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miércoles, 15 de marzo de 2017

Microrrelato 92 Foto de un famosos


Foto de un famoso

Antonio García Velasco



No es fácil caminar con los pies descalzos por un pedriscal. La foto reflejaba que ella caminaba por un pedregal de menudencias. ¿Capacidad de sufrimiento, pies duros?, se preguntaban los observadores. ¿Obligación sobrevenida? ¿Lento suicidio? El vestido verde rameado que días antes había visto colgado en un escaparate aparecía tirado. No se mostraba triste ni afectada por problemas irresolubles. No experimentaba el desconsuelo de un desamor. ¿Se trataba de una foto publicitaria? ¿Qué cámara, manejada por quién, captó la instantánea? ¿Por qué se exhibía ahora, entre tantas de rabiosa actualidad? Las piedras representan la crisis y hemos de caminar sobre ella con los pies descalzos porque ni para zapatos nos queda. ¿Y el vestido verde rameado del escaparate? No debemos forzar la imaginación crítica porque el fotógrafo sea tan famoso.

jueves, 2 de febrero de 2017

50 La crisis de Crisis


La crisis de Crisis

Antonio García Velasco



La Crisis le había dado tantos golpes que se sentía tremendamente destrozada. Había sido muy desvergonzada y cruel la dichosa Crisis. Se aprovechó de su debilidad y no paró de darle bofetadas y puntapiés, hasta dejarla completamente extenuada. Acaso la consideró muerta. Aun así, permaneció vigilante por si osaba responder. Cuando recobró el sentido, Adela decidió marchar al campo, en busca de una vida silvestre sin estrés. Consiguió reponerse, pero, al sentirse restablecida, aquel aislamiento, lejos de la ciudad, le pareció insoportable: "Es un rollo vivir alejada de quienes fueron mis amigos", se decía. Y volvió. Un buen día se encontró con Crisis y Adela fue quien le rompió la cara de un puñetazo.

lunes, 20 de abril de 2015

Actualidad y artículo de Umbral sobre el tabaco



Francisco Umbral y la subida del tabaco
Antonio García Velasco

El Lunes, 3 de Enero de 1994 FRANCISCO UMBRAL publicaba un artículo titulado El tabaco. El tema desarrollado es la inconveniencia de la subida del tabaco en esos momentos de crisis y situación social cargada de carencias.

Era presidente de Gobierno Felipe González (1982-1996), el panorama que nos describe Umbral es lamentable: casi cuatro millones de parados y “España, por más que digan en Bruselas, sigue siendo un país de tabaco negro y picadura, un país de pitillera aculatada […] de pana y boina, del PER y el paro […] ya, sin trabajo, sin política, sin espera, con la tele rota, el arado romano mellado, el tractor empeñado, la vaca flaca y el árbol caído”. ¿En que hemos cambiado?

Su razonamiento no puede ser más irónicamente convincente, si al español de a pie sólo le queda el tabaco, no es conveniente subir su precio. Se pueden subir otros artículos: el coche, la lencería fina, los relojes suizos, la gasolina, la brillantina, el cine –copado por Hollywood-, las corbatas, los teatros…

Dice literalmente: “En España, hoy, con casi cuatro millones de parados, con el campo al raso, con los altos hornos en cenizas, con el gentío triste y estadístico, no se puede subir el tabaco, señores del Gobierno, porque ellos, los pobres, los españoles reales, no los de sus macroeconomías y papeles (españoles de papel), ellos, digo, muerden el humo de su tabaco, lloran tabaco, mean tabaco, sueñan tabaco fuman y esperan en un silencio áspero de tabaco”.

Si no he recogido mal el dato, la última subida del tabaco en España fue en Julio de 2014. Umbral hubiese dicho lo mismo aunque con argumentos diferentes, adaptados al presente, como hizo entonces. Por ejemplo, la lencería fina puede subir, decía, porque “ahora vuelve a hacerse el amor con la luz apagada, como manda el Papa Wojtyla, y da igual llevar las bragas viejas”; se pueden subir “las corbatas, porque la gente ha encontrado otras maneras de ahorcarse”; se pueden subir las sardinas, “que el gentío ya ha aprendido a comer caviar gratis en los cócteles”… A veces, el chiste que podría calificarse de mal gusto e incluso antifeminista: “Se pueden subir las compresas y que se arreglen con el corcho del champán de Nochevieja”. En ocasiones, la nota circunstancial y muy de aquel año: “Se puede subir la brillantina, ahora que ya nadie va a imitar a Mario Conde”. Todo lo caro y superfluo se puede subir, pero no el tabaco porque “Eso, esto, es el macizo de la raza, el tronco de España, por más que digan en La Moncloa, y esos españoles de intemperie han llegado a 1994 gracias a su viejo tabaco malo”.

