viernes, 1 de marzo de 2019

004 Microcuento El brebaje de la semana


El brebaje de la semana

Antonio García Velasco



Estaba en su cocina y, sobre un platillo azul, colocó el vaso de un brebaje embriagador. Sus vecinos la llamaban "Bruja", pero, en realidad, era una mujer de amplios conocimientos sobre plantas y sus propiedades medicinales, excitantes o relajantes.

No era la primera vez que preparaba una pócima como aquella para complacer a su visitante después de otras complacencias más íntimas.

-Don Lorenzo de Silva y Manzano, aquí tiene su bebida favorita -dijo sirviendo sobre la mesa el platillo con el vaso, al alcance del hombre.

-Magdalena Cervantes, te he dicho mil veces que no me hables de usted.

-Don Lorenzo, por su cargo de magistrado, me merece mucho respeto.

-Pero somos amigos, Magdalena.

-Somos amigos, cierto. Y amantes. Pero no dudaría en condenarme si me acusaran de bruja.

-Para mí sólo eres una mujer sabia. No tengo yo los prejuicios de otros sobre la supuesta superioridad del hombre. Creo en la igualdad de los sexos, pues ambos poseemos las mismas capacidades intelectuales -dio el primer trago del brebaje- ¡Excelente! Es más, Magdalena, si por mí fuera me casaba contigo: tus consejos, tus cuidados, tus afectos no tienen parangón.

-Sabe que eso es imposible. Su familia es noble, señor.

-No me llames señor -dijo él con rotundidad, dando el segundo trago a la bebida-. ¡Magnífico! Te superas cada día.

-Me halaga -respondió Magdalena, advirtiendo ya en su visitante los síntomas de la relajante embriaguez.

De hecho, la conversación quedó en aquel punto, pues, la cabeza de don Lorenzo cayó sobre su propio brazo encima de la mesa. Lo acompañó la mujer a un camastro, lo tapó con esmero y lo dejó dormir.

A la mañana siguiente, don Lorenzo de Silva y Manzano se sentía un nuevo hombre, dio las gracias a su anfitriona y marchó a sus ilustrísimos quehaceres.

Diez años más tarde, el juez De Silva y Manzano se vio obligado a firmar la condena a la hoguera de Magdalena Cervantes Hidalgo, acusada de practicar la brujería.


2 comentarios:

  1. La cobardía es inherente a formar parte (sobre todo con papel predominante) y ser leal a las coordenadas fijadas en sociedad de cada época. La libertad siempre se reduce, en la práctica, al apunte de un conato revolucionario, pero sin no renegar con actos de las normas imperantes. Si D. Lorenzo hubiese juzgado a Magdalena por sus creencias íntimas, la hubiera salvado. Le convino juzgarla con las leyes del momento, sin atreverse a sentar una jurisprudencia basada en su ética. Prefirió salvarse él. Sí, eso es cobardía y dejación de libertad.

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