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lunes, 28 de junio de 2021

066 Microcuento EL TEMPLO GRIEGO

 

El templo griego

Antonio García Velasco

Excavar en aquel monte y descubrir las ruinas de un próstilo fue, en principio, un verdadero acontecimiento. Quiso celebrarlo con los amigos, pero alguien le dijo que pregonar o declarar el hallazgo supondría poner aquella tierra a disposición de la administración que, posiblemente, expropiaría.

—Pero si no lo declaras, las consecuencias pueden ser peores —le advirtieron también.

Devino de un hombre tranquilo, estudioso, arqueólogo aficionado a persona marcada, agobiada, apesadumbrada por la carga de un dilema.

Optó, al fin, por declarar su descubrimiento, alegándose que podría ser una contribución a la cultura, a la arqueología, a la historia.

La administración, local, regional, estatal, “no estaba en aquellos tiempos por la labor de invertir en zarandajas culturales. Había crisis y pronto tendrían que centrar esfuerzos en las elecciones. Paciencia en la espera de tiempos mejores”, le dijeron.

Por su cuenta y riesgo ha reconstruido el templo griego y ha invertido dinero y tiempo en convertirlo en atracción turística,

El Ayuntamiento de la localidad está interesado en promocionar la visita al lugar de la reconstrucción, anima la promoción de bares y restaurantes y elogia el esfuerzo realizado como un modo de contribuir a la prosperidad de la zona.



martes, 17 de enero de 2017

34 Un final para el amor de Halewa


Un final para el amor de Halewa

Antonio García Velasco



En aquel tiempo, Córdoba era la ciudad más importante del mundo. Su rey Hixcén poseía un harén prodigioso donde podía hacer realidad todos sus sueños de placer. Los jardines de su palacio poseían baños de marmóreas pilas, con adornos y plantas de exquisitos cuidados y esplendores. Un buen día, entre sus mujeres, descubrió a la hermosa Halewa y tal fue su enamoramiento que mandó a sus mejores arquitectos que construyeran un templo regio para ella, convertida en ídolo. Un día que el glorioso rey buscaba, ansioso de halagos y cariño, los amantes brazos de su enamorada, se encontró que las selectas flores que él había enviado a su amada coronaban las sienes del esclavo que tenía el encargo de guardar a la hermosa Halewa. En aquel momento, lleno de ira, Hixcén tomó la feroz cimitarra y destrozó al muchacho. A ella, por su mandato, la llevaron seis esclavos negros a la más tenebrosa de las mazmorras.