martes, 10 de enero de 2017

27 Un presidente


Un presidente

Antonio García Velasco



Había una vez un presidente que no era muy popular ni muy querido por los habitantes del País. Había una vez un presidente que convocó a los sabios de la nación para que les presentasen sus mejores inventos y ocurrencias. Había una vez un presidente que siempre pedía "aquello que me diste el otro día". Había una vez un presidente que llegó a la conclusión de que no siempre estamos dispuestos a manifestar en público lo que somos en la intimidad. Había una vez un presidente cuya amiga tuvo que enseñarle el modo de abanicarse de manera eficaz. Había una vez un presidente que hacía como el avestruz. Había una vez... ¿Me pregunto si estamos hablando siempre del mismo presidente?

lunes, 9 de enero de 2017

26 El plantillo volante


El platillo volante

Antonio García Velasco



Como no sabía distinguir unos animales de otros, trató de jugar con un jabalí, que le dio un buen susto. Escapó de milagro de sus colmillos. Cuando sintió hambre, no se atrevía a comer nada, pues no conocía ni plantas ni frutas comestibles. Se encontraba en una situación muy desesperada. Unos seres extraños, erguidos sobre dos piernas no le ofrecieron demasiada confianza y se ocultó al verlos. Daban tumbos al caminar y se reían alocadamente. Se pasaban una botella y bebían un trago de licor. Reían. Al punto apareció el platillo volante que le trajo la salvación.


domingo, 8 de enero de 2017

25 El ciempiés de Buridán


El ciempiés de Buridán

Antonio García Velasco



Había una vez un ciempiés que tenía mucha hambre. Decidió salir de su madriguera para comprar algo de comida. Pero se dio cuenta de que no tenía zapatos y podía lastimarse un pie, según las advertencias de la sanidad pública sobre el peligro de caminar descalzos por calles o campos. Caminando con mucho cuidado, fue a casa del zapatero para comprarse cincuenta pares de zapatos. El zapatero le dijo que no disponía de tantos calzados iguales ni desiguales. El ciempiés muy disgustado volvió a su casa resignado a morirse de hambre. ¿Y no podía haber comprado comida de vuelta a casa? Y si hay quien tiene más de 300 pares de zapatos, ¿no podía dejarle cincuenta al pobre ciempiés? Y, si el ciempiés ha andado siempre descalzo, ¿quién le mandaba hacer caso a la sanidad pública?

sábado, 7 de enero de 2017

25 Desquiciamiento


Desquiciamiento

Antonio García Velasco


No era la luz divina. Se trataba sólo del rayo más intenso de la tormenta. Su desquiciamiento, en cambio, operó la transformación en su mente. A partir de ese instante, comenzó a mostrarse como un iluminado. Los iluminados son fanáticos por naturaleza. Se creen elegidos por Dios y, en consecuencia, viven sus ideas como verdades absolutas, indiscutibles y destinadas a ser impuestas al resto de los mortales. De este modo comenzó a ejercer su cargo ostentando una superioridad extrema, muy por encima de lo aceptable. Cierto es que el poderoso ejército de su nación le permitía el uso de la fuerza contra cualquier oponente. Y se subió tanto y tan alto que, naturalmente, en la caída, el descalabro fue absoluto. Ni en su propia familia pudieron aguantarlo. Hoy vaga todavía creyéndose un dios destronado por la maldad de los seres humanos. Y confía en que llegará el momento cumbre de su triunfo y gloria. Pobres, obviamente, de quienes encuentre en su camino y se muestren dispuestos a escuchar sus divinas peroratas.

viernes, 6 de enero de 2017

24 La higuera


La higuera

Antonio García Velasco



Cuando descubrieron que la higuera sólo tenía hojas y no frutos, cavaron alrededor de su tronco una zanja, la abonaron adecuadamente y la cubrieron con tierra fértil. "De este modo, evitaremos que pase Jesús con sus discípulos, nos la maldiga y se nos seque". "Ignoro porque haces tal comentario". "El Evangelio lo dice: ...cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti... Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Más vale prevenir". Transcurrido un tiempo, cuando pasó Jesús, sació su hambre con higos de la frondosa higuera. Aunque no pudo evitar la multa por apropiación indebida.

martes, 3 de enero de 2017

23 Fastos


Fastos

Antonio García Velasco



Le tocó la lotería y se sintió bastante desgraciado, ya que tanto dinero le haría cambiar su vida sencilla, interesante y parcialmente feliz. Tenía bastante con su trabajo y sus entretenimientos informáticos: correos electrónicos, relaciones en Facebook, twitter y otras redes sociales, sus navegaciones por páginas web, sus videojuegos, sus pequeñas travesuras de hacker... No necesitaba más. Salvo el amor. Y Elena Trigo lo comprendía, lo aceptaba, lo amaba a su manera. Fue ella quien le dijo: "Debes cobrar el premio antes de que caduque. Luego decides". Fueron millones los que cargaron en su cuenta bancaria. La primera compra fue un regalo para la joven: un esplendoroso juego de joyas: diadema, collar, pendientes, broche, anillo... También un coche. Decidieron casarse. Ella comenzó a vivir como una reina. Él, como un proscrito pegado a la pantalla de un moderno ordenador.


22 El traje nuevo del rey


El traje nuevo del rey

Antonio García Velasco



UN traje nuevo iba a estrenar el rey. Decían que era mágico, pues sólo podría ser visto por los buenos. Se lo habían confeccionado dos sastres venidos de otro reino, utilizando gran cantidad de oro, plata y diamantes. "El rey ha sido vilmente engañado", advirtieron los parlamentarios de la oposición. "Desnudo lo estáis viendo porque sois perversos", replicaron los monárquicos. "También vosotros lo veis desnudo, por más que queráis disimularlo. Pondremos una moción por malversación de caudales públicos". "El rey ha pagado su traje con sus propios fondos". "Y… ¿de dónde proceden los fondos del rey?" La polémica se extendió del parlamento a los mass media. "Las cámaras de vídeo son inocentes y reflejarán el traje del rey en su verdadero esplendor". "Las cámaras reflejarán lo que sus manipuladores decidan"... El día del desfile público, sólo un niño gritó admirado: "¡El rey va desnudo!". Ese año, en vez de juguetes, los Reyes Magos trajeron carbón a aquel inocente.