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lunes, 25 de enero de 2021

Diálogo con un psicólogo especial

 

Diálogo con un psicólogo especial

Antonio García Velasco


Esto del confinamiento impuesto o aconsejado nos va a sacar de quicio. Yo por sí acaso, y antes de llegar a la locura, he recreado en mi ordenador una aplicación que simula la consulta a un psicólogo o, si se prefiere, psiquiatra. Hay antecedentes notables de este programa, como ELIZA, escrito en 1966 por el profesor Weinzenbaum, Por si uno se cansa de visitar al psicólogo, le he dado las opciones de hablar con un amigo o amiga, con una enamorada o enamorado, con la supuesta pareja (hombre o mujer), con un niño o una niña, con un o una poeta, con un o una docente... Un potencial de conversadores y/o conversaciones. Un potencial de literatura experimental. Os dejo una muestra de la última conversación con el psicólogo. Claro que, para algunos, esto es ya el síntoma del desquiciamiento causado por el Covid-19.

Diálogo con Psicólogo

YO: Buenos días.

DOCTOR: Me alegro de saludarte. ¿Me hablas de lo que te ocurre?

YO: Anímicamente no me siento bien.

DOCTOR: ¿Puedes hablarme de vacuno o vacuna?

YO: Me gustaría ponerme la vacuna del coronavirus.

DOCTOR: ¿Puedes hablarme de montería?

YO: No me gusta la montería. Quiero la vacuna del Covid-19.

DOCTOR: ¿Por qué la quieres?

YO: Porque le temo a la enfermedad, ¿por qué iba a ser?

DOCTOR: ¿Por qué preguntas? Explícamelo.

YO: Pienso que es lógico que todos temamos a un virus tan peligroso. ¿Usted no lo teme?

DOCTOR: Has venido a hablar de ti

YO: Pues de mí le digo que quiero la vacuna. ¿Cómo se consigue?

DOCTOR: ¿Por qué la quieres?

YO: Creo que no me escucha: se lo he explicado ya.

DOCTOR: ¿Seguro?

YO:

DOCTOR: No te quedes callado.

YO:

DOCTOR: Mucho me temo que tengas miedo a decir lo que estás pensando.

YO: Pues sí, creo que es usted un psicólogo muy poco competente.

DOCTOR: Has venido a hablar de ti

YO: No hablo más. Me voy, adiós.

DOCTOR: ¿Eso que dices es de verdad?

YO: De verdad que me voy. Adiós.

DOCTOR: Está bien, adiós. La recepcionista te cobrará la visita.




miércoles, 24 de enero de 2018

24 La tortuga de Anselmo


La tortuga de Anselmo

Antonio García Velasco



La tortuga de Anselmo perdió parte de su dermatoesqueleto y, la pobre, murió. El niño lloró la pérdida como si de un ser eximio se tratara.

-Era sólo un quelonio -le dijo su padre.

-Era mi tortuga, papá, mi mascota -respondió Anselmo-. No era un quelonio ni mucho menos.

-Ay, Anselmo: quelonio se llama a los reptiles como la tortuga y el galápago.

-No me gusta que lo llames quelonio, parece que dices celedonio y yo la llamaba Petra, pues dura era como una piedra. Siento mucho que se haya muerto, papá.

-Ya encontraremos otra en el rastro. He visto yo que las venden allí.

-La mía estaba cuidada, la llevamos al veterinario, ¿recuerdas?

-Ya lo creo que lo recuerdo -dijo el padre pensando en el dinero que tuvo que pagar.

El niño enterró la tortuga en el jardín de la vivienda y, durante un tiempo le rendía culto como si hubiese caído en una especie de dulía animal. Se le notaba cabizbajo y preocupado, rezador y ceremonioso.

La madre tomó la determinación de consultar al psicólogo del colegio.

-Señora, por aquí, entre sus compañeros, con sus profesores, su conducta es completamente normal. Se olvidará de su mascota cuando tenga una nueva.

Con las mismas, la señora se fue una tienda de mascotas y adquirió un cachorro de pastor alemán.

Ni padre ni hijo aceptaron el nuevo animal. Éste por la obsesión de la tortuga perdida, aquél porque no quería perros en su casa.

Le devolvieron el dinero a la mujer y le recomendaron una tienda donde, posiblemente, vendían tortugas. Compró una preciosa, para ella, tortuga marina de color verde.

A Anselmo no le hizo ninguna gracia, pero decidió adoptarla. La tortuga murió al poco tiempo, nostálgica del mar. Le dio sepultura junto a la anterior y continuó su dulía.

-No exageres, Anselmo. Se trata de tortugas y no de personas.

-Petra era mi mascota preferida, la otra no ha podido reemplazarla en mi corazón.

-¡Niño! –gritó el padre, pensando en que su hijo tenía un comportamiento desquiciado.

Junto a la madre, decidió buscar una explicación y una solución en un gabinete de psicología.