lunes, 26 de julio de 2021

068 Microcuento COPROLITOS

 

Coprolitos

Antonio García Velasco

 

Primero encontró un ingente coprolito o excremento fosilizado que, en este caso, era de un diplodoco y, más tarde, huesos del esqueleto de este reptil dinosaurio. Se le subió la euforia con el hallazgo.

—Pero, al fin y al cabo, lo que has encontrado es mierda. ¿A qué viene tanta alegría?

—No entiendes nada, amigo Fide.

Y Fidel respondió:

—Es verdad, nunca he entendido que la mierda, la basura, el mal hacer del pasado sea motivo para alegrías en el presente. Menos si se trata de coprolitos Nunca lo entenderé. Menos aún cuando tenemos tantos problemas en la actualidad.

—No entiendes nada, amigo Fide, ¡nada!

3 comentarios:

  1. No debiéramos hacerle ascos a nada porque, según nos cuentan, toda la materia del planeta Tierra es siempre la misma, sólo que reciclada en un proceso que se viene dando desde hace 4.543 millones de años, año arriba o abajo. Quizá todos necesitemos mayor adaptación al medio. Pero... hay muchos Fideles que no lo ven tan claro. A ver si pasan otro montón de miles de millones de años y nos enteramos en qué queda todo esto, porque seguirán apareciendo los dichosos coprolitos.

    Fantástico el cuento, Antonio.

    Saludos de Joaquín Palmerola

    ResponderEliminar
  2. Empecemos por decir que es un excelente cuento.
    Bueno, yo cada vez tengo más claro, desde niño, que la mierda es un gran abono natural para hacer crecer las plantas, o sea los vegetales, y el ser humano vive de las plantas de forma directa o indirecta, por tanto viva la mierda aprovechable, porque si no tuviéramos mierda para el abono ¿de qué mierda íbamos a vivir? Y eso Fidel no lo comprende… aunque se llame Fidel no es fiel a la realidad.
    En todo caso, siendo un cuento de mierda, no es una mierda de cuento, más bien al contrario, es un excelente cuento sobre la mierda que te hace pensar y valorarla, porque la mierda del pasado nos trajo este presente…

    ResponderEliminar
  3. En el pasado, en el presente y el futuro inmediato el símbolo, tangible alrededor de los hechos y alejado de su centro de gravedad (el cinismo), el imán al que los seres humanos no han podido, no pueden y no podrán (resulta evidente su incapacidad) sustraerse radica en los inconmensurables tentáculos del egocentrismo. Los coprolitos de una mayoría absolutista para conseguir los placeres acomodaticios, a veces irrisorios para una inteligencia equilibrada y solidaria, han sido contrarrestados por quienes han tratado de fertilizar con ese abono la conducta humana. Unos pocos siguen sembrando esa semilla con la vida dedicada al bienestar del prójimo. Todos somos proclives a recibir ayuda, con los más brazos abiertos cuanto mayores sean los reveses vitales que le circundan. Pero, cuando incluso esos mismos, medran a través de cualquier suerte, ¿acogen con la misma euforia a quienes no han alcanzado el brocal del pozo marginal? ¿Utilizan las heces sin solidificar en trocar los campos yertos por fértiles?¿Prefieren el sumidero del olvido? Existen demasiadas jáquimas para mirarse el ombligo del bienestar acomodaticio y, tantas veces, huero. Así lo decreta la vanidad y la pereza. A la médula del substrato de un gozo atemporal y libre de modas, la mueve la dinamo a dúo del entrenamiento continuo de la imaginación y la búsqueda generosa.

    ResponderEliminar