Los marginados
Antonio García Velasco
Habían desterrado toda suerte de inquina o rivalidad y gozaban de una
época octaviana de paz absoluta. Todos se sentían colaboradores de todos y de
cada uno. Como si gozaran de una etapa edénica y maravillosa.
Ciertos sectores económicos comenzaron a estar preocupados, pues
consideraban que la guerra es más rentable que la paz.
-Resuelven los problemas a base de imaginación y buena voluntad. Si no
disponen de otros medios, los inventan. Se ayudan demasiado unos a otros y ya
no recurren a soluciones consumistas de compra y venta. ¿Cuál será nuestro
papel en un mundo sin rivalidades, sin aspiraciones a ser más que otros por poseer
lo que otros no tienen, sin rapiñas ni piraterías? Esta es una sociedad de
conformistas y hedonismo barato. Tenemos que buscar soluciones. Los políticos
están contagiados por el virus de la colaboración y el bien común y ni siquiera
se suben los sueldos sin consultar al pueblo. ¿A dónde vamos a llegar?
-Tenemos que inventar nuevas formas de incitación y dominio, pues
están obsoletas las que hemos venido utilizando. Todo el mundo está
alfabetizado, se sienten iguales unos a otros, ni siquiera varones y mujeres se
consideran rivales. Ni caso nos hacen a nosotros, los dueños del dinero. Se
comportan como si vivieran al margen de la ambición de tener.
-Cerrar debemos los grifos de tanta felicidad: la felicidad no produce
réditos.
-Paguemos a agentes agitadores que siembren la discordia y desestabilicen
este sistema octaviano.
-¿Dónde encontramos semejantes mercenarios, si todos están contagiados por las mismas bacterias de inteligencia de paz y convivencia?
-Seamos nosotros los agitadores. Ellos nos han marginado, han
prescindido de nosotros... Son nuestros enemigos.
-¿Y abandonar nuestra confortable mansión? ¿Y rebajarnos a puestos
serviles propios de perros fieles? ¿Y exponernos a ser contagiados por los
nuevos virus de la vida edénica para todos?
-Si queremos marcar las distancias que han caracterizado a la
humanidad desde que el mundo es mundo y seguir siendo los dominadores, tenemos
que aventurarnos.
-¿Y no valdría más integrarnos en el sistema? -propuso la voz
discordante.
Todos lo miraron con si de un espía se tratase, como si fuese un
agente subversivo que actuara por cuenta de los edénicos.
-Es una simple pregunta -se defendió el señalado.
-Significa que estás incubando el virus que se ha apoderado de la
humanidad y la hace humanitaria.
Percibió la amenaza y salió precipitadamente de la sala de reuniones.
Los más decididos corrieron tras él. Le dieron alcance en el último
peldaño de la escalinata exterior y lo molieron a golpes.
Ni siquiera el cadáver encontrado en la zona de los marginados
capitalistas alteró la paz de la cotidianidad ciudadana.