La ironía, el sarcasmo del que hace alarde nuestro autor es proverbial: “Ya no hay revoluciones, ya no hay revolución de Asturias ni Casas Viejas, ya no hay anarquismo catalán, ya no hay lucha de clases ni proletariado, ya no hay Semana Trágica. Ya sólo hay los cuatro modernos de mierda y las cuatro putas travestidas de lo mismo que salen por la televisión. Pero eso no es España más que en las coplas franquistas de Escobar. La España real es de tabaco negro y tos trascendental. A ese español que tose y calla, que lo dice todo en una tos, porque los palabrones de la política le han robado las palabras, a ese español atónito, godo, mísero, árabe, cachicán de su pobreza, le han subido el tabaco”.

La genialidad de un escritor se mide, precisamente, en el tratamiento de los temas aparentemente intrascendentes. Francisco Umbral nos dio –y quedan ofrecidas en su obra- constantes muestras de genialidad. Nos preguntamos al leerlo: ¿en qué hemos cambiado desde 1994?

lunes, 20 de agosto de 2012

Hablar de versos


Carta a un amigo que me envió un soneto
Antonio García Velasco

Amigo Juan, estuvimos hablando de literatura y vamos a seguir “discutiendo” de versos aunque haya tanta crisis, tan alta prima de riesgo, tanto riesgo de que aún nos vaya peor y tanto calor en un verano atípico y harto de bosques quemados. Pero, privadamente, podemos hablar hasta de fútbol, ¿qué digo? De fútbol es obligado hablar en privado y en público, cosa de la alienación que nos invade. ¿Recuerdas cuando la izquierda hablaba del fútbol como invento de la derecha y opio del pueblo? “El pan y el circo”. Pero, ahora, con izquierda o con derecha, ni pan, ni circo, que hay fútbol y olimpiadas y la tele en todas las casas y ferias por todas partes.

Me mandas el soneto (con estrambote), que te devuelvo medido con los algoritmos de ProComenta. Y, por supuesto, añado un comentario.

* EL INVENTO DEL ENEMIGO

¿Qué sutil egoísmo me conduce  11 11

a mentir al crear un enemigo?  11 11

¿De qué, con tal calumnia, soy testigo?  11 11

De no dilucidar que me seduce  11 11



5 la faz de malestar que siempre aduce  12 11

los valores ausentes; los hostigo  11 11

en búsqueda constante de mi ombligo,  12 11

para así, recusar su desmenuce.  12 11



Desmiento la existencia de enemigo.  13 11

10 Es invento. En mí, ¿cómo no?, luce.  11 10

Necesito el color oro del trigo.  12 11



La farsa y la verdad están conmigo.  12 11

Las entremezclo para que se azuce  12 11

la discordia. Escapo por postigo  11 10



15 que abra lucro pronto. Yo me obligo  12 10

a encontrar un vencido. Y reluce;  12 10

pero… rico, me siento un gran mendigo.  12 11

(Juan Pérez Pozo)



