martes, 2 de marzo de 2021

056 Microcuento DESACUERDOS LINGÜÍSTICOS

 

Desacuerdos lingüísticos

Antonio García Velasco

 

La cuestión podría tener su gracia si ello no fuese motivo de discusiones y disgustos. Cuando hablaban de chambergo ella pensaba en un sombrero y él en una chaqueta larga a modo de casaca. ¿Llegarían alguna vez a ponerse de acuerdo en el significado de las palabras? ¿Quién garantiza que tal diferencia no se extiende a otros muchos términos?

—No hablamos la misma lengua aunque tengamos el mismo idioma.

Para ella cimarrón era el título de una película de 1960, dirigida por Anthony Mann, con Glenn Ford y María Schell, Al escuchar la palabra evocaba a Yancey (Glenn Ford), una especie de quijote que participó en varias guerras por ideales de justicia. A él, sólo le venía a la memoria un perro que se escapó de su casa materna y se convirtió en montaraz agresivo. ¡Bien que sintió su pérdida! Bien que lloró al enterarse de que lo habían matado de un disparo por haber mordido a una niña.

—Nadie puede oprimir a otra persona porque no esté de acuerdo con ella en el significado de las palabras.

—¿Quién oprime a quién?

—Lo digo más por ciertas actitudes y comportamientos políticos.

—Pero, nosotros, tú y yo, estamos llamados a entendernos. Por tanto, es mejor que busquemos las palabras que tengan el mismo significado para los dos o que nos pongamos de acuerdo sobre el sentido en que las estamos empleando. Ten en cuenta también que, a veces, se entienden las palabras pero no el alcance de las mismas. A veces estamos diciendo cosas idénticas con palabras diferentes que, por tanto, nos pellizcan y nos queman en el disgusto.

—Sí, bueno. Pero te digo cielo, ¿cómo estás?, y me contestas que nublado, con claros, con amenaza de lluvia.

 

 

3 comentarios:

  1. Hablar la misma lengua con el mismo idioma compromete a lidiar con la ironía de buen talante. Por supuesto, si se trata de dos personas, por ambas partes. En caso de un grupo, por cada miembro que verdaderamente se identifique con quienes lo integran y, en general, con sus objetivos. Ya sean meramente de entretenimiento o aspiren a cierta trascendencia. Lo importante para entenderse reside en la buena voluntad. Pero, esa premisa se multiplica cuando, además, coexiste con la complementariedad de caracteres y sentires.

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  2. Pue sí, la palabra tiene dos elementos básicos a la hora de transmitir, el codificador o emisor y el decodificador o receptor. Cada cual en su interior guarda su analogía para esa palabra en función de dónde y cómo la aprendió, de cuál es la impronta que la fijó a su mente y el significado que se le otorgó en el aprendizaje, o bien qué es lo primero que evoca en su recuerdo al escucharla, el perro, o el personaje. Sultán se llamaba el perro blanco que conocí en mi infancia, pero también es una monarca o rey en determinados países islámicos. Si me dicen sultán tal vez aparezca la imagen del perro blanco antes que la del jefe islámico.
    Me viene a la memoria una frase que Paul Watzlawick deja como ejemplo de doble sentido en su obra Teoría de la comunicación humana, siendo esta algo más complejo que la simple palabra: “Los parroquianos que encuentren groseros a los camareros deberían ver al gerente”. ¿Eso quiere decir que el gerente es aún más grosero que ellos, o que se sugiere denunciarlos ante el gerente? Las palabras descontextualizadas pierden el sentido referencial.
    Un abrazo y a seguir estimulando el pensar

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  3. En la utilización del significado de una palabra, estamos a veces en un doble concepto que aparenta abarcar dos juicios diferentes pero que nos conduce a la misma idea.
    García Velasco ha puesto dos ejemplos que conllevan dos modos de captar esa similitud de comunicación: Es la distinción entre las dos personas que en el microrrelato discuten. Ella, habla de que el Cimarrón de la película de Anthony Mann, que a su vez es una de las mejores que realizó, nos muestra que su protagonista es un hombre lanzado, aventurero, inquieto, y en pro de las causas justas; en cambio su oponente en el relato, memoriza al perro montaraz y agresivo huido por esos mundos. Y junto a ello tenemos el diccionario que define a Cimarrón como el animal que una vez domesticado huye al campo, o sea, perteneciendo a una especie doméstica vive en estado salvaje.
    Velasco aplica estos dos conceptos para entender la variedad léxica. Yo siempre he admitido esa similitud para defender a Glenn Ford como el Cimarrón por excelencia, dado su carácter indómito; por eso, Antonio Garrido afirmó de una de mis novelas que estaba "escrita con una calidad de prosa inusual, que tenía su secreto en el dominio excepcional del léxico y en la capacidad designativa y simbólica de éste"
    García Velasco, sin embargo, va más allá, y como diría Manuel Seco, lo verdaderamente importante es que las personas, cualquiera que sea su forma de expresarse, se entiendan en la comunicación. Por ello, manifiesta, en la segunda parte del relato, que se busquen las palabras que tengan el mismo significado para los dos.
    La primera parte de lo expuesto se acerca en muchas ocasiones a la escritura, la novela y la poesía, con sus similitudes, simbolismos, metáforas y figuraciones. La segunda, parece parte del habla cotidiana de dos personas que se comunican con la palabra.
    Es curioso comprobar como de un simple artículo mezclado con el relato de media página, sirva deducir un posible tratado o ensayo sobre estas cuestiones.
    Mi más sincera enhorabuena

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