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miércoles, 13 de marzo de 2019

006 Microcuento El discurso político


El discurso político

Antonio García Velasco



Pese al aguijonazo que le producían sus hemorroides, Adela Casciani, estuvo brillante en su discurso, embrujó con su labia, convenció con su verbosidad chispeante y, por supuesto, persuasiva.

-Mis más sinceras felicitaciones -le dijo el Secretario General del Partido.

-Pues más fastidiada estoy -respondió ella, sonriendo, no obstante.

-Debes estar satisfecha por los aplausos recibidos. Tu discurso ha sido genial.

-Pero las almorranas no me están dejando vivir -bajó la voz hasta hacerla confidencial.

-El resultado de las próximas elecciones será como un referéndum unánime a nuestras propuestas de gobierno. Ganaremos.

-¿Y pondremos en marcha una sanidad eficaz, garante de las salud de todos los ciudadanos?

-Y de las ciudadanas que padezcan hemorroides -sonrió el Secretario.

-No me hace ninguna gracia. Ya tendrías que estar como yo.

-Hay remedios, Adela.

-¿Y te crees tú que no me los aplico?

“Disculpa”, añadió. Se retiró a los servicios y se dio cuenta de que sangraba por salva sea la parte.

Murió desangrada antes de que la ambulancia llegara al hospital. Su magnífico discurso electoralista quedó como una simple marca en el recuerdo.



lunes, 22 de enero de 2018

22 El comentario de los Rayas


El comentario de los Rayas

Antonio García Velasco



Notable resulta que siempre hable del pauperismo del país, que lo que denuncie, que reclame soluciones inmediatas, mientras él cobra una sobresaliente cantidad mensual por el mero hecho de ser diputado al parlamento. Justifica su trabajo hablando de los menesterosos, a quienes, en la realidad, no conoce. Se lo dijeron así y, entonces, fue a visitar a la familia que más fama tenía de pobres. Buscó los datos en los ficheros más recónditos: niños en el comedor escolar, pues los padres sólo disponían de nómina de cuando en cuando; cobros de desempleos desde tiempo inmemorial; vivienda proporcionada por el ayuntamiento; asistencia frecuente al comedor social...

-No puede haber otros que pertenezcan con más causa al pauperismo de estos lares -se dijo. Y tomó la determinación de visitar la vivienda.

La televisión plana con la última tecnología fue lo primero que golpeó su rostro; teléfonos móviles de alta gama de los que él mismo no tenía noticia aparecieron en los bolsillos de cada uno de los miembros de la familia, incluida la niña de diez años; colgantes de oro macizo en el cuello de los mayores; un paraguas con empuñadura dorada en el paragüero de la entrada...

-Se supone que sois pobres...

-Y lo somos -explicó el padre-. Ni oficio ni beneficio tengo, parado llevo más de dos años.

-Pero, todo esto...

-¡Bah, caprichitos!... Que también los pobres tenemos derecho a disfrutar los adelantos... ¿o no le parece justo?

-Si, claro -dijo el político-. Y tanto que me alegro, porque creo muy justo acabar con la pobreza, con la miseria toda... Derecho no hay a que haya personas en la indigencia.

Se despidió confundido. "¿Cómo explicar lo que he visto, cómo?", se preguntaba una y otra vez.

Al día siguiente, en el parlamento, se informó de una serie de medidas para acabar con la economía sumergida. La televisión dio la noticia de la intervención policial llevada a cabo contra la distribución de estupefaciente. Entre los detenidos quiso reconocer al padre de la familia que había visitado. A los dos días, un parlamentario murió a manos de unos pistoleros que lo esperaban a la salida de su casa. El asunto del terrorismo llenó las portadas de los periódicos y abrió el sumario de los telediarios y noticieros radiofónicos durante una semana.

"Ha encontrado su merecido. Vino a visitarnos como si fuese un caritativo defensor de los pobres y luego dio el chivatazo a los guardias. No tiene perdón... Ni hablar, que muerto y bien muerto está". Fue el comentario de los Rayas.

jueves, 13 de abril de 2017

Microrrelato 120 Los uredíneos


Los uredíneos

Antonio García Velasco



En su conferencia afirmó que ciertos políticos son unos auténticos uredíneos, o sea, hongos parásitos que producen en el pueblo la roya y el tizón. "Si la roya es un honguillo a modo de polvo amarillento que ataca con su parasitismo a ciertas plantas, el tizón es un hongo pequeño que vive, sobre todo, de los cereales y en los cereales..." Un notable político presente en la sala le increpó: "Yo no soy un parásito de nadie, vivo por y para el pueblo, trabajo por el bien de todos, me preocupo por el bien de la comunidad... Le exijo que retire usted el calificativo de uredíneos". "Uredíneos es un sustantivo, señor". "No estamos discutiendo cuestiones gramaticales". "Estamos hablando de hongos parásitos... ¿Y no es cierto que el pueblo con sus impuestos paga los sueldos que los políticos se han asignado, sin contar con los pagadores? Pues en eso estamos: las plantas que sirven de alimento a los hongos no han sido consultadas sobre si los quieren o no". "El pueblo vota y elige". "Y, ¿quiénes deciden después contra el pueblo?" Todavía, sin visos de acuerdo, siguen discutiendo la conferenciante y el político.


lunes, 13 de marzo de 2017

Microrrelato 90 Aquellos novatos alcohólicos


Aquellos novatos alcohólicos

Antonio García Velasco



Parecía que aquellos alcohólicos novatos no se daban cuenta de que iban cantando, a altas horas de la noche, por la zona de más postín de la ciudad. "El poder es del dinero, / los políticos son siervos. / Unos son los manijeros, / otros los peones hueros. / El poder es del dinero, / los políticos son siervos". Algún vecino adinerado llamó al político responsable; el político responsable llamó a la policía; la policía llamó al orden a los alborotadores; los alborotadores se llamaron unos a otros, se callaron, se dispersaron, corrieron dando tumbos de borrachos. Un muchacho, que se había despertado y asomado a la ventana, grabó la escena con su móvil. Por la mañana, preguntaría a su padre que qué querían decir aquellos gamberros con sus cantos.