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jueves, 8 de febrero de 2018

40 Los marginados


Los marginados

Antonio García Velasco



Habían desterrado toda suerte de inquina o rivalidad y gozaban de una época octaviana de paz absoluta. Todos se sentían colaboradores de todos y de cada uno. Como si gozaran de una etapa edénica y maravillosa.

Ciertos sectores económicos comenzaron a estar preocupados, pues consideraban que la guerra es más rentable que la paz.

-Resuelven los problemas a base de imaginación y buena voluntad. Si no disponen de otros medios, los inventan. Se ayudan demasiado unos a otros y ya no recurren a soluciones consumistas de compra y venta. ¿Cuál será nuestro papel en un mundo sin rivalidades, sin aspiraciones a ser más que otros por poseer lo que otros no tienen, sin rapiñas ni piraterías? Esta es una sociedad de conformistas y hedonismo barato. Tenemos que buscar soluciones. Los políticos están contagiados por el virus de la colaboración y el bien común y ni siquiera se suben los sueldos sin consultar al pueblo. ¿A dónde vamos a llegar?

-Tenemos que inventar nuevas formas de incitación y dominio, pues están obsoletas las que hemos venido utilizando. Todo el mundo está alfabetizado, se sienten iguales unos a otros, ni siquiera varones y mujeres se consideran rivales. Ni caso nos hacen a nosotros, los dueños del dinero. Se comportan como si vivieran al margen de la ambición de tener.

-Cerrar debemos los grifos de tanta felicidad: la felicidad no produce réditos.

-Paguemos a agentes agitadores que siembren la discordia y desestabilicen este sistema octaviano.

-¿Dónde encontramos semejantes mercenarios, si todos están contagiados por las mismas bacterias de inteligencia de paz y convivencia?

-Seamos nosotros los agitadores. Ellos nos han marginado, han prescindido de nosotros... Son nuestros enemigos.

-¿Y abandonar nuestra confortable mansión? ¿Y rebajarnos a puestos serviles propios de perros fieles? ¿Y exponernos a ser contagiados por los nuevos virus de la vida edénica para todos?

-Si queremos marcar las distancias que han caracterizado a la humanidad desde que el mundo es mundo y seguir siendo los dominadores, tenemos que aventurarnos.

-¿Y no valdría más integrarnos en el sistema? -propuso la voz discordante.

Todos lo miraron con si de un espía se tratase, como si fuese un agente subversivo que actuara por cuenta de los edénicos.

-Es una simple pregunta -se defendió el señalado.

-Significa que estás incubando el virus que se ha apoderado de la humanidad y la hace humanitaria.

Percibió la amenaza y salió precipitadamente de la sala de reuniones.

Los más decididos corrieron tras él. Le dieron alcance en el último peldaño de la escalinata exterior y lo molieron a golpes.

Ni siquiera el cadáver encontrado en la zona de los marginados capitalistas alteró la paz de la cotidianidad ciudadana.


domingo, 1 de agosto de 2010

Sobre la propiedad léxica

Lo humanitario

Antonio García Velasco

Nos dice el DRAE que humanitario, ria. (Del lat. humanĭtas, -ātis) es un adjetivo que significa: 1. Que mira o se refiere al bien del género humano. 2. Benigno, caritativo, benéfico. Y 3. Que tiene como finalidad aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las personas que las padecen. Pues bien, se supone que quienes escriben en la prensa han de tener unos mínimos conocimientos del significado de las palabras que emplean. Pero no siempre es así: en un titular de “El mundo digital” –no visto todavía el diario impreso- leemos: “Pakistán alerta del 'desastre humanitario' por unas inundaciones con 830 muertos”. ¿Cómo puede ser un desastre humanitario? Menos aún con 830 muertos. Claro que también podríamos decir que la gramática –la semántica, la propiedad léxica- no es importante ante un desastre como el de las inundaciones de Pakistán. Si lo decimos así, estaríamos comparando elementos completamente dispares. Y la propiedad léxica es exigible en todo hecho de comunicación.

Se emplea tan mal el término “humanitario” que destaca siempre en contra de los gestos de ayuda humanitaria que, en casos de desastres, han de prestar, y prestan, instituciones gubernamentales, no gubernamentales y personas particulares.

El cuerpo de la noticias en “El mundo” es reincidente en el mal uso del término humanitario: “El ministro de Información, Mian Iftikhar Hussain, pidió ayuda rápida a la comunidad internacional y o (sic) de lo contrario "la situación se convertirá en un gran desastre humanitario". La región, dijo, vive la "peor catástrofe humanitaria de su historia". La impropiedad léxica no es achacable al ministro, supongo, pues hablaría en urdu o inglés. De hecho “El País” recoge las declaraciones del ministro pakistaní de un modo diferente: “Tememos que el balance de muertos aumente una vez que baje el nivel del agua. Nos enfrentamos al peor desastre en la historia de nuestra provincia", afirmó por su parte el ministro de Información paquistaní, Mian Iftikhar Hussain, desde la capital provincial, Peshawar. […] El Gobierno ha declarado el estado de emergencia y ha pedido ayuda internacional”. Lo mismo ocurre en otros diarios.

Por desgracia el error semántico de “El Mundo” no quita tragedia a las espantosas, terribles, desproporcionadas lluvias e inundaciones causadas por el monzón. Esperemos, pues, que les llegue eficazmente la ayuda HUMANITARIA de la comunidad internacional.