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martes, 6 de diciembre de 2022

06 Breves VIDA Y MUERTE

 

Vida y muerte

Antonio García Velasco

 

En mi libro La poesía de Luis Cernuda. Estudio y valoración (2005), se anota que el sustantivo más usado por el poeta sevillano en sus poemas es “Vida”. Muy significativo, sin duda, porque a todos los seres humanos nos importa la vida. Y el “Amor”, la siguiente palabra, el siguiente sustantivo, en concurrencias. Escribió Cernuda una amarga verdad: “Aquel que da la vida, / la muerte da con ella. / Desasido del mundo / por tu amor, me dejaste / con m
i vida y mi muerte. // Morir parece fácil, / la vida es lo difícil”. Y más difícil aún nos la ponen ciertos elementos del mundo, personajes funestos, que nos dominan y manipulan. ¿Y cuál es su privilegio, cuál su poder, cuál su ambición? También nos dijo Luis Cernuda: “A otros la ambición / de fortuna y poder: / yo sólo quise ser / con mi luz y mi amor”. Pero, ¿podemos acaso quedarnos con nuestra luz, con nuestro amor? Posible sólo sea la vida con humanismo. Solidario. ¡Oh, quimera!

domingo, 3 de octubre de 2021

074 Microcuento LA VIDALINA

 

La vidalita

Antonio García Velasco

 

Al modo de las películas, trató de ganar su amor llevando a unos gauchos para que le cantaran una de sus vidalitas. La melancolía que expresaba la canción afectó tanto a Beatriz que cambió su estado alegre y optimista por tristeza y pesar, desgana y pesimismo.

—Nunca te querré —anunció cuando él fue a entregarle un ramo de rosas. Y rehusó el regalo.

—Beatriz, mi vida. No puedes rechazar mi amor.

—Nunca te querré.

Desde aquel día, lleva ante el balcón de Beatriz una banda con el repertorio de la alegría. Pero ella sigue sumida en la depresión.

viernes, 8 de marzo de 2019

Mis libros en Amazon-KDP


Mis libros en Amazon-KDP
Además de cuatro libros colectivos, en la colección Ensayos sobre-Clásicos del siglo XX, he publicado en Amazon, lo siguientes libros:






viernes, 1 de marzo de 2019

004 Microcuento El brebaje de la semana


El brebaje de la semana

Antonio García Velasco



Estaba en su cocina y, sobre un platillo azul, colocó el vaso de un brebaje embriagador. Sus vecinos la llamaban "Bruja", pero, en realidad, era una mujer de amplios conocimientos sobre plantas y sus propiedades medicinales, excitantes o relajantes.

No era la primera vez que preparaba una pócima como aquella para complacer a su visitante después de otras complacencias más íntimas.

-Don Lorenzo de Silva y Manzano, aquí tiene su bebida favorita -dijo sirviendo sobre la mesa el platillo con el vaso, al alcance del hombre.

-Magdalena Cervantes, te he dicho mil veces que no me hables de usted.

-Don Lorenzo, por su cargo de magistrado, me merece mucho respeto.

-Pero somos amigos, Magdalena.

-Somos amigos, cierto. Y amantes. Pero no dudaría en condenarme si me acusaran de bruja.

-Para mí sólo eres una mujer sabia. No tengo yo los prejuicios de otros sobre la supuesta superioridad del hombre. Creo en la igualdad de los sexos, pues ambos poseemos las mismas capacidades intelectuales -dio el primer trago del brebaje- ¡Excelente! Es más, Magdalena, si por mí fuera me casaba contigo: tus consejos, tus cuidados, tus afectos no tienen parangón.

-Sabe que eso es imposible. Su familia es noble, señor.

-No me llames señor -dijo él con rotundidad, dando el segundo trago a la bebida-. ¡Magnífico! Te superas cada día.

-Me halaga -respondió Magdalena, advirtiendo ya en su visitante los síntomas de la relajante embriaguez.

De hecho, la conversación quedó en aquel punto, pues, la cabeza de don Lorenzo cayó sobre su propio brazo encima de la mesa. Lo acompañó la mujer a un camastro, lo tapó con esmero y lo dejó dormir.

A la mañana siguiente, don Lorenzo de Silva y Manzano se sentía un nuevo hombre, dio las gracias a su anfitriona y marchó a sus ilustrísimos quehaceres.

