El
veredero
Antonio
García Velasco
Enfáticamente
decía que él era el veredero en la paz y en la guerra. Lo más espantoso que le
ocurrió tuvo que ver con la lectura improcedente de un documento. No tenía que
haberlo leído, pero... En el escrito se hacía una lista de los caídos en la
batalla y, en tal relación, con su nombre y apellido, figuraba él.
—Pero
yo estoy vivo —se dijo— O, acaso, estoy muerto y no me he dado cuenta. Y me creo
vivo, cumpliendo mi misión de repartir informes.
Cuando
se presentó al comandante estaba temblando. Le entregó el parte.
—¡A
sus órdenes, mi comandante! Si no tiene otra misión para mí...
El
oficial estaba leyendo la lista de los caídos y no respondió de inmediato.
—¿Por
qué figuras entre los muertos, Peter? —le interrumpió.
—Lo
ignoro, mi comandante. Debe tratarse de un error...
En ese mismo instante, el proyectil de un bazuca hizo explosión
cerca de ellos y el soldado, veredero Peter, fue arrojado contra la pared por
la onda expansiva.
La insensatez relatada a través de una palabra certera e irónica.
ResponderEliminarLos idus de marzo le fueron adversos a Julio César. Esas ceremonias que hoy consideramos, además de arcanas, anacrónicas, quizás simbolicen los presagios humanos. A veces se cumplen: en unas ocasiones de forma desgraciada, pero, en otras, actúan como un placebo bienhechor por la propia predisposición al optimismo. Por muy realista que uno trate de ser, siempre signos que de haberlos transcrito a la previsión no se hubieran convertido en sino indeseado.
ResponderEliminarfe de erratas:...siempre vuelan cerca siluetas de signos...
ResponderEliminarTal vez pueda haber en la vida una asincronía entre el tiempo y los hechos. La muerte firmó su sentencia y, antes de cumplirse, el veredero difundió la noticia. Tal vez a la Parca, dada su vejez, le cuesta cada vez más hacer su trabajo y se relaje produciéndose una negligencia desconcertante. Mas, si la muerte es negligente, puede que, en su incompetencia, nos alargue la vida.
ResponderEliminarSalud y suerte esperando que la Parca aparque esas decisiones…
Hay un componente en nuestras vidas que recoge este relato, y que a base de inundar textos y textos, se le denomina a esta idea con un conjunto de palabras que se nombran de distintas maneras, pero que dan el mismo resultado, y que son destino, porvenir inexorable, o la suerte que se nos escapa definitivamente.
ResponderEliminarA Peter, el veredero, se le vaticina un final no ocurrido, pero previsto o al menos colocado en ese punto inevitable de que en cualquier momento se producirá: la muerte. La pregunta que nos hacemos es ¿cuándo?
Velasco abre y cierra el relato con tres instantes narrativos, el vaticinio de su muerte cuando está todavía vivo, el final imprevisto con su desaparición que acaece con la explosión, y, en medio, la duda que le invade por entender al leer la lista que cómo es posible que se prevea con esa antelación.
Antonio llega a tan grandes cotas de simplificar el relato corto, que su realización implica una manera acertada de canalizar lo que difícilmente se puede hacer con tanta soltura.