Las
grullas de Aiko Arata
Antonio
García Velasco
En
la huida, con sus escasos caudales, llegó a un país extranjero. Trabajó en lo
que le iba surgiendo y ahorraba con privaciones constantes. Pudo montar un
pequeño bazar donde vendía productos chinos y, a la vez, estudiaba idiomas...
Como
vecina de su modesto piso alquilado, tenía una hermosa joven de origen eslavo
que había conseguido escapar de la esclavitud de un proxeneta sin escrúpulos.
Simpatizaron Aiko y Waleska hasta el punto de que convinieron en vivir juntos y
ahorrarse un alquiler. De aquella convivencia les nació el amor y el cierre a
los malos recuerdos del pasado.
Cuando
la vida comenzaba a sonreírles, Waleska fue descubierta por quien había sido su
explotador. Un día que ella estaba en el bazar con Arata, llegó la venganza en
forma de disparos de una pistola que acabó con la vida de los dos enamorados.
Cuando fueron descubiertos
los cadáveres, el hombre conservaba en la mano el arma y la muerte de ella fue
contabilizada por los medios como una nueva víctima de violencia machista.