, lejos de la ciudad, le pareció insoportable: "Es un rollo vivir alejada de quienes fueron mis amigos", se decía. Y volvió. Un buen día se encontró con Crisis y Adela fue quien le rompió la cara de un puñetazo.

miércoles, 1 de febrero de 2017

49 El palimpsesto


El palimpsesto

Antonio García Velasco



La escritura antigua y oculta de aquel palimpsesto que encontraron detrás de los libros de una estantería de la biblioteca era un extraño tratado de fitopatología. Les costó mucho su lectura. No emplearon tintura de agallas ni reactivos químicos, sino la moderna técnica de las variedades de luz que permiten contemplar los textos borrados sin erosionar físicamente el documento. Para ello acudieron a Marga Cantos, la paleógrafa, que los recibió en su despacho en la Facultad. Andrés no la conocía personalmente y no pudo disimular el encantamiento que le produjo. Dedicada a la paleografía, pero moderna, desenvuelta y bella como pocas. Transcribieron el pergamino, conocieron remedios inauditos para las plantas, pero, sin remedio, como si el palimpsesto fuese Cupido, tras muchas horas de desciframiento, Andrés y Marga plantaron juntos un jardín de amor.