domingo, 24 de mayo de 2020

0028 Microcuento Vanesa y el poder totalitario


Vanesa y el poder totalitario

Antonio García Velasco



Vanesa estaba convencida de que la tentación del poder podría ser superior a la del dinero, quizás porque el poder da dinero, hace adueñarse de dinero, manipular dinero. Cuando se hablaba del erotismo del poder, ella pensaba solamente en que también el poder facilita los placeres de Eros. Muchos monarcas han dado ejemplo de ello, muchos poderosos se habían beneficiado de su posición para conseguir el favor de las mujeres más deseables. A ella la había tentado un poderoso. Se negó en rotundo a esa forma de prostitución y, acaso en el fuego de la rabia, escribió los siguientes versos:



A ti que buscas poder totalitario



Es un perverso afán ese deseo

de poderoso ser. ¿Te mueve a extremos

esa locura ciega y testaruda

que ni reparas en las consecuencias?



¿Nos quieres mal a todos y a ti mismo

te quieres bien y por encima tanto?

¿A qué intereses sirven tus poderes?

¿A qué sombrajos quieres reducirnos?



¿Es tu querer que estemos sometidos

a tu exclusiva voluntad suprema?

Nos vas limando los dineros nuestros,



nos vas marcando los caminos fijos,

nos vas sembrando las consignas tuyas...

¿Cuándo será que tu ambición se pare?





Bastante tiempo estuvo temiendo publicar su soneto de verso blancos. A veces, al releerlo, se le iluminaban los colores de la indignación. Otras, la niebla de la duda o los sombríos bocados del temor. Por fin, los lanzó al viento del desafío por todos los medios a su alcance. Una semana después de que sus palabras comenzaran a dejar huella en los corazones de sus lectores, cuando llegó a su trabajo, recibió una carta de despido y la comunicación del finiquito: despido improcedente, rezaba la carta y en las explicaciones del empresario: “¿Tú crees que si realmente fuese competente en su trabajo iba a despedirla con una justa indemnización, según tiempo trabajado? Para quitármela de encima la he despedido así, sin discusiones. ¡Menuda pájara, que Dios me libre de las aguas mansas!”


1 comentario:

  1. Estamos inmersos en un mundo de intereses. Todo se entrelaza; el pensamiento propio no puede ir en contra de don dinero; no, sin castigo.
    Ser honesto en un mundo de practicidades interesadas, a veces, demasiadas veces, se paga caro. Se arriesga uno a la marginalidad. El único consuelo es considerarse digno de uno mismo; eso queda en los adentros; trasciende sólo a espíritus sensibles; eso significa comprensión; no implica solidaridad concreta.

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