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martes, 6 de diciembre de 2022

06 Breves VIDA Y MUERTE

 

Vida y muerte

Antonio García Velasco

 

En mi libro La poesía de Luis Cernuda. Estudio y valoración (2005), se anota que el sustantivo más usado por el poeta sevillano en sus poemas es “Vida”. Muy significativo, sin duda, porque a todos los seres humanos nos importa la vida. Y el “Amor”, la siguiente palabra, el siguiente sustantivo, en concurrencias. Escribió Cernuda una amarga verdad: “Aquel que da la vida, / la muerte da con ella. / Desasido del mundo / por tu amor, me dejaste / con m
i vida y mi muerte. // Morir parece fácil, / la vida es lo difícil”. Y más difícil aún nos la ponen ciertos elementos del mundo, personajes funestos, que nos dominan y manipulan. ¿Y cuál es su privilegio, cuál su poder, cuál su ambición? También nos dijo Luis Cernuda: “A otros la ambición / de fortuna y poder: / yo sólo quise ser / con mi luz y mi amor”. Pero, ¿podemos acaso quedarnos con nuestra luz, con nuestro amor? Posible sólo sea la vida con humanismo. Solidario. ¡Oh, quimera!

martes, 18 de octubre de 2022

100 Microcuento EL ESPIRITISTA AMBICIOSO

 

EL ESPIRITISTA AMBICIOSO

Antonio García Velasco

 

En 1857, Allan Kardec fundó el espiritismo. No podía imaginar que, en el siglo XXI, casi doscientos años después, su discípulo Luis Baena, utilizara la comunicación con los espíritus para descubrir oro escondido en cualquier lugar del mundo.

Según él, un espíritu noble le reveló que allí donde se clavara la flecha disparada desde la aspillera cuarta del castillo, escondió su botín de guerra. Su quehacer obsesivo fue buscar el arco que disparara la flecha que había de señalar el preciso lugar donde excavar para encontrar el tesoro.

Se planteaba el problema de la potencia de disparo del arco del guerrero difunto comparada con los arcos deportivos que existen de la actualidad. Compró un arco similar al de los tiempos remotos y, en la visita al castillo, localizó la aspillera, disparó la flecha y salió presuroso del recinto medieval para encontrar, en el campo boscoso, su saeta. Alrededor de la misma puso en marcha el detector de metales subterráneos. Donde la señal se hizo intensa, comenzó a cavar.

El guardabosques interrumpió su labor y él no supo, o no quiso, dar explicaciones. Abandonó la búsqueda con el propósito de volver hasta encontrar el deseado tesoro.