viernes, 10 de agosto de 2012

Versiones diferentes


¿Qué versión te crees?
Antonio García Velasco

    Nasrudín o Nasr Al-Din Hodja fue un personaje notable del siglo XIII, nacido en la región turca de Anatolia, y que aún hoy protagoniza cuentos y leyendas, anécdotas e historietas. Una mañana pidió prestado a su vecino un puchero. Se lo devolvió unos días más tarde junto con una olla. El vecino le preguntó: "¿Qué es esto, Nasrudín?" Y éste contestó: "Es que tu caldera parió". El vecino se alegró y aceptó la olla con mucho gusto. Pasó algún tiempo y Nasrudín volvió a pedirle prestado el puchero, pero esta vez no se lo devolvió. El vecino llegó a pedírselo: "He venido para llevarme mi caldera. Es que nos hace falta..." Y dijo Nasrudín: "Lo siento mucho, pero tu caldera ha muerto". "¿Cómo?, se extrañó el vecino. No te creo, ¿cómo va a morir un puchero?" Nasrudín contestó en tono de regañina: "Hombre, me creíste cuando te dije que parió, ¿por qué no me crees ahora que te digo que ha muerto?"

   Nos creemos con facilidad aquello que nos conviene y ponemos la interrogación a todo lo que no nos resulta directamente favorable. Somos ingenuos interesados o ladinos incrédulos, según soplen los vientos. Si aceptamos el engaño primero, la excusa del favor, también hemos de aceptar el segundo engaño, el achaque de la negativa.

   Por supuesto que el vecino contará de manera diferente la corrida: "Le presté el puchero y como agradecimiento, al devolvérmelo, me regaló una olla y me contó uno de sus chistes: que la caldera había parido. Celebré la ocurrencia. Pero todo era un engaño para pedirme otra vez el puchero y quedarse con él. Sabe mucho este Nasrudín de las narices hinchadas y la lengua larga, medio tonto unas veces y más listo que el hambre otras". Y es que nadie da a cambio de nada.

   A cuento viene el cuento porque nos venden la burra de los ajustes con la fórmula de los compromisos europeos y el bien común de la salida de la crisis y luego se quema el lino. Y es que primero la caldera pare a tu favor y luego se muere al mío y cambio caldera por olla y hasta se tiene que sentir contento el vecino o aguantar la bronca.

   Siempre estaremos en condiciones que tomar la versión de Nasrudín o la versión del vecino que perdió el puchero. Y a uno u otro tendremos que reírle las decisiones de gobierno o las críticas de la oposición. Pero que ninguno nos dé olla por puchero.

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