Número total de versos: 17

Versos de 10 sílabas: 4 = 23%

Versos de 11 sílabas: 13 = 76%

 Lógicamente una máquina no es perfecta ni siquiera midiendo versos. Bueno, en realidad es que el programador no le ha dado instrucciones más precisas. O dicho de otro modo, no tiene el programa la instrucción de no contar la sinalefa en los casos en que una palabra termine en vocal y, tras el punto, la palabra empiece también por vocal, caso del verso: Es invento. En mí, ¿cómo no?, luce.  11 10. Métricamente: en  “invento. En mi”, el punto evita la sinalefa y, por tanto, son correctas las once sílabas. Lo mismo ocurre en “a encontrar un vencido. Y reluce;  12 10, pues “en vencido. Y reluce” no existe la sinalefa entre “do_y”, con lo cual, también contamos con las 11 sílabas de rigor. Vale lo mismo para “la discordia. Escapo por postigo  11 10”, donde queda sin efecto la sinalefa “..dia. Escapo…Pero el verso “que abra lucro pronto. Yo me obligo  12 10”, se mire como se mire, requiere una revisión. Observa: “que_abra” exige sinalefa y, al hacerla, el acento rítmico recae en la quinta sílaba: PRONto, con lo que el endecasílabo queda destruido, pues no existe tal verso con esa acentuación: “queA-bra LUcro PRONto. YO meo-BLIgo. Algunos críticos, cuando encuentran un endecasílabo con acento en la quinta, hablan simplemente de “detestable” endecasílabo. Pero, en el caso que nos ocupa, como sin hacer la sinalefa, tenemos las once sílabas sin acento en la quinta, ¿por qué no buscas un sinónimo de “abra” de dos sílabas y que comience por consonante? Sea, por ejemplo: “que traiga lucro pronto. Yo me obligo  12 11”.

En fin, amigo, hablar de versos no es demasiado frecuente y, menos, en estos tiempos atroces que nos han tocado vivir. De todos modos, tu soneto con estrambote plantea un tema que nos hace pensar en la necesidad tan frecuente que siente el ser humano de crearse enemigos para justificar ciertas acciones, de las que sacar partido material o moral. Eso es más importante que un verso presuntamente cojo. El personaje de la declaración recogida en tu soneto presenta, quizás, un atisbo de arrepentimiento, un lamentar su conducta de trepador a base de crear enemigos ficticios y luchar con ellos hasta vencerlos. Es profundo el tema que planteas y te felicito por ello. ¡Ojalá los creadores, provocadores, responsables de esta crisis tengan los mismos sentimientos que tu personaje y, en consecuencia, pongan remedio a la misma! Un abrazo.

Antonio

viernes, 10 de agosto de 2012

Versiones diferentes


¿Qué versión te crees?
Antonio García Velasco

    Nasrudín o Nasr Al-Din Hodja fue un personaje notable del siglo XIII, nacido en la región turca de Anatolia, y que aún hoy protagoniza cuentos y leyendas, anécdotas e historietas. Una mañana pidió prestado a su vecino un puchero. Se lo devolvió unos días más tarde junto con una olla. El vecino le preguntó: "¿Qué es esto, Nasrudín?" Y éste contestó: "Es que tu caldera parió". El vecino se alegró y aceptó la olla con mucho gusto. Pasó algún tiempo y Nasrudín volvió a pedirle prestado el puchero, pero esta vez no se lo devolvió. El vecino llegó a pedírselo: "He venido para llevarme mi caldera. Es que nos hace falta..." Y dijo Nasrudín: "Lo siento mucho, pero tu caldera ha muerto". "¿Cómo?, se extrañó el vecino. No te creo, ¿cómo va a morir un puchero?" Nasrudín contestó en tono de regañina: "Hombre, me creíste cuando te dije que parió, ¿por qué no me crees ahora que te digo que ha muerto?"

   Nos creemos con facilidad aquello que nos conviene y ponemos la interrogación a todo lo que no nos resulta directamente favorable. Somos ingenuos interesados o ladinos incrédulos, según soplen los vientos. Si aceptamos el engaño primero, la excusa del favor, también hemos de aceptar el segundo engaño, el achaque de la negativa.

   Por supuesto que el vecino contará de manera diferente la corrida: "Le presté el puchero y como agradecimiento, al devolvérmelo, me regaló una olla y me contó uno de sus chistes: que la caldera había parido. Celebré la ocurrencia. Pero todo era un engaño para pedirme otra vez el puchero y quedarse con él. Sabe mucho este Nasrudín de las narices hinchadas y la lengua larga, medio tonto unas veces y más listo que el hambre otras". Y es que nadie da a cambio de nada.

   A cuento viene el cuento porque nos venden la burra de los ajustes con la fórmula de los compromisos europeos y el bien común de la salida de la crisis y luego se quema el lino. Y es que primero la caldera pare a tu favor y luego se muere al mío y cambio caldera por olla y hasta se tiene que sentir contento el vecino o aguantar la bronca.

