miércoles, 26 de enero de 2022

087 Microcuento LA COSECHADORA

 

La cosechadora

Antonio García Velasco

 

Preparando para el momento de la siega, Balderico limpiaba y afilaba la guadaña como si de un cuchillo jamonero se tratara.

—Yo prefiero la hoz —dijo Agripino.

—Más cómodo me resulta guadañar que segar con la hoz.

—Pues yo, amigos, prefiero la cosechadora —se interpuso Valerio.

—Te crees muy listo, ¿verdad? Pues claro que preferimos la cosechadora, cuanto más moderna, mejor. ¿A quién amarga un dulce? Pero ¿has visto tú que podamos meter una cosechadora en nuestras limitadas parcelas? Eso se queda para los latifundios, amigo, para las grandes praderas, para los inmensos campos...

Valerio no quiso oír más y salió del recinto. Tenía un propósito muy claro.

A las dos semanas se presentó a Balderico y a Agripino con una pequeña máquina que segaba, trillaba y separaba el grano de la paja. Con aquél llenaba los sacos y ésta era empaquetada en fardos.

—Adecuada para nuestras parcelas —dijo Valerio.

Se miraron los tres y se echaron a reír: "Pues claro que preferimos la cosechadora".




5 comentarios:

  1. Este Microcuento contiene una enseñanza fértil del peligro que tiene la "inercia mental", la rutina, el "siempre se hizo así"...

    El filósofo Bergson en su obra "La evolución creadora" nos dice que:

    "existir es cambiar sin cesar".

    Es una creación incesante.
    Y el pensamiento actúa sobre la realidad en una creación que prosigue sin fin...

    En el Microrrelato así lo vemos.
    Se produce el salto entre las simples herramientas manuales de la siega, y la moderna cosechadora automática y cómodamente manejable para parcelitas pequeñas...

    Como dice el filósofo en su libro:

    "La vida es una fuerza de creación".

    Así que, si estamos vivos, manos a la obra, que pensar es crear (para nuestro bien).

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  2. Solo las mentes abiertas son capaces de ver más allá de la celda donde habitan. El genio vuela, en sus meditaciones, para crear la hipótesis de lo imposible rompiendo los cánones que lo encorsetan.

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  3. Todos sucumbimos al progreso cuando se trata de ahorrar tiempo y esfuerzo.No es lo mismo lavar a mano que poner la lavadora./María Serena.

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  4. En el campo, la venida de la maquinaria quitó sudor y esfuerzo. Pero, también cientos de puestos de trabajo. Con ellos se fueron las cuadrillas que cogían algodón, cosechaban la aceituna o quitaban las malas hierbas de un pejugar escardillo en mano... el ambiente, la camaradería, los amigos de la infancia... emigraron a cualquier fábrica para ganarse el sustento con un quehacer monótono... acompañados de la nostalgia del modo de vida en que se habían criado.
    Muchas veces merece la pena hincarse la espina con tal de acariciar con tacto enamorado los pétalos de la rosa.

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  5. Hay un refrán que dice que es de sabio rectificar. Sin ello, difícilmente podríamos progresar en la vida. Nuestras opiniones dependen de las adaptaciones que el tiempo, los adelantos y las posibles aplicaciones se puedan hacer para aplicar el progreso a nuestras circunstancias.
    La razón evidente está en cómo cambiamos por las mejoras que se van introduciendo en una sociedad que evoluciona con las nuevas formas de actuación que se van produciendo. En el relato esa actuación se va atemperando a las nuevas capacidades de trabajo, porque las ventajas productivas que aparecen en la comunidad, son factibles a las necesidades presentes donde en una época anterior era imposible. Sabemos cómo miles de cosas que hemos ido utilizando quedan obsoletas; y en cambio, otras, se abren camino en beneficio nuestro.
    Es bien sencillo el relato. Se trata de una simple discusión de recolección; uno se ancla en el pasado con la guadaña y la hoz; el otro, introduce métodos novedosos, como es la cosechadora. Una situación tan visible en nuestra sociedad actual que se nos muestra en cada momento como algún paso viejo caduco, frente a una tecnología más abierta y aplicable como objeto de progreso.
    Nos resistimos, a veces, a cambiar un valor que consideramos esencial, por otro, y que en este caso es la segadora y la hoz por la cosechadora, porque se considera ésta que es para los latifundios, las grandes praderas, o sea, para uso de unos pocos, hasta que nos adaptamos a los nuevos tiempos con la cosechadora, porque siega, trilla y separa todo cuanto ha de menester en beneficio de las limitadas parcelas.
    Un relato que nos habla de los adelantos técnicos, del progreso, y de nuestra necesaria adaptación a las nuevas invenciones.
    Como siempre relato corto, pero rico en ideas y estilo

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