miércoles, 15 de febrero de 2017

Microrrelato 65 El chueta


El chueta

Antonio García Velasco



Lo reconoció: "Sí, cierto, soy un chueta", dijo mientras realizaba un cuarteo para evitar el golpe de la espada. Se supo por ello que era de las islas Baleares, donde se llama "chueta" al descendiente de judíos conversos. Tras esquivar el primer envite, le llegó la punta de la espada al cuello. Se detuvo ante la amenaza. "Te obligaré a herbajar como un vil cabrito", dijo el atacante. Pero Jacobo sólo decía: "Sí, lo reconozco, soy un chueta". "No me vengas con chulerías, chuleta", respondió el del arma. "Soy chueta, no chuleta". "No me trepides y ya me estás resarciendo del robo". "Juro por Dios que no he robado nada". "O resarces o no lo cuentas", dijo apretando la espada hasta hacerle sangre cerca de la nuez de Adán. Por fortuna para Jacobo, en aquel momento, llegó Miguel, viejo soldado, que, pese a su edad, con el libraco recién salido de la imprenta, golpeó al atacante, que optó por la huida. Atendió al herido como a un hermano. El volumen quedó abierto en el suelo: “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…

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