EL
SENTIDO PUNZANTE DE CIERTAS PALABRAS
Antonio García
Velasco
—¿En
qué te basas para seguir hablando de populacho? Pueblo es enaltecedor,
dignificante, digno. Masa implica borreguismo, elemento informe y manipulable,
materia cruda que espera la voz de un populista que la lleve al horno moldeante.
Pero tú estás hablando de populacho, ni siquiera de plebe que también sería
despectivo.
—Distingo
entre pueblo y populacho, por supuesto. El populacho carece de educación cívica
y, acaso, de instrucción y cultura. Y, aunque desconoce el significado del
término corrección, actúa con petulancia y descaro como si su actitud fuese la
única correcta. De todo lo que no le atañe de manera inminente y directa
realiza una posposición que empuja hasta el pozo de las aguas fecales. El
populacho es como una mala bestia mal hablada con la que es imposible el
entendimiento.
—Ofendes
al pueblo al que pertenezco y me obligas a decirte que tú eres una nórdica
sobrepuesta por el mero hecho de que vives en un país cercano al polo, donde el
frío paraliza las neuronas, aunque tengáis un envidiable nivel de vida.
—No
pensaba que tú formaras parte del populacho y no del pueblo. O dicho con otras
palabras, de la gentuza, de la chusma, del vulgo vergonzante que carece de
sentido crítico y no admite ni contradicciones ni matizaciones a lo que cree.
A partir
de aquel momento se derramaron los vinos del brindis y lo que prometía ser una
noche de farra y celebraciones se convirtió en mohines de disgusto y despedida.
Parece que desde siempre la sensibilidad ha estado a flor de piel entre los mortales y hay que hilar muy fino para no enojar a determinados espíritus que se consideran excelsos, por encima del resto, con diferencia. Se cuenta de don Antonio Machado, que tras iniciar un discurso desde el balcón de determinada población con estas palabras:
ResponderEliminar-Querido pueblo...
Recibió esta respuesta de inmediato por parte de uno de los concurrentes:
- ¡Pueblo será usted!
No recuerdo qué pasó a continuación, pero seguro que el bueno de don Antonio saldría airoso de semejante afrenta... En cualquier caso, es bien cierto que el lenguaje siempre compromete. Excelente microrrelato una vez más.
Apuntador, por lo que sé, es firma de Joaquín Palmerola. Gracias, amigo.
ResponderEliminarla palabra medida es tan importante en la vida como en la política, de hecho en la diplomacia es fundamental la connotación según se elija una forma u otra, el micro es muy bueno. Hay una forma de llamar al pueblo muy malagueña que se ha impuesto actualmente en la política nacional: gente. ¿Qué piensa la gente?
ResponderEliminarCierto, el sentido es punzante; por tanto, innecesario. El pueblo somos todos. Amo la palabra pueblo.
ResponderEliminarLa voluntad de no herir cualquier susceptibilidad de los demás, sin perder la opinión propia, estriba, en multitud de ocasiones, en un uso comprensivo del lenguaje teniendo en cuenta la posible crispación o sosiego que pueden contener las palabras y los tonos en un determinado contexto. Como referencia recordemos el refrán antiguo (anterior al tiempo de Cervantes): "No hay burla (en la actualidad, broma) tan leve que aguijón no lleve".
ResponderEliminarMoraleja: la nórdica no se esperaba que un tipo tan bien hablado y en apariencia culto fuera un eximio representante del populacho.
ResponderEliminar