Diez años más tarde, el juez De Silva y Manzano se vio obligado a firmar la condena a la hoguera de Magdalena Cervantes Hidalgo, acusada de practicar la brujería.


viernes, 15 de febrero de 2019

A vueltas con el DILEMA DE AMOR

A vueltas con el DILEMA DE AMOR

Inmaculada García Haro, autora de libros de poesía como LA SANGRE DE ERATO o LAS HIJAS DE YEMAYÁ, ha escrito sobre mi novela en la Web de ACE-ANDALUCÍA:

Un dilema de amor

La agilidad estilística de la que hace gala Antonio García Velasco en Un dilema de amor, así como el acertado manejo de los monólogos interiores, hacen que el lector no solo se identifique con los personajes sino que, desde que comienza a leer las primeras páginas, no pueda dejar de intentar resolver la trama, lo que demuestra la pericia y madurez de un escritor que maneja a la perfección los recursos estilísticos de la narrativa.
Pero no nos encontramos ante una novela de amor “al uso”, aunque cuenta con todos los ingredientes imprescindibles en su argumento, sino que, a través del dilema planteado, en este caso amoroso, el autor se convierte en un Demiurgo que plantea las permanentes dudas existenciales sobre la necesidad continua de elegir, de hacer uso del libre albedrío, ese don tan intrínsecamente humano. En palabras del autor, narrador omnisciente de la novela, “¿Por qué siempre hemos de quedarnos en estrechos límites, en los estrechos cauces en que nos encasilla la cotidiana realidad?”

Antonio García Velasco se sale de la trama lineal de la vida de Gustavo, el protagonista, para introducir una narratio paralela que altera toda la aparente cotidianidad de sus inicios, introduciendo la duda y el conflicto interior que se convierten en el núcleo de la narración. Al igual que Shakespeare, que planteó el mayor de los dilemas: ser o no ser, el autor centra la trama argumental en la angustia existencial de Gustavo con la que el lector se identifica de inmediato.
La dualidad como temática amorosa ha tenido muchos referentes. Octavio Paz, en su obra La llama doble, establece que “partiendo de la conexión íntima entre los tres dominios -el sexo, el erotismo y el amor- fluye la explosión del sentimiento amoroso” y que la dualidad de erotismo y amor constituyen la llama doble de la vida. También la novela del mítico autor francés Jean Legrand, Doble fuga de amor y muerte, coincide con Un dilema de amor en que, a pesar de su brevedad, está llena de experiencia y placer para el lector que encontrará en esta obra las dosis necesarias de sensualidad y erotismo para calificarla como una novela de género amoroso, pero que posee, sobre todo, la agilidad estilística necesaria para conectar con esa necesidad intrínseca a la condición de ser humano en la búsqueda del dilema existencial.
Paralelamente la novela contiene una gran dosis de crítica social a la doble moral que impone un molde modélico de conducta del que no nos podemos salir. Como afirma el escritor Antonio Porras, “…sin embargo, el amor aletargado en la historia, en su locura, rompe el muro y fluye por las venas del sentir hasta hacer tambalear el proyecto de una vida sometida a las exigencias del deber, razonada fríamente para escalar en la empresa. Mentiras, engaños, errores tapados burdamente, falacias de amor o venganza que abonan la vacilación del dudante enamorado. ¿Quién vencerá, el amor pasional o el deber impuesto? he ahí el dilema de amor.”
En definitiva nos encontramos ante una novela que nos atrapa desde el interior de los personajes para adentrarnos en el propio dilema de cada lector que, como no podía ser de otra manera, se rubrica muy certeramente con un final abierto a cada una de las interpretaciones, lo que culmina su proyección de modernidad y pericia estilística. 
Agradezco su comentario, como agradezco a todos los lectores de esta obra su atención, pues, por estos días esa novela sigue entre los cincuenta más vendidos en AMAZON. El precio es de oferta y, posiblemente, eso también contribuye. Gracias.


domingo, 2 de septiembre de 2018

Portada de UN DILEMA DE AMOR

Un dilema de amor, novela


Dos portadas. Parece que, definitivamente la portada de mi novela UN DILEMA DE AMOR será:



 en la que aparecen las dos opciones del dilema en forma metafórica; dos puertas. Y la contraportada:


Ahora lo venden, en oferta, a 5,91 euros la versión en papel y a 2,99 la digital. En Amazon.

