domingo, 10 de octubre de 2021

075 Microcuento EL GIRONDINO

 

EL GIRONDINO

Antonio García Velasco

 

Queda lejos la Revolución francesa, pero él se sentía orgulloso de ser descendiente de Jacques Pierre Brissot, escritor y líder de los girondinos. Trabajaba en la fabricación de tubos de metal de distintos diámetros según la utilidad a la que se destinaban. Pero su sueño era la política.

—Tu ancestro era hijo de un posadero y fue guillotinado por oponerse a Robespierre —le dijo un compañero de trabajo que había indagado en la vida de Brissot.

—Y a ti te corto el cuello yo como sigas insultándome.

 

Cuando le contó lo ocurrido a su esposa, le dijo Felicité:

—Como si ser hijo de un posadero y oponerse al sanguinario Robespierre fuese un delito. El cuello tenías que haberle cortado en vez de amenazarlo.

 

 

5 comentarios:

  1. De Nicolasgh2015@gmail.com

    Lo inhumano se mueve en la historia, en viaje de ida y vuelta.
    A Brissot lo guillotinan los partidarios de Robespierre, a lo que da cumplida respuesta su descendiente, en grado de amenaza...
    Penosa idea de la "fraternité" por parte de ambos "revolucionarios"...

    Qué lástima no haber aprendido de la historia, la sabia lección sobre LIBERTAD y Racionalidad, que en su día diera Platón:

    Tras ser invitado a un cargo político por sus familiares recién subidos al poder, viendo el miserable comportamiento habitual en la política práctica, se apresuró en dejar Atenas, para alojarse en Sicilia dedicado al estudio de las Matemáticas con los pitagóricos.

    Ganó la Ciencia y parte de la Humanidad. Pero los políticos siguen impermeables a la Racionalidad y la Verdad...

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  2. Gracias Antonio, muy bonito y muy instructivo.

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  3. Me ha encantado este relato que pone al descubierto lo sanguinario del pasado político de los seres humanos sin cobertura de derechos y sin cobertura la pena de muerte

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  4. ¿De quién depende la suerte? ¿Del rey Azar? ¿Acaso, ese monarca no firma sus leyes al albur de cada papel que caído en su mesa por innegable casualidad? Las posibilidades de rubricar unas u otras son infinitas; a veces, contradictorias; en ocasiones, complementarias en la utopía o en lo abyecto; siempre sin directriz alguna. La función consustancial a semejante naturaleza es el desgobierno, la anarquía, la arbitrariedad... personificadas. ¿En qué se fundamenta jerarquizar el despropósito?
    Proveniente de tal reino hay quien se jacta del alto ministerio de sus ancestros; quien se arroga la opulencia heredada; quien apela, de forma tácita al exponerla y con vehemencia descubierta al defenderla, una creída e infundada superioridad. La mayoría desdeña toda razón cuando se les niega. Lo cual representa una prueba contundente sobre la ceguera umbilical que padecen.
    El cordón de unión a quienes nos concibieron (no el amor hacia ellos) es necesario cortarlo al salir del útero; se corta en el destete, se corta durante la niñez, en la adolescencia, en la juventud y en la madurez. Ese corte suele sobrar en la senectud. Pero, antes, resulta imprescindible para llegar a ella y gozarla con la coherencia bien adquirida, con mochila meritoria propia, con metas alentadoras, con dudas sosegadas... con la impronta del libre albedrío en constante dinamismo evolutivo.

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  5. El autor intenta contar una historia donde las ideas de nuestros ancestros no se corresponden a veces con las ideas de nuestros descendientes. Brissot es un escritor enfrentado en su momento con Robespierre por su implantación del terror por la guillotina, fundamental aparato de ejecución para acabar con sus oponentes.
    A su descendente, le recuerdan que su ancestro era posadero y que por sus ideas políticas fue condenado a morir guillotinado.
    Resulta paradójico que ese hacer político destructivo y sanguinario, le convierte en el mismo personaje a quien su antepasado, Brissot, combatió.
    Resulta curioso que solo recordarle otra persona que ese antepasado, Brissot, fue guillotinado por Robespierre, su actuación es que, por esa ofensa, él podría haberle cortado el cuello, y con el apoyo de su mujer debería habérselo cortado en vez de amenazarlo, o sea, debería haberle guillotinado por una simple opinión.
    Una buena paradoja que por intentar expresar o no un pensamiento bueno, lleve a cabo una acción tan bestial como criticaba su ancestro.
    Duro relato donde cualquiera se vuelve fiero por simplemente recordarle un pasaje de un hombre de temple.
    Reitero la paradoja en sintonía con una manera de ser.
    Esta vuelta de tuerca trastoca una hermosa realidad, la de la actuación de un hombre en contra de la barbarie, Brissot; en otra, que por ser su descendiente ofendido, cree que es necesario realizar una acción brutal.
    Una historia que hace chocar a dos personas surgidas de un mismo tronco, de una forma inconsciente o racionalmente opuesta, traducida en la oposición a la muerte realizada por el terror, o en la obligación de ejecutar, guillotinándolo, al que emite opiniones.
    Como siempre multitud de ideas surgen de los microcuentos de este autor que eleva pocos renglones de un relato, a un estudio de las relaciones y condiciones humanas, dejando claros y oscuros en su exposición. Como diría un crítico experimentado, son esos agujeros negros que sirven a la narrativa y, sobre todo, como complemento del lector.

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