Los huevos de tortugas marinas
Antonio García Velasco
Estaban atentos a la época de huevar las caguamas o tortugas marinas. Iban a desenterrar los huevos a la playa y, con los mismos, preparaban unos potingues aderezados con salsas y especias, para servirlos crudos, anunciando su poder afrodisiaco.
—¡Leyendas! —exclamó Rosa—. No tomaré ese
brebaje
ni soñando.
En ese momento, los senderistas
tratábamos de cruzar un arroyo por la pontana o losa que cubría el cauce. Se
hundió al pisarla aunque íbamos de uno en uno. No obstante, vencimos la
dificultad y pudimos continuar la ruta trazada. Llegamos, por fin a la
instalación playera donde servían los huevos de tortuga y donde nos alojábamos
en bungalós.
—Rosarito, tú cierras los ojos y te
tragas el bebedizo sin pensar.
—No me lo tomaré por nada del mundo.
Además, lo he visto en un video: esos huevos tienen mucho colesterol y pueden
contener minerales cancerígenos o tóxicos debido a los peces o animalitos que ingieren
las tortugas. ¡Todo está contaminado, amigos míos!
Carlos, la pareja de Rosa, se tomó uno y
repitió encantado, seguro de sus poderes energéticos potenciadores de la
libido.
Ignoramos si por sugestión o por efectos
reales, pero, según pudimos apreciar a través de las finas paredes del
bungaló, la inspiración de Carlos tuvo que llegar muy motivada y Rosa
experimentó un recitado de poemas que fue más allá de lo esperado.
A la mañana siguiente, se comentó que, en
las otras dos parejas, la noche había pasado en la normalidad. Y hubo bromas
sobre "las malas condiciones aislantes" de los alojamientos.
Pese al rubor de Rosa, nos absolvieron de
las cargantes risas de nuestra celebración antes de emprender el recorrido de
la nueva ruta senderista programada.
Al regreso, todos estábamos seguros de lo
que Carlos iba a tomar, pero nos sorprendió el hecho de que Rosa, aun con cara
de asco, tomó lo mismo.
¿Hasta qué límites nos llevan las sugestiones de las creencias colectivas aunque choquen contra los raciocinios? Todas las culturas, antiguas y modernas, cuajan sus trayectorias con designios de dioses. Resulta fácil desdeñarlas como anacrónicas si nos son ajenas por su lejanía. Pero, quienes han crecido en el seno de unas determinadas costumbres y sus antídotos para prevenir las adversidades, ¿quién no usa éstos últimos para evitar reveses? ¿Quién desoye sus cánones para convocar la suerte? ¿Quién deshecha totalmente supuestas y rechazadas supersticiones cuando el viento le sopla de popa con sus ocultos rituales? No creemos hasta que creemos. Demasiadas veces nos falta valor para confesar las contradicciones en las que incurrimos. Forman parte de nuestra naturaleza evolutiva. Tenemos poca fe en el conocimiento de nosotros mismos. Nos influye negativamente la imagen que queremos proyectar hacia el exterior. Nada tiene que ver con la coherencia del propio devenir. Faltan muchos parapetos sociales que retirar para una corriente fluida del río de la vida que sentimos.
ResponderEliminarEl microrrelato concebido en los términos que acostumbra Antonio García Velasco casi siempre se mueve en una exposición de arranque, nudo y desenlace. Lo he repetido varias veces, y lo digo para que se vea como una página que es el caso de este relato de "Los huevos de las tortugas marinas", constituye un arranque a) lo que se manifiesta sobre el valor de los huevos de las tortugas; un nudo central b) la llegada a los bungalós y la comida con el poder energético potenciador de la líbido en la noche de "un recitado de poemas que fue más allá de lo esperado"; y un final c) con un poema de placer a dúo por la sorpresa que motiva Rosa. García Velasco siempre tan acorde con una narrativa, aunque corta, novelada, y muy buena utilización lingüística.
ResponderEliminar