¿Quién se apunta a la guerra?
La guerra forma parte de locos y piratas,
la guerra es carnicera, tiene estampa maligna.
Es vieja como el hombre
mas se renueva siempre con las muertes terribles
de jóvenes soldados y civiles sin años.
No tiene compasión.
Apúntate, muchacho.
No harías otra cosa que lo que hicieron muchos
desde que el mundo es mundo con los hombres a cuestas.
De verdad te lo digo:
estos seres humanos que poblaron la tierra
han vivido en la guerra como viven los peces
en las aguas del mar.
Le ponen a la guerra
nombres de lucha santa. Predican que sus causas
son poner democracias o mejorar la vida
de aquellos ciudadanos
que viven sometidos a tiránicas leyes
Mas son siempre mentiras que esconden al pirata
detrás de su cortina.
Un pirata se oculta
cerrado en los despachos de frío y de dinero.
Un pirata es rapiña del botín de los otros.
La guerra es su negocio.
No extraña que te apuntes y dispares matando.
Te digo que lo hicieron los hombres desde antiguo
y ganaron medallas.
Algunos consiguieron
fortunas y prebendas, tierras y porvenir.
No importa los que mueran en batallas brutales,
los que huyan desterrados.
Importa que los locos se salgan con la suya
y el pirata se apropie
los cofres codiciados.
¡La guerra es tan insana!
Pero la practicaron los hombres desde siempre
y a nadie extrañaría que hoy extienda un reguero
de destrozo y miseria, de sangre y de terror.
Algunos criminales sacarán beneficios.
Apúntate, muchacho,
que la guerra es oficio de piratas, de locos.
Obliga a defenderse
y derrama la sangre de muchos inocentes.
Antonio García Velasco, febrero, 2022
Es inconcebible como mientras cada cinco minutos muere de hambre un niño menor de diez años, los gastos en armamento de los estados crezcan a límites de inversión realmente gigantescos, miles de millones de euros gastados para la guerra, para la destrucción de la humanidad.
ResponderEliminarTengo ya una edad provecta. Lo que lleva consigo, inexorablemente, a adquirir experiencia, que a su vez proporciona un rescoldo de enseñanza...
ResponderEliminarNo he aprendido mucho, pero unas pocas de verdades sí me llegaron.
Una de ellas es que, del mal, no sale el bien: de un recipiente que solo contiene agua, no se saca vino dulce...
Cuando he querido reafirmarme en mis argumentos, he recurrido a mis vecinos.
Así, a mi vecino Tolstoi, le he escuchado decir:
"Una de las causas principales de las desventuras de los hombres es la creencia errónea, de que algunas personas pueden organizar y mejorar la vida de otras, recurriendo a la violencia".
De otra parte, mi vecino Pascal afirma:
"De que sea posible someter a los hombres a la justicia, haciendo uso de la violencia, de ninguna manera se desprende que sea justo hacer uso de la violencia para someter a los hombres".
Por no seguir molestando a mi vecindario, concluiré diciendo, que de las pocas verdades que he aprendido solo una es que:
"la guerra siempre es un mal. Y que el mal del que la gente cree defenderse utilizando la violencia, es incomparablemente menor, que el que se hace utilizando la violencia".
Me voy en paz, a tomar un café con mis vecinos...
.
Antonio,qué bien expresado está en tu poema lo que es la guerra.Como dice Nicolás la guerra es un mal,que atenta contra lo más preciado que tenemos que es la vida.Se trata de justificar por diferentes causas pero siempre es la misma,la económica.Ya la Reconquista que comenzó en las montañas asturianas tuvo como motivación conseguir el botín.
ResponderEliminarLa guerra es una asignatura que tiene pendiente la humanidad, que a estas alturas nos tenía que dar mucha verguenza tenerla suspensa.
Suspendemos siempre la asignatura: "Educación para la paz". ¿Por qué? Tal vez, por un falso sentido de supervivencia o de aspirar a buen estatus social, que no socializador, anteponemos instruirnos para obtener el rédito de un suculento poder adquisitivo. Y nos movemos en ese arrabal que supone el maratón donde adelantamos a otros corredores con envidiable puesto de poder, al abrigo de la corriente presuntuosa de esta inveterada moda y, sin importarnos ser envidiados (más bien alimentando esa envidia) tratamos de llegar a la meta los primeros. Pero, no es lo mismo el sudor del esfuerzo corporal al quemar la grasa sobrante que unas glándulas sudoríparas hiperactivas en el olvido de la dignidad y cuyos goterones constantes inflan, con obesidad mórbida, el orgullo de sentirse superior. La paz contradice al egocentrismo. Esa convicción ha de regarse con el profundo e íntimo contento solidario. La paz es el preámbulo del amor. Cuando el amor nos absorbe la paz sigue al equilibrio humanístico desprendido de la bondad (desterrando el atisbo de ignorancia emotivo) como un miembro inherente al cuerpo de la equidad. Sí, la equidad resulta consustancial al polvo de estrellas del que proceden nuestras moléculas. La guerras, subterráneas o en batallas en demasiados campos abiertos, son desertores patógenos. Nuestro sistema inmunológico sentimental ha de conseguir que recuperen su a.d.n. primigenio. Volvemos a un magno maratón de autoestima colectiva. Recuperable, si en lugar de contaminar con fertilizantes artificiales nuestras raíces para conseguir una abundante cosecha elitista, las abonamos con la naturaleza exenta de podredumbre acomodaticia. La savia recorrerá las ramas sin obstáculos. La clorofila, cual sangre del árbol que crece en las almas, detendrá los rictus malintencionados del rostro convirtiéndolos en sonrisas sin caries escondidas. Con la sana complicidad, voluptuosa en futuro compartido, de los enamorados. Con la sinceridad recíproca. Con la vida de la mano de la vida.
ResponderEliminarExcelente poema para explicar la sinrazón de la guerra. Está visto que el hombre no escarmienta.
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