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miércoles, 22 de diciembre de 2021

083 Microcuento FINALIZANDO EL AÑO DOS MIL VEINTIUNO

 

Finalizando el año dos mil veintiuno

Antonio García Velasco

 

Estaban esperando, atentos a lo que aconteciera. Y, de pronto, se iluminó la zona: había nacido un Niño. Con luces y canciones, la nueva fue anunciada. ("Amaos los unos a los otros"). Indiscernible el significado de aquel acontecimiento. Pero algo iba a cambiar, y cambió, en el mundo. Mas, ¿cuántos miles de años habrá que esperar para el cambio definitivo? ¿Cuándo el diente se convertirá en rumbón? ¿Cuándo la riqueza, la abundancia va a subdividirse hasta alcanzar a todos en la misma proporción? ¿Cuándo el ojo verá la luz y la verdad? ¿Alguna vez el corazón se percatará de los latidos de todos los demás humanos, hermanos? Con luces y canciones se continúa anunciando la nueva y estamos ya finalizando el año dos mil veintiuno y para tantos no pueden ir peor las cosas. A lo mejor, mañana, nace una Niña y en el mundo se doblan los motivos para encontrar la paz, la armonía, la igualdad, la fraternidad, la libertad. ("Cambiad el egoísmo por el altruismo").

jueves, 30 de diciembre de 2010

Los belenes de Navidad

Desnudito Niño-Dios

Tiempo frío de belenes y representaciones navideñas. Y, en todas, el niño desnudo en el portal. José y María, bien abrigados. Los pastores cubiertos de pieles. Herodes y los soldados, vestidos en consonancia con el lujo de la nobleza y el tiempo helado de un diciembre de clima alterado. Sólo el “cagater”, de ocurrencia catalana y por necesidades fisiológicas, aparece con aquella parte descubierta donde, a decir de Cela, la espalda pierde su casto nombre. Y el niño tan pancho, medio desnudo en su miserable cuna, de pajas y palos, con el gesto de la bendición a todos los mortales.

No le corresponden a José, ni a María, ropas tan ostentosas como les suelen poner en cuadros y figuras de portales de Belén. En los Reyes Magos y en Herodes, pueden explicarse, pero los pobres artesanos no se pueden permitir vestimentas de soberanos. Ignoro cómo sería aquel primer belén que, dentro de una cueva, montó Francisco de Asís en el Nochebuena de 1223. Pero, en los que vemos actualmente, siempre, salvo, quizás, excepciones, el niño aparece desnudo, sólo con el paño púdico sobre sus partes íntimas. ¿Cómo explicar el contraste entre este desnudo infantil y las majestuosidad pomposa de las ropas con las que visten las representaciones de sus padres y demás personajes que van camino del portal? ¿Hace frío para unos y no para el más chiquitín? ¿Significa algo tal desnudo? ¿Y qué significan en tal caso el lujo de los ropajes de los mayores? ¿Cómo se puede tener desnudito a un niño recién nacido sobre un colchón miserable de una miserable cuna? ¿Una Navidad tras otra y a nadie se le ocurre regalarle una mantita para cubrirlo? ¿Era más útil el incienso, el oro, la mirra de los magos de Oriente que una buena manta de pura lana virgen?

Hablan los evangelios apócrifos de un buey y una mula que, con su aliento, calentaban el portal, el pesebre o la cueva donde el niño nació. Pero, entonces, si el aliento de aquellos animales era calefacción tan eficaz, ¿cómo José y María siguen vestidos con ropas de abrigo?

Una amistad me comentaba hoy sobre lo que tendría que ver el nacimiento del niño Jesús con los atracones de comida y bebida en todas las casas. Mi comentario fue: eso mismo me digo yo y, por otra parte, al pobre niño siempre nos lo representan desnudito con el frío tan tremendo que está haciendo. ¡Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo!
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