viernes, 31 de agosto de 2018

Mi novela UN DILEMA DE AMOR

Ya circula por Internet, vía Amazon, mi novela UN DILEMA DE AMOR:
Dice la nota editorial:
Mucho más que UN DILEMA DE AMOR ha de resolver Gustavo, el personaje de esta historia.
¿Quién no se ha visto, o se ve, en la necesidad de optar por una u otra propuesta? ¿Quién no ha de escoger el camino de un lado u otro en una bifurcación? Por una parte, escuchas la voz de las sirenas que te ofrecen lo que, en otros momentos, ya habías conocido: libertad, amor incondicional, paraíso. Por otra, como Ulises, el puerto final de tu viaje debe ser Ítaca, donde te espera tu esposa, tu hijo, los deberes de tu trabajo. El dilema es evidente. Con el dilema, el conflicto, el sufrimiento de escoger porque quien escoge tiene que sacrificar y un sacrificio siempre es penoso. Y, ¿era lo sacrificado mejor que lo escogido? ¿Era lo escogido mejor que lo sacrificado? Andrea es la esposa de Gustavo, a la que ama, con la que tiene un hijo. Un trabajo de éxito le hace vivir confortable y satisfactoriamente. Marita fue su amante antes de conocer a Andrea, con la que vivió momentos de dicha y enamoramiento hasta que él marchó a la ciudad donde reside y trabaja en la actualidad. Un nuevo encuentro con Marita hace revivir el amor que sintieron el uno por el otro. ¿Volver? ¿Quedarse renunciando a lo que supone su vida actual, su matrimonio, su hijo, su trabajo estable y próspero? Mucho más que UN DILEMA DE AMOR ha de resolver el personaje de esta historia. Más de un dilema se nos presenta a cualquier persona a lo largo de nuestra vida. Y, siempre, hemos de escoger. Conocemos el final del viaje de Ulises, pero ¿cuál es el final de la disyuntiva que se le presenta a Gustavo?

domingo, 11 de marzo de 2018

60 El marxista enamorado


El marxista enamorado

Antonio García Velasco



Bastaban pocos minutos de conversación, para ver aflorar su marxismo rancio y fanático.

Se enamoró de Claudia y, en las llamas del amor, ella trató de hacerle comprender que el barro humano no está hecho para ánforas de un ideal comunista.

-Es necesario el látigo amenazante y la zanahoria estimuladora para que los seres humanos se muevan por su propio interés, no ya por el interés de los demás. No estamos hechos para la solidaridad y la cooperación. Lo siento, Blas.

Él permanecía en la nube del amor, en el edénico jardín de los enamorados, en la plataforma sagrada de Eros. Se dejaba convencer por lo que ella decía. La adoraba.



Un día, ya moderada su ideología radical, descubrió que ella, aunque independizada de sus padres, era hija de un poderoso industrial.

-Me has engañado, Claudia. Creí que hablabas por convencimiento y no respondiendo a los intereses capitalistas de tu familia.

-¿Por qué crees que rompí con mis padres y me gano la vida con mi trabajo?

-Siempre tendrás la tabla de salvación del capital de los tuyos.

-Aunque así fuera, ¿anula eso lo que sostengo acerca de los seres humanos? No somos nada cooperantes ni solidarios con los otros. Nos mueve sólo el egoísmo y, salvo excepciones, no buscamos nada distinto a nuestras satisfacciones personales.

-Hay personas que se sacrifican por filantropía.

-Cierto. A veces por un ideal religioso, a veces por impulsos humanitarios, sin más. Son las excepciones, no la reglas. También hay quien se mueve por la pose del figureo del buenismo. Es decir, por figurar como filántropo.

-Pesimista eres, Claudia.

-Por realista me tengo. Y no te niego que, en determinados momentos, seamos capaces de entregas generosas a los demás.

-Mientras los seres humanos asimilamos la vida en comunidad que propugna el comunismo, es necesario la imposición, la rigidez de la ley, la mano dura del Estado para que el individuo no se desmadre.

-La historia nos ha demostrado el fracaso de las sociedades basadas en el marxismo.

-Humanos somos, Claudia, y erramos con facilidad. Muchos errores cometieron los políticos durante años y, al final, el deterioro social provocó el fracaso. Pero ello no...

-Blas, no dejemos que nos pierda la palabrería. Ven a mis brazos, acude a mis besos. Regálame con tu amor.

