Cornejo, el boxeador
Antonio García Velasco
Su alias de combate era Cornejo y no Conejo o Comejo como algunos
le decían por confusión o falta de atención al leer su nombre. "Cornejo es
un arbusto de madera muy dura. Y tú tienes madera para ser un campeón", le
dijo su entrenador de boxeo.
Sus padres habían consentido que fuera al gimnasio, pero no sospechaban
que se entrenaba para boxear. Una noche volvió a la hora de acostarse y no de
cenar. Se percataron de los hematomas de la cara y le estropearon la alegría
del primer combate de verdad, que había ganado como pensaba ganar muchos más.
—Me he dado un golpe... Un pequeño accidente.
—Tienes que gastar cuidado... Iré a ver qué clase de entrenamiento
te están dando —dijo su padre.
—Ni hablar, papá. El incidente ha ocurrido fuera del gimnasio.
—¿Te han asaltado en la calle? —preguntó sofocada la madre.
—No, mamá. He resbalado y me he dado contra un banco de esos que
están poniendo en las aceras. Eso es todo.
No se atrevió a dar ni mostrar el dinero ganado por el
enfrentamiento en el ring.
Como los billetes iban aumentando los dígitos en la cuenta
bancaria, Cornejo llego a decir a sus padres que le había tocado la lotería y
tuvo que inventar muchas otras excusas para justificar el efecto de los golpes
recibidos o las ausencias por viajes para boxear.
Cuando tomaron conciencia de las aficiones y ocupaciones de su
hijo, Cornejo era celebrado como campeón nacional; había ganado lo suficiente
para rescatar de la pobreza a sus progenitores y darles una vida acomodada.
—¿Por qué nos lo has tenido oculto, por qué? —preguntó su madre.
—Simplemente porque nunca habéis querido que fuese boxeador.
El dinero lo blanquea toda. Lamentablemente hay mucha gente que por dinero delinque, transgrede la moral y la ética, incluso mata si es necesario para alcanzar la suma adecuada... solo unos pocos están fuera del mercado, hasta que el mercado ponga sobre la mesa el precio justo.
ResponderEliminarEl boxeo como deporte está quedando cada vez más relegado. Pero, el intercambio de golpes entre los actores de la sociedad actual se recrudece. Son golpes de corrupciones en los altos estamentos, que suben nuestros impuestos; son golpes corporativistas, que atentan contra la equidad; son golpes de manipulaciones ideológicas, que nos debilitan al dividirnos; son golpes de imperialismos económicos, que nos sumen en esclavitudes subrepticias; son golpes de basura espacial y oceánica, que deterioran nuestro planeta; son golpes de idolatría al verbo tener, que desgasta el ser... Quienes ahora pelean en esos cuadriláteros, empujados por una corriente amoral devastadora, tienen en vilo a sus progenitores y al espíritu de sus ancestros: nunca se había conocido una vorágine de violencia impostada tan contundente, tan global y tan noqueadora de conciencias... si a éstas les dan la oportunidad de nacer.
ResponderEliminarLos padres pretenden habitualmente criar los hijos a su imagen y semejanza, y les cuesta aceptar la existencia de mundos diferentes. Gracias Antonio
ResponderEliminarNo siempre los hijos hacen lo que los padres quieren, pero es un ajuste de cuentas del destino que los padres, al final, admitan felizmente los resultados de sus hijos e hijas. Esto ocurre en muchas familias en donde el destino felizmente reconcilia a padres e hijos.
ResponderEliminarAntonio es de los que de un simple relato corto, saca un tratado de la vida. Retrata en el presente microcuento una constante disparidad de criterios en la relación hijo-progenitores. Es la historia de años y de siglos, y seguirá siéndolo en el futuro, consecuencia de las edades en las que se ha de afrontar las aspiraciones. Por un lado, está la ilusión de la juventud y el espíritu persistente de lo que se desea con ahínco cuando se es relativamente joven; y de otro, establecer un sistema de conservadurismo para anclarnos en un punto donde un trabajo estable nos resuelva la existencia para siempre. Y donde juega mucho el mundo de las dificultades para conseguirlo, o el del puesto más seguro para que no nos dé preocupaciones.
ResponderEliminarSeguro que en este mundo familiar hay multitud de progenitores e hijos que no cuadran en sus aspiraciones. Y el choque así es inevitable.
Velasco consigue en este relato corto, simple, narrado con poquísimas palabras y maduro, concentrar la distinta visión que hace a un hijo no ser sincero con sus progenitores, porque sabe que su petición crearía conflicto.
Esbozar esa fuente de riqueza narrativa en un microrrelato, es la virtud de un experimentado narrador. Siempre es un placer leerte.
Aunque agradecido a todos los que hacéis comentarios a mis relatos, hoy debo dirigirme especialmente a Carlos Guillermo Navarro, novelista, por sus elogiosas palabras que, sin duda, son acicates para seguir escribiendo y publicando estos microcuentos. Gracias.
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