lunes, 21 de noviembre de 2022

Breves 02 MUERTOS QUE NO HACEN RUIDO, PERO MERECEN RECONOCIMIENTO


 

Muertos que no hacen ruido, pero merecen reconocimiento

Antonio García Velasco

 

    Escribió María Zambrano “Hay muertos que no hacen ruido, llorona, y es más grande su penar”. A veces la bulla, el ruido lo meten intencionadamente los medios de comunicación. A veces el silencio, contrario al ruido, es causa de la familia que prefiere la intimidad para llorar a los que se han ido. Mi amigo, nuestro amigo Francisco Peralto Vicario, el poeta, el impresor, el editor, el inventor de libros se ha ido y nos hemos enterado tarde. Pero un poeta nunca se va porque su obra permanece, porque su huella perdura, porque sus versos siempre encontrarán un eco, un lector, un doctorando que les encienda la gloria que merecen, un crítico que resalte su valor. Mucho debemos todos a Paco Peralto, mucho debe Málaga -Málaga, sí, Málaga- a sus iniciativas, a sus propuestas, a sus incansables quehaceres que nos llegaban de su propia mano para sorprendernos siempre. ¿Por él mismo, acaso, escribiría aquellos versos “En la puerta cincelada / Libertad -ya te he nombrado- daba / golpes inútilmente”?

4 comentarios:

  1. Así es Antonio, hay personas que pasaron por nuestras vidas que jamás serán olvidados. Nuestro reconocimiento y recuerdo al gran hombre que fue Paco Peralto, mi reconocimiento a lis que fuisteis amigos más íntimos.

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  2. Querido Antonio me uno a ese reconocimiento a Paco Peralto.
    Hermosas palabras para resaltar su valía y, como dices, los poetas nunca mueren. Siempre perdurarán sus versos y su recuerdo.

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  3. Todas las sociedades han tenido y tienen sus contradicciones. Todas las sociedades convivencia con la moral cívica y con la impostura. Todas las sociedades albergan valores intrínsecos a defender y rebeldías en desacuerdo.
    Necesitamos personas con facultades clarividentes. Personas con quehaceres innovadores que nos incentiven a interpelarnos. Personas de cuyo hálito interpretemos manantiales que nos refresquen la coherencia evolutiva global.
    En los albores del siglo veintiuno, dónde apabulla la velocidad vertiginosa con que son requeridos nuestro sentidos, con la inferencia en el pensamiento y el espíritu que ello conlleva, es más de agradecer que nunca la claridad vital de algunos de nuestros congéneres. La muerte de su cuerpo implica la multiplicación de su recuerdo. De lo contrario, los finados en vida somos quienes aún sobrevivimos. La existencia exige constante y exigente superación constante de todos, inclusivos e interrelacionados, sí, de todos nuestros parámetros.

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