   Siempre estaremos en condiciones que tomar la versión de Nasrudín o la versión del vecino que perdió el puchero. Y a uno u otro tendremos que reírle las decisiones de gobierno o las críticas de la oposición. Pero que ninguno nos dé olla por puchero.

domingo, 22 de julio de 2012

Emigrantes cualificados

Emigración del talento

Antonio García Velasco

 Del talento, no del talante. Mi amigo Tomas está que trina: su hijo terminó la carrera y un máster que le ha costado un dineral, por el que todavía está pagando el préstamo personal. Y, ahora, como Tomasín no encuentra trabajo en España, ha decidido marcharse a Austria Leyó el joven en su tableta que Austria, con una tasa de paro del 4%, precisa profesionales cualificados, como ingenieros industriales e informáticos, sobre todo técnicos, y que hablen inglés muy bien”. “Papá, y yo hablo bien inglés, un poco de alemán y soy ingeniero”.

-Bien que me ha costado los buenos cuartos tu carrera y tus clases de inglés y de alemán. Y el máster y la madre que parió a tantas exigencias.

-Papá, no te cabrees. Aquí no hay trabajo y, se puede decir, que hoy en día no existen distancias, que estamos a un tiro de piedra de cualquier parte del mundo.

-Prefería tenerte a la vuelta de la esquina.

-¿Sin trabajo? España no levanta cabeza entre tanto paro, tanta economía sumergida, tanto dinero en paraísos fiscales y tantísimos recortes y subidas de impuestos. Se le echa la culpa al déficit, pero aquí tenemos una administración desbordada, más administradores o políticos que administrados y bienes administrables. Poco arreglo nos queda, papá.

-Pero es lamentable que nos gastemos los cuartos en la formación de jóvenes como tú para que os vayáis al extranjero a rendir beneficios a los foráneos.

-Muy lamentable, pero ¿qué hago si no me voy? ¿Brazo sobre brazo y viviendo de vuestra pensión, papá? También recortada, por cierto, ya sea por la subida de impuestos, ya por la pérdida de poder adquisitivo. ¡Esto tiene difícil solución!

Y Tomás sigue trinando y mucho más hoy, cuando su hijo cogió el petate y pasó a la zona de embarque del aeropuerto para volar hacia Austria.

-Son los tiempos, Tomás, son los tiempos.

-¡Y la política! –exclamó mi amigo con lágrimas en los ojos, abrazado a su esposa, la madre del chico, que, sin palabras, lloraba desconsoladamente.

domingo, 27 de mayo de 2012


Carminativos destartalados

Antonio García Velasco

Nos estamos encontrando demasiadas cosas raras en este palabrerío cotidiano con el que se tienden los tupidos velos y las cortinas oscuras sobre la realidad del mundo, de Europa, de España. ¡Ay, España! Alguien, por ejemplo, decía “Mi palurdo, mi palurdo, la gallina y unos potocos”. Ignoro a quien se refería y quiénes son esos potocos, dicho a la chilena, cuando aquí hubiésemos dichos simplemente rechonchos. Quienes más potentes y extendidos tienen los altavoces o los voceros son más escuchados, aunque carezcan de razón y, a la larga, nos impongan sus criterios. Pero, ¿a quién llaman palurdo, o gallina, o rechoncho, digo potoco? Y alguien responde: “A buen entendedor…” No debo ser buen entendedor porque, en esta ocasión no me entero.

Y escucho también “Algunas hostigadas marran”. Y me aclaro sobre “hostigadas”, o sea, molestadas, fustigadas o incitadas con insistencia para que hagan algo. Y sobre “marran”, de marrar, del antiguo marrir, y este del germánico. *marrjan, molestar, pero empleado como errar, por lo que significa “desviarse del camino recto”. Dicho de otra manera, personas que, además de hostigadas, se apartan del camino recto. ¿Dónde estamos, de buenas a primeras? ¿Víctimas y encima equivocados? Juro que no me entero del trajín cotidiano, de los dimes y diretes con los que nos bombardean: de pronto A y, al momento, lo contario de A. Para unos A y para otros B, siendo A y B absolutamente incompatibles, irreconciliables, encontrados, antónimos.