Él aparcó sus afanes dialécticos y, respondiendo a la invitación, se entregó a los arduos reclamos de la pasión. Después acudieron a una manifestación ilegal, aunque legítima, pro reconocimiento pleno de los derechos humanos.

Procedente de los antidisturbios, Claudia recibió un balazo de goma que le destrozó la boca y dejó cara y ropas con tintura sanguinolenta. Se la llevaron en ambulancia.

Cuando sus padres conocieron la noticia acudieron al hospital y, al comprobar los daños sufridos, se ofrecieron a llevarla a casa y a pagarle la intervención del mejor cirujano estético que le devolviera el aspecto habitual. No se negó Blas a que el dinero de sus suegros remediara el entuerto, aunque puso la consiguiente denuncia de reclamación a las fuerzas policiales y al ministerio del interior.



Vendada estaba Claudia todavía cuando reanudaron, una vez más, sus pugilatos dialécticos- Blas renegaba de la represión y ella dijo_

-También los marxistas en el gobierno fueron represores. ¿Se lo preguntamos a Lenin, a Stalin?

-¿Estás justificando la carga policial?

-Toda represión es deplorable, pero las leyes pueden justificar ciertas actuaciones que nada nos gustan.

-¿Qué quieres decir, Claudia?

-Que ciertas cosas se comprenden, aunque no se justifiquen.

-Luego, ¿te aguantas con el balazo?

-No me queda otro remedio que aguantarme. Sabíamos todos a qué íbamos, cuáles eran los peligros.

-Claro, Claudia, como tienes un padre rico que pague los gastos de la cirugía estética que te han practicado...

-¿Me querrías igual con mi cara deformada o estarías viendo siempre la causa de tu odio a este sistema, que tan malo es como el que tú defiendes?

-El capitalismo es salvaje, explotador, inhumano con los más débiles.

-No menos que fueron los soviets con los propios rusos y con todos los países de su área de influencia.

-Me decepciona tu obstinación, Claudia.

-¿Te digo lo mismo yo? Oh, Blas... No podemos pasarnos la vida discutiendo sobre el mundo mejor. La especie humana tiene que encontrar todavía el norte que como tal especie le corresponde. Lástima que no podamos besarnos ahora con estos vendajes.

-Oh, Claudia, lástima -respondió él arrellanándose en los brazos de la mujer.




miércoles, 7 de marzo de 2018

56 Sueños


Sueños

Antonio García Velasco



Se quería comprar un barco de cincuenta metros de eslora, por lo menos. Pintaría el casco de color morado y le pondría un nombre con letras doradas: "Isabella". Iría allende las islas y volvería con las bodegas cargadas de farro, el cereal que mejor toleraba su bella enamorada. El mecanismo de su gametogénesis se ponía en funcionamiento a toda máquina y, tanto ardor amatorio le producía, que había de acudir necesariamente al burdel en busca de desahogo y alivio.

-¡Isabella, oh, mi Isabella! ¿Hasta cuándo me harás esperar, amada mía?

Iba a visitar a Isabella cuando su oficio de pescador se lo permitía. Hacían planes para contraer matrimonio y soñaban. Él le proponía relaciones más íntimas y ella se negaba por sus arraigados principios religiosos y sus profundos temores a que sus padres se enteraran. Seguían viéndose en casa de ella, siempre en presencia de su madre o hermana. A veces, paseaban, también acompañados de alguna pariente. En ocasiones iban juntos a la misa de los domingos y rozaban sus dedos para ofrecerse agua bendita. Si alguna vez se besaban, él saltaba de felicidad y soñaba con un jardín de flores y besos. Sus pasiones eran ahogadas en las carnes mercenarias de las mujeres del prostíbulo.

-¡Isabella, oh, mi Isabella! ¿Hasta cuándo me harás esperar, amada mía?



-Mis padres dicen que tú eres un chichirivaina y proponen casarme con Bergamín el carnicero, hombre serio y formal, con un seguro porvenir pues cada día tiene más clientela su carnicería. Afirman también que tú eres un putañero que no me mereces.

-Salgo todos los días a pescar soñando contigo, tratando de ahorrar para que nos casemos... ¡Y tus padres me vienen con esas! ¿Y qué es lo que dices tú?

-Te quiero, Santiago, pero tú no te decides a pedir mi mano. A Bergamín no le importa que haya tenido novio. Me conoce y está seguro de que guardo mi flor para el matrimonio.

