El
verde del planeta Verdi
Antonio García
Velasco
Para Juanjo que ideó este planeta
verde y lo plasmó en una acuarela verde.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
(Federico García Lorca)
En
el planeta Verdi, salvo escasas excepciones, todo es de color verde. Sus
habitantes poseen una perfecta agudeza visual para distinguir el verde de una
persona, el verde de los distintos animales, el verde de las plantas o el verde
de la corteza verdícola. Amaneceres y atardeceres son de matices verdes como la
luz de la estrella que los hace posibles. Navegan por el verde mar, atraviesan
desiertos verdes, se desplazan por caminos verdes.
Nadie
se atreve a mentir porque, al decir mentiras, siquiera para no quedar mal, su color
cambia a un pálido alimonado que puede encenderse hasta el rojo intenso. Nadie
que llegara al color rojo aguantaría la mirada verde de sus congéneres verdes.
El
verde de la sangre es distinto al verde de la piel o de los huesos. Los médicos
saben perfectamente distinguir el verde de las lesiones, el verde de los
distintos síntomas, el verde rabioso de las enfermedades. En cuanto el paciente
se siente mal, le mandan un eficaz tratamiento verde como remedio.
Cuando
Juanjo y yo llegamos a aquel planeta, nos vimos más que morados para
explicarles a sus habitantes el color de nuestra piel, nuestra procedencia y la
riqueza de colores que podemos ver en la Tierra.