Partituras
equivocadas
Antonio
García Velasco
Andrés
Curtidor, el sochantre, estuvo presuntamente errado aquel domingo. Dirigía como
de costumbre el coro de la catedral y equivocó las partituras: propuso cantos
de Navidad cuando era tiempo de Cuaresma, cantó al nacimiento de Jesús cuando
la Iglesia celebraba su pasión y muerte.
El
obispo le llamó la atención y él respondió con el escrito que volcó de una
plumada sobre el folio blanco: "Puedo celebrar el amor y un nacimiento,
pero no el sufrimiento que lleva a la muerte".
Dejada
la nota, desapareció sin dejar rastro de su marcha.
Años después, gracias al párroco de un lejano pueblo, el obispo llegó a saber que el antiguo canónigo había abandonado la vida religiosa y, en compañía de Julieta, una bella campesina, cuidaba una huerta de productos ecológicos que se distribuían por Internet. El obispo fue a visitarlo con intención, quizás, de pedirle explicaciones. Curtidor se limitó a exponerle que los insectos que cuidaban con esmero tenían la función de facilitar la polinización natural de sus plantas. Luego lo invitó a comer y el eclesiástico quedó maravillado de la calidad y sabor de las hortalizas ecológicas que llenaron los platos.
Julieta
apareció en el último momento con un niño de la mano. El obispo se le quedó
mirando y comprendió los motivos que tuvo el canónigo para equivocar las
partituras y abandonar la catedral.