viernes, 26 de marzo de 2021

059 Microcuento EL MATRIMONIO MORGANÁTICO Y LOS CANDILES

 

El matrimonio morganático y los candiles

Antonio García Velasco

 

Discutían sobre la idea de que hablar de matrimonio morganático, en estos tiempos de luces eléctricas, era algo semejante a alumbrarse con candiles o quinqués. Se prendió en tanto ardor que, al llegar a casa, el marido tuvo que aplicarle cataplasmas fríos para calmarle la fiebre.

—¿Hablar hoy de linajes inferiores? —preguntaba con vehemencia.

—Siguen existiendo diferencias sociales. Si lo prefieres, diferencia de clases. 

—Unos tienen más dinero que otros, pero, ¿linajes? ¿Nobles y plebeyos? ¿Príncipes y lacayos? Dispones de luz eléctrica y te alumbras con un candil —gritó.

El marido le dijo, ya de vuelta al hogar: "La conversación derivó a cháchara".

—¿Inútil? ¿Consideras que la charla que hemos tenido ha sido frívola, nimia, inútil?

—Cháchara.

—Mariola tiene todavía ínfulas de nobleza y considera a su marido de clase o linaje inferior.

—¿Y qué más nos da?

—¡No se pueden usar hoy términos obsoletos! Matrimonios morganáticos... ¡Valiente incongruencia en los tiempos actuales!

—¿Es para ponerse como te has puesto?

—Es que no lo soporto, Manolo, es que no lo aguanto.

—¡Cálmate!

No hubo calma. Tanto se sofocó que, al somatizar la irritación, comenzó a dolerle la cabeza y a subirle la temperatura.

Lo primero que hizo al día siguiente fue escribir un mensaje en el móvil para Mariola: "En la actualidad no se suelda el oro con crisocola. Ni nos alumbramos con quinqués". Fue después a encender la vitrocerámica y no había corriente. El móvil anunciaba batería baja y no podía recargarlo. El televisor no funcionaba, ni tampoco el ordenador. En la radio de pilas pudo escuchar que, debido al temporal, una avería en el tendido eléctrico había dejado sin suministro un amplio sector de la ciudad. Tardarían más de dos días en la reparación...

Aquella noche tuvieron que alumbrarse con linternas y, a la siguiente, agotadas las baterías, con velas. Si la reparación se retrasa, ¿habrá que recurrir a los candiles o quinqués?

 

 

4 comentarios:

  1. Sin entrar en la cuestión morganástica y su significado como algo anacrónico, teniendo ya un rey casado con una plebeya con sus derechos, sí es evidente que el momento actual se sostiene sobre un proceso evolutivo que superó el anacronismo en todos los sentidos, pues somos lo que somos por lo que fuimos e hicimos; pero si desaparecen los medios creados para el cambio habido, se derrumba todo y volvemos a los recursos del pasado para afrontar un presente con sus peculiaridades. La pregunta sería: ¿Podríamos resolver nuestros problemas actuales prescindiendo de los adelantos que nos ofrece el presente, usando en exclusiva los viejos recursos? Solo me queda pensar que es bueno saber lo que había antes y cómo funcionaba aquella vida, tal vez así conozcamos la forma de afrontar esta hipótesis que se plantea con los recursos del ayer para el presente. Estudiar el ayer refuerza nuestra capacidad para afrontar el presente.

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  2. Muy actual, a pesar de que los que no somos de sangre azul desconozcamos este término que define al matrimonio entre dos personas de rango social desigual. Probablemente deriva de los términos (matutino) y gabe (don). Se conocía también como «matrimonio de la mano izquierda» porque en este tipo de matrimonio el novio sostenía la mano derecha de la novia con la suya izquierda, cuando lo normal es hacerlo al revés. Antonio García Velasco, gracias, siempre se aprende con tus magníficos relatos.

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  3. Venimos remontando el río de las paradojas sociales sostenidas en peanas que no han pasado el tamiz de los delirios de grandeza. Sin ellos, no habría diferentes colores de sangre, ni castas, ni tribus... ni "divide y vencerás" tan en boga aún la actualidad, eso sí, tras parapetos subrepticios tan sofisticados que a la mayoría se nos hace difícil distinguir con seguridad los espejismos. Echemos una ojeada a la cotidianeidad del conjunto: los más de siete mil millones de personas aferrados a la gravedad del planeta Tierra. Echemos otra ojeada tanto a las fronteras geográficas como a las morales. Desde la sensibilidad, para un tercer intento ya nos escocerán los ojos: habremos de enjuagarlos en el agua clara del estado del bienestar o en desatada rebeldía.

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