-Mira, que listo el carnicerito.

Aquella noche fingió que se iba, pero no se marchó de la casa de ella, faltando a su cita diaria con la barca de pesca. Subrepticiamente, sin que nadie se diese cuenta, se escondió bajo la cama de la Isabella. Aguardó a que el sueño calmase los sentidos de los habitantes de la vivienda, cerró el pestillo de la puerta de la habitación y se introdujo bajo las sábanas de su amada. Cuando esta vino a darse cuenta, el ardor de Santiago había arrebatado violentamente la virtud virginal de la doncella. Una mano férrea le apretaba la boca para que no gritase, a la vez que le musitaba tiernas palabras de amante enamorado... El dolor intenso de un principio se fue transformando en placentera excitación. Una mancha de sangre en las sábanas marcó el testimonio de lo ocurrido. Santiago le juró amor eterno. Isabella, en el mar de la confusión, entre el infierno y la gloria, no acertaba a explicarse lo ocurrido.

-Júrame que me quieres, Santiago. Júrame que lo has hecho por amor. Te lo ruego.

-Juro que te quiero y sólo el amor me ha llevado a lo que he hecho.

-¡Isabella, te pasa algo, Isabella! -aporreaba la madre la puerta de la alcoba.

-No, mamá, nada me pasa.

-La puerta está cerrada, ¿por qué?

-La cerré sin darme cuenta. Te abro -dijo mientras aleaba a Santiago a esconderse bajo la cama.

Entró la madre en el cuarto y no pudo menos que fijarse en la mancha roja de la cama.

-¡Las reglas! Me han sorprendido las reglas, mamá.

-Ve a lavarte mientras te pongo una muda limpia.

-No es preciso, mamá, ya lo hago yo. Acuéstate y descansa. Ya me las arreglo yo. No te preocupes, mamá.

Se retiró la madre a su dormitorio sin más averiguaciones, segura de la virtud de su hija.

Santiago abandonó su escondrijo y, a oscuras, fue conducido por Isabella hasta la puerta de la calle.

-¿Qué es eso? -preguntó la madre desde la cama al escuchar el ligero portazo.

-Soy yo, mamá, voy al cuarto de baño y he tropezado. No te preocupes. Estoy bien.

"No se llevará Bergamín el carnicerito lo que he soñado tanto tiempo. No se lo llevará", se fue diciendo Santiago. "Y, ahora, que la casen si quieren".



Nunca tuvo Santiago un barco de cincuenta metros de eslora, ni navegó en busca de farro para complacer a su amada, ni salió de pobre pescador. A Isabella la casaron con el carnicero, pero nunca dejó de pensar en la noche de bodas que vivió junto a su primer amor.





viernes, 2 de marzo de 2018

52 Parentesco revelado


Parentesco revelado

Antonio García Velasco



Lo cierto es que no tenían ni idea de su cognación. Emiliano había nacido tres años antes que Milagros y fue dado en adopción a un matrimonio bien acomodado que jamás le revelaron su condición de hijo adoptivo. Milagros fue criada por su abuela, pues su madre murió a consecuencia del parto.

Emiliano y Milagros se conocieron en la empresa donde trabajaban. Él, de economista principal y ella, de técnica de publicidad y marketing. Comenzaron a salir juntos y terminaron enamorándose.



Cuando aquella noche quedaron desnudos uno frente a otro, dispuestos a consumar su amor, descubrieron la mancha de nacimiento que los marcaba a ambos.

-No puede ser, Emiliano. No puede ser -comenzó a llorar Milagros.

Rápidamente echó mano a su ropa, prendida de rubor, para el asombro del amante.

-¿Qué es lo que te ocurre, Mila? -preguntó él.

Ella le hizo observar la mancha igual que los marcaba, como a reses de la misma ganadería.

-Mi abuela me dijo que mi madre también tenía la misma mancha que tengo yo. Y me habló de un hermano, mayor, que fue dado en adopción porque la penuria era tan descomunal que no hubiesen podido salir adelante con una criatura. Aquel niño fue la salvación, ya que lo dieron a una familia pudiente que les proporcionó una buena cantidad de dinero. Me lo contó mi abuela, llorando, pues nunca pudo olvidar lo sucedido. Ahora apareces tú con la misma señal.

Emiliano ya se había vestido y no podía dar crédito a lo que estaba escuchando.

