miércoles, 15 de febrero de 2017

Microrrelato 64 Ajustes de cuentas


Ajustes de cuentas

Antonio García Velasco



Llegó a su casa sangrando a causa de la puñalada trapera que le habían dado en el pecho. Por fortuna para él, la hoja no había rozado ningún órgano vital. "Vamos a urgencias", dijo la mujer. "Tendré que dar muchas explicaciones", se resistió él. "Pero no puedes seguir perdiendo sangre". "Eso lo remedio yo con nevadilla", anunció su madre. Aquella misma mañana había recogido un buen ramo de la planta, en la rambla "El Pino", por la playa de poniente. Hizo un emplasto y lo aplicó sobre la herida. El poder astringente de la nevadilla hizo el milagro de la cicatrización en pocos días. Pero no curó los deseos de venganza del herido que, en la primera ocasión, roció con aldehídos los ojos del sicario, el cual, asimilada su ceguera, consiguió un puesto de vendedor de la ONCE. Ahora vende cupones en la puerta de un supermercado. Un día la mujer de los emplastos de nevadilla le compró un boleto que resultó premiado con un sueldazo de cinco mil euros al mes durante veinte años.


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