Los
quehaceres culinarios
Antonio García Velasco
Sentada en el balcón frente a la playa,
se encontraba cabizbaja, preocupada, profundamente acongojada. Pero tenía que
ocuparse de la comida y se levantó con presteza. Entró al aseo, orinó y, tras arreglarse la ropa, se lavó las manos con jaboncillo medicinal y
aromático. De inmediato, pasó a la cocina para marinar el pescado: sus hijos
llegarían pronto del colegio y quería tenerles la mesa preparada. ¿Y si él se
presentaba de nuevo? No estaba dispuesta a seguir soportando sus malos modos,
sus amenazas, sus imposiciones.
-Hola, amor -llegó Ernesto, su marido,
saludándola con un beso.
-Hola, cariño, confieso que no te
esperaba hoy.
-He terminado el trabajo
satisfactoriamente y vengo con dos días de permiso... Más sábado y domingo.
¿Por qué estás tan inquieta?
-Los niños vendrán pronto y quiero
tenerles la comida. Siempre llegan hambrientos.
-Yo te echaré una mano.
-Disculpa un momento -se retiró de nuevo
al cuarto de aseo.
Escribió en el WhatsApp: "Mi marido
estará en casa hasta el lunes". Después regresó a los quehaceres
culinarios.
Desde luego "él" puede ser cualquiera.
ResponderEliminarHabitamos con la constante presencia del preconcepto.
El prejuicio se conforma en la realidad que tantas veces nos desborda y, a la vez, doma la amplitud de posibilidades ante una situación determinada y la enfoca hacia la más común. Cuando alguna desavenencia tiene la apariencia de recurrente la solemos achacar a alguien cercano. Y, casi siempre lo es. Pero, no siempre acertamos en señalar el tipo de cercanía.
Hoy en día, aprecio mucho entrenamiento del cuerpo y poco entrenamiento de la mente y del alma. Conforman una trinidad complementaria. Si se descompensa, nos cogerá a pie cambiado lo imprevisto.
ResponderEliminar"Los quehaceres culinarios" representan una acertada alerta. La vida es una interconexión del todo de nosotros mismos con el todo del entorno. Sí, esa palabra viene a colación: holística.
“Siempre he manifestado que una novela o relato debe abrir puertas por donde escape la imaginación del lector. El mini relato de Antonio García Velasco “Los quehaceres culinarios”, nos muestra la tendencia del autor a darnos salidas para enfocarlo desde la perspectiva del lector con la estimable ayuda del autor.
ResponderEliminarPrimero: ella está en sus quehaceres, pero asegura temerosa “¿Y si él se presenta de nuevo?, no soportaría los malos modos, sus amenazas, sus improperios”
Segundo: se presenta el marido y todo transcurre como una balsa de aceite, hasta se presta a colaborar con la comida: “Yo te echaré una mano”
Tercero: Entra en el cuarto de baño y advierte con el móvil, “Mi marido está en casa hasta el lunes”.
No se pueden dar más opciones desde donde se pueda interpretar un relato con tan pocas líneas; y así pregunto, a) ¿de quiénes son los malos modos, del marido o del amante? b) ¿El marido es una persona que tiene dos caras, la de los malos modos y la del buenazo de la llegada a casa? c) ¿A quién llama, seguro que es al amante? d) El de los malos modos es el amante, a quien a pesar de todo desea ver?
Yo tengo mi opinión particular sacada de su lectura, y me hallo en posesión del relato completo, aunque la solución está en quien lo lea.
Estupenda implicación del lector.
Carlos Guillermo Navarro
Escritor
Carlos, he introducido, según tus indicaciones, el comentario a este microcuento. Gracias por sus comentarios que, ciertamente, ocupan más palabras que éste. Gracias.
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