La
luchadora
Antonio
García Velasco
¡Qué luchadora aquella mujer!
—Mamá, mamá, vente, vente.
—Idos, idos, poneos a salvo. Ya iré yo
con vosotros, ya iré yo.
Tenía rojo de sangre oscura el vendaje de
su pierna herida por la bala del invasor y, pese al desgarro, consiguió
arrastrarse hasta el arma del soldado caído y, para cubrir la marcha de los
suyos hacia un lugar seguro, disparó, disparó al atacante. Hasta agotar el
cargador.
Una bomba destruyó el edificio. Consiguió
ella salvarse de los escombros y, marcada por el intenso dolor, buscaba nuevos
cargadores para su arma defensiva. Sus hijos se habían alejado, llorando,
llamándola, desamparados. Antes de encontrar la munición, un proyectil lanzado
desde un tanque le causó nuevas y graves
heridas.
Dos niños y una niña sin padres fueron
guiados por los voluntarios hasta que cruzaron la frontera junto a miles de
refugiados.
La luchadora de este Microcuento, es un paradigma de persona con Voluntad.
ResponderEliminarEs un personaje literario... Pero ha despertado en mí el recuerdo de otro personaje, real, que me impresionó al leer su obra: Schopenhauer.
La muerte de su padre, que cayó por la ventana de un granero a un canal, sea por accidente o suicidio, produjo en Arthur una profunda depresión.
Salió de ella con un esfuerzo de voluntad. Y en los siguientes 10 años escribió la mejor parte de su obra...
A partir de ella escribió Goethe, refiriéndose al autor:
"Yo lo encuentro lleno de espíritu".
Autor que piensa:
"La voluntad es el impulso de vivir. La voluntad es la facultad que determina la acción. Es infatigable.
La inteligencia sólo es una facultad al servicio de la voluntad".
Creo que se puede equiparar perfectamente la personalidad real de este filósofo, con la personalidad vital de la protagonista de este Microcuento de nuestro amigo Antonio García Velasco...
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"
Valiente es un adjetivo aplicable tanto al género masculino como al femenino. Pero, bien podría pasar por un participio activo: valente, quien se hace valer. Para mí, el valor tiene una connotación benefactora. Quienes se sobrevaloran o escalan dañando los hombros de los demás merecen otros adjetivos. Las personas hemos de apreciar e, incluso, ensalzar, dados los tiempos que corren, los actos inherentes a la condición de herederos de la bondad.
ResponderEliminarDesafortunadamente el dolor del ser humano puede llegar a ser infinito. Está escena cruel la estamos viendo a diario en la pantalla. Aún en el siglo XXI el ansia de poder y destrucción, para algunos, no tiene límites tampoco, pero la voluntad férrea de otros por la libertad y la protección de lo que es suyo es la escalera de la vida. Saludos, Herrera.Ana Herrera.
ResponderEliminarMa ha venido a la cabeza el poema de Yehuda Amijai que tanto me impactó cuando lo leí:
ResponderEliminarEl radio de la bomba tenía treinta centímetros
y el radio de su impacto unos siete metros
y dentro, cuatro muertos y cien heridos.
Y alrededor, en un círculo más amplio
de dolor y tiempo, destruidos dos hospitales
y un cementerio. Pero la joven
enterrada en el lugar del que
había venido, a más de cien kilómetros de distancia,
agranda mucho el círculo
y el hombre solitario que llora su muerte
en la remotas regiones de uno de los lejanos países del mar,
incluye en el círculo al mundo entero.
Cuanto dolor.
Ante el peligro inminente que acacha a los hijos,una madre lo da todo para ponerlos a salvo,no se si por voluntad , por valentía o simplemente por instinto.En este caso no le importa separarse de ellos ni su misma vida.En el microcuento aparecen tres hijos pero actuaría igual si solo fuera uno./María Serena.
ResponderEliminarCreo, María, que esas actuaciones humanas se producen por una mezcla de instinto consustancial y valores adquiridos durante generaciones que afloran con más fuerza en determinados individuos.
ResponderEliminarMuy cierto/María Serena
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