El colmo vino cuando escucho que “aquellas telsas blindan aquellas cholas”. ¿No es telsa una palabra que no recoge el DRAE y que significa “unidad de inducción magnética”, término de la Física? ¿Y no es chola una mestiza de sangre europea y sangre indígena, o no se llama así a la india que adopta los usos occidentales? ¿Por qué, pues, aquellas telsas blindan aquellas cholas? Mucho predicar, sermonear, mitinear, tertuliar y poco dar trigo, o, mejor, soluciones a esta situación de desamparo, indigencia y resignación.

Para más inri el tertuliano que dijo: “…imperialista en sus pluscuamperfectos absorbentes desde algunas fricativas…” Me falta el contexto para poder entenderlo, pero unos y otros descontextualizan las frases, sacan sus conclusiones y adoptan la actitud de los poseedores de la verdad absoluta. No está el horno, hoy, para más bollos.

jueves, 2 de febrero de 2012

De la Oda a la Elegía

Oda a la papa o elegía

Antonio García Velasco

Sólo en España, doce millones de pobres y resulta que las papas son el alimento que más ha subido el precio en los últimos tiempos (más de un 12% decía la prensa). Pablo Neruda nos dejó su Oda a la papa: “Papa/ te llamas, / papa, / y no patata, / no naciste con barba, / no eres castellana, / eres oscura / como / nuestra piel, / somos americanos, / papa, / somos indios”. La proclama “enemiga del hambre” y, ahora resulta que, con tantos parados, con tantos pobres, con tantos hambrientos, sube su precio por encima de alimentos supuestamente más exquisitos y menos imprescindibles. “Universal delicia, / no esperabas / mi canto / porque eres sorda / y ciega/ y enterrada. / Apenas / si hablas en el infierno/ del aceite / o cantas / en las freidurías / de los puertos, / cerca de las guitarras, / silenciosa, / harina de la noche / subterránea, / tesoro interminable / de los pueblos”. Aunque esta crisis esté acabando con las papas y con los pueblos. Explotan tanto los banqueros a los pueblos, y a las papas, que, por inanición, acabarán con la gallina de los huevos de oro, de las claras y las yemas.

¿Quiénes nos manejan, nos exprimen, nos conducen por este callejón angosto de paro, sueldos bajos, recortes por todas partes, gobiernos doblegados a los acreedores usureros y aprovechados? ¿Quiénes nos conducen por esta avenida amplia del conformismo y la resignación? Tener un trabajo, al sueldo que sea, ya es consuelo y bendición. Así nos lo han hecho creer. Pero hay demasiados altos sueldos en los banqueros y políticos para que vengan a hablarnos, permanentemente de solidaridad y de cinturones apretados hasta la talla de las vacas flacas. Pero hay demasiados beneficios en los especuladores para que sea una mayoría de pueblo silencioso quien tenga que pagar los altos costes de las deudas que no fueron contraídas por nosotros.

Y tú, papa, cada vez más cara, aunque, con Pablo Neruda de nuevo: “honrada eres / como / una mano/ que trabaja en la tierra, / familiar / eres / como / una gallina, / compacta como un queso / que la tierra elabora/ en sus ubres / nutricias, / enemiga del hambre, / en todas / las naciones / se enterró tu bandera / vencedora…” Vencida por la crisis que nos pinta de blanco, que nos hunde y nos quema. Pasamos a la elegía.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un cuento de Navidad

El cuento de la Navidad de 2011
Antonio García Velasco

Se cruzó de brazos y decidió no comprar nada, ni siquiera comida, para estos días festivos en los que se celebra el solsticio de invierno con una fiesta pagana que va más allá de la originaria que el cristianismo absorbió con la idea del nacimiento del hijo de Dios.

Han comenzado los días a alargar sus horas de luz y a acortar sus horas de tinieblas. Pero la lucha sigue entre los dos principios básicos que rigen la vida, el bien y el mal. Ignora qué es el bien, qué es el mal. Se ha sentado a esperar, como decía Manuel Machado, a “que la vida se tome la pena de matarlo ya que él no se toma la pena de vivir”, obnubilado por las luces de las calles, el reclamo de los comercios y una crisis galopante que muerde como la mala bestia. Y lo ha llenado de deudas.

