Poesía de la experiencia
Antonio García Velasco
Sin preocuparos por los calcetines
perdidos en proceso de lavado,
os marcháis tan campantes a los cines
que en playas de verano han instalado.
Os gozáis con los filmes y los fines
felices y después tomáis helado
al frescor de la noche y libidines
si al cuerpo le apetece ya acostado.
Y el pobre calcetín sin su pareja,
llorando amargamente y sin poder
encontrar un consuelo con la queja
a un amigo del alma, sin tener
a quien contar su angustia y su conseja.
¡Qué triste vida damos sin querer!
Precioso y sencillo Antonio. Un abrazo
ResponderEliminarTal vez ese calcetín desparejado,
ResponderEliminarencuentre su pareja en otro lado.
Debajo de la cama,todo arrugado,
o en el fondo del sofá desparramado.
Saludos
Ciertamente, María, tú lo has dicho:
ResponderEliminarel calcetín, tal vez, se haya olvidado
en un rincón cualquiera de la casa.
Debe tener paciencia el desdichado.
Muy ingenioso y acertado. Enhorabuena
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