martes, 25 de diciembre de 2012


La pensión de expresidente. Cuento de Navidad 2012

Antonio García Velasco

A José García Pérez que el otro día celebraba mis cuentos cortos. Con mis deseos de Felicidad para todos.

Me lo encontré por Navidad. El que había sido presidente del gobierno de los recortes, la austeridad y el ajuste se quejaba ahora de que su pensión había disminuido tanto que no le permitía ni unas vacaciones con el Imserso en un hotel de tres estrellas. Es cierto que los tiempos han cambiado mucho desde que las políticas económicas están dirigidas por tecnócratas que sólo saben de cuadraturas de déficits y de protección de los intereses de los banqueros. Pero que el expresidente se queje, como el coronel de García Márquez, de que no le llega la pensión es ya muy preocupante,

Hay quien dice que tiene lo que se merece, que quien siembra ajustes y supresiones de pagas extras recoge cosechas de falta de liquidez en los bolsillos personales.

-Fíjate tú, me decía, que tengo un dolorcito aquí en el lado derecho, a la altura del hígado, y no me atrevo a ir al médico.

-¿Por qué? -pregunté extrañado-. La salud es lo primero.

-Temo que el copago me desequilibre el presupuesto de este mes y el de los venideros.

-¿El copago? -volví a preguntar como quien no sabe de qué va el asunto.

-Sí, bueno. Ya sabes. Hubo un tiempo, ¿quién gobernaba entonces, quién?, en que los ministerios, en vez de tratar de rebañar lo más posible para atender sus necesidades, competían por ver quienes contribuían más al ahorro del gasto público o era capaz de aportar más dinero a las arcas del estado. Hasta el Ministerio de Sanidad trató de recaudar e implantó el copago por asistencia médica, traslado al hospital de los enfermos crónicos, receta de medicamentos, etc. etc. Si voy al médico y me manda revisiones periódicas y tengo que ir al hospital, mi pensión no da para tanto. Y si, además, hay que pagar una parte de las medicinas... ¿Lo entiendes?

-Y, ¿quién gobernaba cuando eso ocurría?

-La verdad es que no lo recuerdo. Pero, sin duda, el que fuera había olvidado aquel artículo precioso de la Constitución de 1812 que decía "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen".

-De esa Constitución hace ya mucho tiempo. Y, además, sólo estuvo en vigor un par de años.

Me miró sorprendido, como quien oye hablar a un extraterrestre. Y dio por terminada la conversación. Me deseo rutinariamente Feliz Navidad y se marchó con su paso lento, arrastrando los pies, renqueante, murmurando: "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación. Y no, no me hacen nada feliz los políticos de hoy en día”.

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