La justicia divina se pierde en caminos inescrutables y la humana se tambalea según la presión del que defiende, el silencio o ignorancia de quien acusa o la conveniencia de las instancias político-económicas. “De verdad, de verdad, repite, que no pienso moverme de la silla, cruzado de brazos, por mucho que me insistáis”.

No está indignado. No se siente ni irritado, ni enfadado vehementemente contra nadie, contra ninguna decisión política, contra ningún mandamiento humano o divino. Está sólo decidido a permanecer de brazos cruzados hasta que alguien le explique para qué, por qué esta fiesta-crisis de gulas, desenfrenos y borracheras, disfrazada de celebración religiosa. O, quizás, espera a que pase de largo, olvidada en el comienzo de un nuevo año que también se espera muy difícil.

Si lo invitamos a comer, niega con la cabeza, apretando la boca. Decidimos, pues, consultar al especialista, neurólogo, psiquiatra. El diagnóstico es “depresión”, pero estamos convencidos de que su estado responde a causas mucho más profundas, mucho más inexplicables. Por eso no insistimos cuando se niega a tomar las pastillas recetadas, cuando mueve la cabeza ante la taza de sopa o leche caliente.

Pero, de cualquier forma, nos tiene desconcertados, preocupados, expectantes ante las medidas económicas que tomará para salir de la crisis y pagar las deudas que nos sobrevinieron sin comerlas ni beberlas. Por eso, tal vez, reniega de las fiestas y se consume sentado en la silla, cruzado de brazos. O, a lo mejor, sabe lo que todos nosotros ignoramos.

jueves, 21 de enero de 2010

¿El ladrillazo de Haití?

¿El ladrillazo de Haití?

Me cuentan en la presentación adjunta a un correo-e que un ejecutivo brillante y bien pagado, en la burbuja de su ego inflado de éxito, corría en su auto, caro, magnífico, deslumbrante. Su pavoneo era absoluto. De pronto, escuchó un duro golpe en la puerta. Detuvo la máquina y comprobó el daño en la carrocería flamante del signo externo de su posición social. Con las mismas, giró, cambió de sentido y se acercó al lugar del impacto. Un chiquillo parecía el responsable del ladrillazo. El ejecutivo le echó la bronca y le pidió explicaciones con la amenaza de pagar caro el daño a la chapa de su coche. El chico llorando explicó entre lágrimas: “Por favor, señor, por favor. ¡Lo siento mucho! No sé qué hacer. Le lance el ladrillo porque nadie se detenía... Es mi hermano. Se descarriló su silla de ruedas y se cayó al suelo... Y no puedo levantarlo. ¿Puede usted, por favor, ayudarme a sentarlo en su silla? Está golpeado, y pesa mucho para mí sólito... Soy muy pequeño”. El ejecutivo reaccionó positivamente: después de cerciorarse de la verdad, ayudó al niño a subir al hermano en la silla de ruedas. Le limpió las heridas al joven indefenso y, cuando el niño, empujando trabajosamente la silla, se alejó hacia su casa, se subió en su jaguar y se marchó. Eso sí, conmovido, emocionado, marcado por lo que había visto. Termina el relato con estas palabras: “El ejecutivo aún no ha reparado la puerta del auto, manteniendo la hendidura que le hizo el ladrillazo, para recordarle que no se debe ir por la vida tan distraído y tan deprisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para que preste atención a la realidad del mundo”.
Tiene peligros de perderse en el jardín laberíntico de un dios inescrutable el hecho de colegir del relato que lo ocurrido en Haití es un ladrillazo a nuestro mundo occidental, tan ejecutivo y eficaz, pese a la crisis tan artificial como lamentable y con víctimas tan concretas, siempre las mismas. Existe la indigencia nuestra de cada día, existe la miseria, la injusticia, existen las marcadas diferencias entre ricos y pobres. Y sólo las desgracias apocalípticas como la del reciente terremoto hacen que detengamos nuestro patinete, nuestro carro, nuestro coche, nuestro tren de vida. ¿A costa de qué desgracia vamos a reaccionar de una vez por todas? La cuestión no es reaccionar una vez ante un ladrillazo atroz, la cuestión es luchar cotidianamente por un mundo más justo y equilibrado socialmente.