El
banquete de los chimpancés
Antonio
García Velasco
Que
los élitros de los insectos estén perfectamente sincronizados no impedía que
formaran parte del banquete que se estaba dando aquel grupo de chimpancés.
Tenían de todo: frutas y plantas, insectos, huevos y carne, incluida carroña.
Se manifestaban felices ante la abundancia. Uno de los insectos trató de abrir
sus élitros para dejar libres sus alas voladoras, tan finas y sensibles. Un
manotazo lo redujo a bocado inmediato.
¿Qué
manotazos podemos dar nosotros a tantos elementos de control como nos cubren y
vigilan las veinticuatro horas del día? Y si eliminamos algunas galletitas de
las que nos invaden, ¿cuántas nos quedan por suprimir todavía? Nadie puede
librarse hoy del Gran Hermano.
Pero
¡oh incongruencia!, yo soy parte del Gran Hermano que vigila y estudia los
chimpancés.
Buen micro amigo Antonio, cada vez estamos más expuestos a los controles que hemos creado nosotros mismos.
ResponderEliminar¿Preocuparnos por un supuesto "control" que nos manejase, a modo de marionetas?
ResponderEliminarLa Naturaleza es sabia. Y maestra. Podemos aprender de ella. Y eso hizo Darwin, en su Teoría de la Evolución:
"Nuestra ignorancia de las leyes de la variación es profunda.
Ni en un solo caso entre ciento, podemos pretender señalar una razón por la que ésta o aquella parte de un organismo ha variado.
Podemos comprender por qué la Naturaleza es pródiga en variedad y avarienta en innovación, pero nadie podrá explicar por qué tiene que ser esto una ley de la Naturaleza".
El azar tiene un "poder" sobre los cambios en grandes conjuntos naturales o sociales, que sería ingenuo pensar en nuestro "poder" para conseguir modificaciones a capricho: ni hacerlas ni recibirlas (sin salirnos de la insignificancia pasajera...).
Volvamos al sentido común...
.
Siempre la buena o la mala voluntad es la da sentido o sinsentido al progreso. Podemos estudiaremos a nosotros mismos. Y, lo consideraré progresista si los datos descubiertos se encaminan, como objetivo último, a evitar o curar enfermedades enfermedades, a ralentizar procesos degenerativos, a paliar el dolor... Lo consideraré un retroceso si dichas observaciones conllevan el proyecto de agrandar, incluso sofisticadamente, el poder mortífero de las armas. La paz es una quimera cada vez más lejana. Pero, entre tanta tensión, la solidaridad que logra abrirse paso entre tanta matorral selvático, condensa una convicción titánica por aflorar el buen espíritu de la condición humana, tan latente, tan escondido, tan enredado en añagazas.
ResponderEliminar¡Qué vuelen los élitros de los insectos, en esta primavera y en las siguientes, para polinizar las plantas y convertir las impenetrables selvas y hostiles desiertos en vergeles. Tomemos nota los humanos si queremos seguir sobre la faz de la tierra. Apremia reencontrarnos con los valores de vivencias, en recíproca armonía, para la que, sin duda, hemos sido encarnados.
Hoy en día debido al desarrollo de los medios de comunicación y redes sociales nos hemos convertidos en observadoes y objeto de odservación del comportamiento de los otros.
ResponderEliminarEs como si hubiésemos abierto nuestros
élitros que protegen nuestras alas más vulnerables y las hubiésemos dejado a la intemperie,con el peligro que eso supone./María Serena.
El enfoque que se le puede dar a un relato es múltiple y se da en forma de diferentes estilos. Se puede relatar un hecho, simplemente, en el que se narra una acción a la que hay que sacar parte de su contenido que subyace en el desarrollo. También se puede definir ese contenido aclarando con palabras la idea final que se persigue. O se pueden mezclar ambas cosas. Todo depende de la labor narrativa que desee el autor.
ResponderEliminarEn ocasiones, he tenido que leer un relato corto de este autor varias veces porque recogía una idea más complicada de lo que aparentaba. Y trasladándonos a ese mundo animal del que nos habla en el presente, vierte la mezcla necesaria para que de unos monos saquemos las relaciones que se divisan hoy como controles en el género humano.
De aquí, que metiéndonos en ese alarde destructivo que el mono lo hace para subsistir, comiéndose el insecto; vemos como a nuestros congéneres lo abaten motivados únicamente por la perversidad, la conquista o el odio. Se mueve todo en aras del poder y de la fuerza, un manotazo o una bomba con el deseo de apoderarse de algo. Pero hay prioridades en ambos casos: el mono se manifiesta feliz ante la abundancia por tener todo lo necesario para la comida inmediata, o sea, subsistir; no obstante, como decía aquella frase nihilista en la película de "El planeta de los simios", "el hombre es el único animal que mata por placer", y así lo estamos viendo hoy en día, sin remordimientos, con la capacidad destructiva de matar inocentes.
Es cierto que se nos vigila en todos los órdenes para obtener ganancia y control, nunca ha estado tan presente el guardián de "El proceso" de Kafka como en estos tiempos. Se destroza a los seres humanos atendiendo a la justificación de que se cierne una amenaza, matamos porque nos invade el odio de raza, porque nos creemos superiores, o por episodios antiguos que no se saben de dónde vienen, y se nos cortan las alas para que no podamos escapar. Una historia de poder y degradación del ser humano.
Cualquiera que sea tu punto de vista formal, Antonio, siempre el relato es excelente.