EL
ESPIRITISTA AMBICIOSO
Antonio
García Velasco
En
1857, Allan Kardec fundó el espiritismo. No podía imaginar que, en el siglo
XXI, casi doscientos años después, su discípulo Luis Baena, utilizara la
comunicación con los espíritus para descubrir oro escondido en cualquier lugar
del mundo.
Se
planteaba el problema de la potencia de disparo del arco del guerrero difunto
comparada con los arcos deportivos que existen de la actualidad. Compró un arco
similar al de los tiempos remotos y, en la visita al castillo, localizó la
aspillera, disparó la flecha y salió presuroso del recinto medieval para
encontrar, en el campo boscoso, su saeta. Alrededor de la misma puso en marcha
el detector de metales subterráneos. Donde la señal se hizo intensa, comenzó a
cavar.
El
guardabosques interrumpió su labor y él no supo, o no quiso, dar explicaciones.
Abandonó la búsqueda con el propósito de volver hasta encontrar el deseado
tesoro.
En mi opinión, el meollo de este Microcuento, lo que sería su armazón y sostén, es la INCERTIDUMBRE.
ResponderEliminarEn primer lugar, la base que sustenta el espiritismo no puede ser más incierta...
La intuición del protagonista y su fe en el tesoro es evanescence...
Las leyes cinemáticas de la trayectoria de la flecha, no dan el punto de caída, con los datos disponibles...
Y el factor humano de los personajes, por definición, es caótico...
Conclusión: Pura incertidumbre...
Incertidumbre de las bases en las que se sustentan ciertas conductas humanas, que adoptan, no obstante, como verdades absolutas y que llevan a los fanatismos, a las obsesiones. El personaje cree en la certeza del espiritismo y llega a concebir la idea insensata de que un espíritu le revela el lugar de un tesoro. ¿No creen muchos fanáticos que sus represiones a los desobedientes, rebeldes y críticos les van a proporcionar el tesoro de la salvación eterna, siendo sus bases religiosas o ideológicas mares de incertidumbres para los demás? En fin, Nicolás, gracias por tu comentario.
ResponderEliminarEs curioso: la mayoría de los que se creen tocados por la interpretación de la realidad por encima de las posibilidades de los demás, lo hacen en provecho propio aunque den a entender y se esfuercen en aparentar lo contrario. Pocos son los que ponen esos supuestos dones superiores al servicio de los demás. Hoy por hoy la imposición desde cualquier tipo de poder, el alineamiento lo acomodaticio... priman sobre la humildad de compartir, sobre la satisfacción solidaria, sobre el esfuerzo necesario para todo avance humanista... Ojalá empecemos a revertir este contexto desde la autocrítica individual hacia la mejora colectiva.
ResponderEliminarMás que incertidumbre yo hablaría de ignorancia, no se puede construir nada sobre un conocimiento no demostrado, o lo que es igual sobre un desconocimiento
ResponderEliminarEl microcuento de hoy me sugiere pensar en el gasto inútil de energía por parte del hombre, motivado por el ansia de conseguir riquezas.Energía que si la empleara en otras labores no espiritistas sino empiristas,daría más fruto.
ResponderEliminarEs agradable retomar el microcuento.Gracias.