-Es cruel lo que nos ha ocurrido. ¿Por qué hemos tenido que enamorarnos, Mila?

-El destino es caprichoso, Emiliano. Pero no tengo ninguna duda de que somos hermanos. De madre, al menos, pues mamá nunca estuvo casada y desconozco quien fue mi padre, probablemente no fue el mismo que el tuyo. ¡Dios tenga a nuestra madre en su gloria!

-¿Qué vamos a hacer ahora? -preguntó el economista.

-No podemos ignorar nuestro parentesco.

-¿Esta coincidencia de manchas es suficiente prueba de que eres mi hermana?

-Iremos a hacernos la prueba de ADN.

-¿Y si no somos hermanos?

-Podremos amarnos con la pasión que nos trajo a este lugar.

-¡Es cruel, es cruel!



Emiliano preguntó a sus padres si había sido un niño adoptado. Ellos se miraron extrañados por la pregunta. Contestaron, tras el sospechoso silencio, que sí.

-¿Por qué no me lo habéis dicho, papá, mamá?

-No nos pareció necesario. Como hijo biológico nuestro te hemos querido siempre.

-Queja no tengo de vuestros cuidados, de vuestro cariño, de vuestra preocupación por mí. Pero tenía derecho a conocer mi origen.

-Nunca te lo has planteado, Emiliano, hijo mío -dijo la madre.

Él contó lo ocurrido con Milagros, el descubrimiento de idéntica marca en ambos... el amor frustrado.

-¡Oh, hijo, lo sentimos de veras!

El padre había comenzado a sentirse azorado, a dar paseos inquieto...

-¿Qué es lo que te ocurre, Álvaro?

-Nada me ocurre, mujer -respondió el marido.

-Te conozco... ¿Qué es lo que te ocurre?

Álvaro no pudo contenerse: "La madre de Emiliano fue mi amante. Cuando quedó embarazada organizamos la adopción del niño, ya que tú y yo no podíamos tener hijos. Seguimos viéndonos y nació Milagros... Sí, lo siento, mujer. Lo siento, Emiliano. Eres mi hijo y Milagros es tu hermana. De padre y de madre".

La mujer quedó horrorizada por el descubrimiento y rogó que la dejaran sola.

-No irás a hacer una tontería, ¿verdad?

-No, no haré ninguna tontería. Pero dejadme en paz.

Padre e hijo se retiraron. Éste con la sensación de estar viviendo un drama folletinesco propio de un autor del siglo XIX. Aquél con la pesadumbre del engaño prolongado.

-Mañana iremos a visitar a Milagros y le explicaré lo ocurrido -anunció Álvaro-. Le pediré perdón. Espero que me comprenda. Siempre socorrí a su abuela y, en silencio, le pagué los estudios a su nieta, mi hija.

-Papá, papá, esta historia nos sobrepasa a todos.

-Irreal parece, ciertamente.

Tanto como la carrera alocada de la mujer que, armada de un cuchillo, trataba de alcanzar el corazón de su marido, gritando:

-¡Don Álvaro y la fuerza del destino! ¡No hay derecho a lo que me has hecho!

Emiliano pudo detenerla a tiempo y lograr que se calmara.

-Siempre serás mi madre, siempre.

-Pero ese hombre, tu padre, es un traidor, un mentiroso.

-Bien, bueno, lo es. Pero te ha querido durante años.

-Me ha querido en el recuerdo de la que fue tu madre, no nos engañemos.

-Te ha querido, mamá. Eso es lo que importa.

-Pero yo nunca más podré quererlo.

-Mamá, esta historia nos sobrepasa a todos. Como si un sino maligno se hubiese ensañado con nosotros.



"…Pero bien mirado, leyeron la nota que había escrito el padre, todos habéis vivido bien gracias a mi empresa. Gracias a mi dinero. A ti, Adela, nada te ha faltado nunca, ni lujos ni viajes. Tú, Emiliano, has cursado la carrera que has querido y has tenido una vida fácil, como corresponde a un hijo de padre adinerado. Milagros se ha criado al cuidado de su abuela, cierto, pero nunca le faltó de nada y también pudo estudiar lo que le gustaba...".

Tomaron la nota como una despedida y, temiendo lo peor, tanto Milagros como su hermano, pidieron permiso en el trabajo y corrieron a buscar a su padre.

