Día
Internacional de la Felicidad
Antonio García Velasco
En este empeño contemporáneo de
sustituir el santoral por los “días internacionales” de esto o aquello, el 28 de junio de 2012, la Asamblea General de las Naciones
Unidas
instituyó el Día Internacional de la Felicidad que se habría de celebrar el 20
de marzo de cada año. Fue una iniciativa del Reino de Bután, situado en el
Himalaya, pues allí la felicidad es más importante que el PIB o producto
interior bruto.
La Constitución española de 1812
establecía en su artículo 13 que “El
objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda
sociedad política no es otro que el bien estar de los individuos que la
componen”. Muy olvidado tenemos un artículo como ese. Acaso por lo del 13.
Los mensajes que circulan por las redes
de comunicación son, con frecuencia, recomendaciones para ser feliz. Pero
¿seremos más felices por celebrar una vez al año el Día Internacional de la
Felicidad? Servirá, al menos, para recordarnos esa necesidad de ser felices,
aunque tal sentimiento sea tan efímero como una pompa de jabón.
Ni gobiernos ni gobernantes parecen
estar hoy por la felicidad de los ciudadanos. Aquellos, los gobernantes, sí que
parecen afanados en conseguir su felicidad centrada en el poder por el poder y
el dinero que puedan conseguir. Pero pierden de vista el bello objeto que
establecía aquella primera constitución española.
Nos preguntamos: ¿Se puede ser feliz con
una amenaza permanente de subida de impuestos? ¿Con una vigilancia extrema que
te coloca, sin mediar aviso, una multa-recaudatoria por parar un momento en una
mediana, poco antes de que pasara por allí el mandado policía de turno armado
de cámara fotográfica y pistola? ¿Se puede alcanzar la felicidad si no te llega
el sueldo a fin de mes? ¿Se puede pensar mínimamente en ser feliz contemplando
el panorama actual de injusticia distributiva donde unos pocos acumulan la
riqueza frente a la multitud empobrecida? ¿Qué nos va a remediar el Día
Internacional de la Felicidad? ¿Pondrá las primeras piedras para evitar las
guerras, la pobreza, la desigualdad social e internacional? ¿Nos dirá quienes
son los responsables de facilitar la vida que, por el contrario, la
obstaculizan en provecho propio? ¿Empezará a quitar barreras a la migración y a
poner fin a sus causas?...
Aún sin respuesta a tantas
interrogantes, celebremos, con la felicidad que nos permita nuestra salud y
circunstancias, este 20 de marzo de 2016, Día Internacional de la Felicidad.
Amén.