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domingo, 8 de agosto de 2021

069 Microcuento CORNEJO, EL BOXEADOR

 

Cornejo, el boxeador

Antonio García Velasco

 

Su alias de combate era Cornejo y no Conejo o Comejo como algunos le decían por confusión o falta de atención al leer su nombre. "Cornejo es un arbusto de madera muy dura. Y tú tienes madera para ser un campeón", le dijo su entrenador de boxeo.

Sus padres habían consentido que fuera al gimnasio, pero no sospechaban que se entrenaba para boxear. Una noche volvió a la hora de acostarse y no de cenar. Se percataron de los hematomas de la cara y le estropearon la alegría del primer combate de verdad, que había ganado como pensaba ganar muchos más.

—Me he dado un golpe... Un pequeño accidente.

—Tienes que gastar cuidado... Iré a ver qué clase de entrenamiento te están dando —dijo su padre.

—Ni hablar, papá. El incidente ha ocurrido fuera del gimnasio.


—¿Te han asaltado en la calle? —preguntó sofocada la madre.

—No, mamá. He resbalado y me he dado contra un banco de esos que están poniendo en las aceras. Eso es todo.

No se atrevió a dar ni mostrar el dinero ganado por el enfrentamiento en el ring.

Como los billetes iban aumentando los dígitos en la cuenta bancaria, Cornejo llego a decir a sus padres que le había tocado la lotería y tuvo que inventar muchas otras excusas para justificar el efecto de los golpes recibidos o las ausencias por viajes para boxear.

Cuando tomaron conciencia de las aficiones y ocupaciones de su hijo, Cornejo era celebrado como campeón nacional; había ganado lo suficiente para rescatar de la pobreza a sus progenitores y darles una vida acomodada.

—¿Por qué nos lo has tenido oculto, por qué? —preguntó su madre.

—Simplemente porque nunca habéis querido que fuese boxeador.

 

 

sábado, 4 de mayo de 2019

008 Microcuento La zurda vencedora


La zurda vencedora

Antonio García Velasco



La zurda parcial, pues también usaba la derecha con habilidad, consiguió chapuzar a todas las demás. Fue combate casi de boxeo feroz: las candidatas a ganar se daban aguijonazos, tanto en sentido de punzada de aguijón como de estímulo vivo, como de burla hiriente. Fue una victoria flagrante. Quedaron todas bordoneando como insectos afectados por un insecticida no letal, aunque sí muy atontolinante.

Ahora la zurda pasea victoriosa, un tanto afectada de tonteo, presunción, orgullo y "ahí os quedáis, chamuscadas todas". Lo malo es que alguna de las otras ha de sostenerle el podio para que pueda alcanzar el cetro.