Irrumpieron en el despacho, saltándose los gritos disuasorios de la secretaria. Álvaro Granados, sobre el amplio, lujoso y comodísimo sofá, disfrutaba los abrazos y besos apasionados y desnudos de su amante.




martes, 2 de enero de 2018

02 Relativismo


Relativismo

Antonio García Velasco



Dije:

-Basta que se resquebraje y caiga una columna del peristilo para que se resienta todo el edificio.

Respondió:

-Pero no basta con que se descubra un corrupto para acabar con toda la corrupción.

Insistí:

-Una sola columna caída amenaza toda la edificación.

Su respuesta fue:

-Depende de la fortaleza de la arquitectura general.

Reconocí su argumento:

-Una golondrina no hace verano.

Volvió a decir:

-Depende de la fortaleza de la arquitectura general, del tamaño de la edificación, de las medidas de seguridad y refuerzo con las que cuente cada unidad.

Repuse:

-Dicen que una manzana podrida en un cesto pudre todas las manzanas del mismo.

Replicó:

-Si no se saca a tiempo la podrida o se consumen las sanas.

Pregunté:

- ¿Estás defendiendo la relatividad?

Reconoció:

-Sí, cierto. Hay parte de cierto en la idea de que todo es relativo.

Comenté:

-Pero existen fanáticos que nada dudan, que se creen en posesión de la verdad, que jamás se preguntan por la certeza o no certeza de sus creencias.

Me dio la razón:

-Claro, piensan que solo existen verdades absolutas, las suyas, las que le transmitieron sus profetas o evangelistas, las que aprendieron de pequeños o en posteriores adoctrinamientos.

Pero no tuve tiempo de replicar, pues la había visto, hermosa y sonriente, y se marchó a su encuentro: por aquellas fechas estaba convencido de la firmeza de su amor. Sobre todo, porque ella le correspondía.

Sólo un tiempo después, nos encontramos y reconoció que bastaba una columna deteriorada en un peristilo para la ruina de un edificio.

Dijo:

-Ella me ha abandonado.

Respondí:

-Una reparación puede provocar el resurgimiento del esplendor de un edificio.

Y contestó:

-El amor no es un edificio. El amor es un estado sentimental que puede arruinarse con cualquier decepción.




miércoles, 10 de mayo de 2017

Microrrelato 135 Amor, distancia y dinero


Amor, distancia y dinero

Antonio García Velasco



Es adorable. Desde que nos conocimos, me entiendo con ella a la perfección. Entre nosotros hay muy buena química, tal como se trivializa ahora. Pero, ir a Chillán para verla supone un vuelo de 21 horas con un costo superior a los mil doscientos euros. Según me informan, un hotel de tres estrellas me costaría unos 60 euros por noche. Podría, quizás, alojarme en su casa, aunque ignoro las costumbres de aquella lejana región chilena. Mi salario es pequeño, basura se diría, y puedo perder el empleo si me voy. Tengo que pagar piso y comer cada día. Distancia y dinero constituyen, pues, los dos graves inconvenientes de nuestro amor. Porque, ¿cuánto nos durará la fidelidad conversando y viéndonos las caras por medio de Internet y los programas de comunicación telefónica? ¿Cuál es nuestra esperanza? ¿Y nuestro futuro?

miércoles, 5 de abril de 2017

Microrrelato 113 Pectíneos pagaderos


Pectíneos pagaderos

Antonio García Velasco




"Me duelen los pectíneos de tanto quererte, que no es baladí el esfuerzo de los músculos del amor". "A García Lorca le dolían el sombrero, el aire y el corazón: Por tu amor me duele el aire, / el corazón / y el sombrero. ¿Qué importa que a ti te duelan los pectíneos?" "No compares. Al poeta le duele el desamor y a mí los músculos del ejercicio físico de amarte". "¡Que poco romántico eres! Eso no se dice ni en las novelas eróticas". "La literatura siempre enmascara la realidad. Un amigo decía que el pugilato amoroso equivalía a subir al Everett. Pero ¡con que gusto escalo sin descanso tus cumbres amatorias!" "No digas sin descanso, que ahora estamos satisfactoriamente relajados". "Lamentablemente, los seres humanos lo único que podemos hacer más de ocho horas seguidas es trabajar. En ocasiones, dormir". "¡Ay!", exclamó ella depositando un cariñoso beso en la comisura de los labios de su pareja.

domingo, 19 de febrero de 2017

Microrrelato 68 Embragar


Embragar

Antonio García Velasco



Lo mismo que enfundar es poner su funda a una cosa, pensaba que embragar era ponerle las bragas a una mujer después de haber gozado con ella los dulces placeres del amor. Deseaba embragar. Y cuando se lo comentó a su hermano, éste se echó a reír tan fuerte que casi le da un síncope. "Hombre de Dios, le dijo, cuando vas en coche tienes que embragar y desembragar para cambiar las marchas". Después se lo comentó a su hermana quien no llegó a reírse, pero le aclaró: "Es hacer que un eje participe del movimiento de otro acoplándose a él. Precisamente, lo que ocurre en el coche cuando pisamos el embrague". Y dijo en su decepción: "Entonces, tú, ¿no te pones bragas de vez en cuando?"

miércoles, 23 de diciembre de 2009

UN CUENTO DE NAVIDAD

Un cuento de Navidad

Antonio García Velasco

Desde su perspectiva de hombre enamorado, ella era la mujer más hermosa del mundo. Sin embargo, desde el punto de vista de otro cualquiera, ella era… hermosa en extremo, posiblemente más que otra mujer del mundo. Estaba convencido de que ella lo amaba y, por tanto, su único temor era pensar que Dios pudiera elegirla para madre de su segundo hijo. Si bajara el arcángel a hacerle la anunciación de que concebiría por obra y gracia del Espíritu Santo, él se revelaría hasta el punto de renunciar a su fe y proclamar a los cuatro vientos la injusticia divina. No tenía madera de santo José y, ni por Dios, estaba dispuesto a renunciar a su amada, bella entre las bellas, hermosa como ninguna.

Cuando escuchaba hablar del hambre en el mundo, de la crisis económica afectando sólo a los que menos poseen, de las desigualdades entre ricos y pobres, de la corrupción y la miseria, de la maldad reinante, de la degeneración humana, de la indiferencia de los poderosos ante las enfermedades graves pero curables, de las flagrantes injusticias… cuando, en fin, oía afirmar que es la hora de una segunda venida del Mesías, se ponía a temblar, seguro de que Dios escogería para encarnar a su hijo a la mujer más hermosa de la tierra, y esa era ella, su amada. Y como la quería por encima de todas las cosas, terrestres o celestiales, chabacanas o sublimes, no estaba dispuesto a renunciar a su amor. No se resignaría como San José, pobre hombre, impresionado porque su desposada había sido elegida por la Divinidad como madre del Redentor. Por buenazo, aceptó complacido, protegió a María contra las habladurías y fue como un padre terrenal para el hijo de Dios. Él no estaba dispuesto a semejante sacrificio. Incluso, a veces, siendo partidario de la vida y respetuoso con los no nacidos, hasta se daba en pensar que, si a Dios se le ocurría engendrar en su amada, por muy divino y redentor que fuese el engendro, aprovecharía la ley Aído y la llevaría a una clínica pública o privada. Que lo supiera Dios que con él no se jugaba así como así.

En otros momentos, temía el enfrentamiento con el Todopoderoso, ya que se consideraba un pobre mortal, sin más oficio ni beneficio que su carrera universitaria y un trabajo mal remunerado de técnico en telecomunicaciones. Eran momentos de abatimiento y celos que desaparecían al verla a ella, radiante como una diosa, perfecta como un amanecer, sublime como la música de Mozart. “Oh, Bibiana, mi Bibiana”. Y se crecía hasta sentirse capaz de todo con tal de ser el único.

Bibiana, además de bella, era creativa, sociable, dinámica e independiente. Respetaba la forma de pensar de los demás, a los que escuchaba con gran interés. Por ello era muy querida por sus amistades. Y, sobre todo, por él, que tan profundamente enamorado se mostraba.

Un día apareció turbada, inquieta, temerosa. Y, al mismo tiempo, complacida, llena de gracia entre todas las mujeres, feliz. No se atrevía a confesar los motivos de su estado de ánimo. Pero él lo supo desde el primer momento: sus temores se habían cumplido. Bibiana estaba embarazada. Era un 25 de marzo, día de la Encarnación. El niño-Dios nacería, como cada año, el 25 de diciembre. Pero él no estaba dispuesto a celebrar una nueva Navidad. Nunca más, una Navidad, aunque tuviese que renunciar a todas sus creencias y llevar a Bibiana a una clínica pública o privada.