sábado, 27 de noviembre de 2021

079 Microcuento LA PISTOLERA

 

La pistolera

Antonio García Velasco

 

Abrió de nuevo la pistolera y se pasó varias horas contemplando el arma. No se atrevía a tocarla. En su paroxismo no estaba segura de haber disparado. Pero no se atrevía a tocar el cañón para comprobar su temperatura. El tiempo transcurrido habría borrado la huella térmica. Pero, aun así, no hizo otra cosa que cerrar el estuche y guardarlo en el último rincón de la cómoda...

—¿Te irás de viaje ahora que todo ha pasado? —le preguntó su madre.

—¿Todo? ¿Qué ha pasado? ¿Qué es lo que he estado haciendo?

—Tu marido ha muerto. Un disparo acabó con su vida. Sin ese final, él hubiese acabado contigo. Más que merecido lo tenía.

—Nadie merece una muerte violenta —dijo ella.

—No han encontrado aún el arma homicida.

—¿Qué arma, mamá, qué arma?

 

 

12 comentarios:

  1. Guardó la pistola en el último rincón de la cómoda y el asesinato en el último rincón de su memoria, enterrando el trauma, evitando el conflicto que genera la ruptura con la ley y el asesinato en defensa propia; pero al negarlo, al negar los hechos, al rechazar y olvidar su crimen sumiéndolo en las profundidades insondables de su mente, ¿no está manifestando su culpa, su consolidado deseo de darle muerte a las primeras de cambio? ¿Debió dejarse matar para evitar su culpa y ponerla en el otro? ¿Ahora merece ella la muerte como condena por asesina? No es soportable la disonancia cognitiva, solo enterrando ese pasado reciente podrá encontrar algo de paz y eludir la culpa, encerrando bajo llame la memoria… ¿Qué arma, mamá, qué arma?

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  2. Si fue la madre deberé cambiar mi observación. Una madre hace cualquier cosa por defender a su hija...

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  3. No sé si la ambigüedad está buscada, pero le mucho valor al micro.

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  4. Obviamente, la ambigüedad forma parte deliberada el microcuento. ¿Lo mató la esposa, la madre? De cualquier forma "Nadie merece una muerte violenta". Gracias por vuestros comentarios.

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  5. Antonio, creo que ese misterio (no le llamaría ambiguedad) sobre la autora de la muerte es clave en el relato, es justamente lo que lo hace distinto. No tocaría una sola palabra. Además ¿qué importa quien lo hizo, eso le dejas para Conan Doyle. Un abrazo desde Uruguay.

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  6. Gracias, Alfredo. Aciertas al decir que el misterio lo resuelva Conan Doyle. El relato es como es. Un abrazo desde Málaga.

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  7. De nicolasgh2015@gmail.com

    Considero que el fondo que soporta al relato es la "responsabilidad", es decir, la obligación ética de una persona, de explicar un hecho propio, y reparar el posible perjuicio que se ha provocado. Y si es irreparable, como en este caso, aceptar las consecuencias.

    Es muy frecuente ver casos en los que se elude una responsabilidad. La vía de salida es la ocultación, el disimilo, la mentira, y otras argucias... Acaso la "estrella" de todas sea "la disculpa", de las que un caso paradigmático lo tenemos en nuestro imaginario colectivo: las protagonizadas por la "madre primigenia", Eva en su interrogatorio...

    En el Microcuento que nos ocupa, la protagonista disimula y miente sobre el arma de la pistolera...
    "No hay nada nuevo bajo el Sol"...

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  8. MARÍA SERENA
    Para mí el centro del microcuento es el estado de histeria,inconsciencia o locura refejado en la palabra "paroxismo".Esto hace que ella no se acuerde de nada pero a la vez no quiere hacerlo.
    Su madre intenta justificar el acto.Lo que no queda claro es la autoría del mismo,la madre, la mujer o quizás ninguna de las dos.Habría que hacer una investigación.

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  9. El ser humano se encuentra muy poco receptivo al principio de relatividad. Las sociedades se aferran a lo mundano sin reparar que, precisamente el mundo, es un simple planeta circulando a gran velocidad (cerca de treinta Kilómetros por segundo) por la galaxia, cuyos habitantes deberíamos convertirnos, después de tantos milenios pisando el mismo suelo, en excelentes compañeros de viaje. Lejos de tal quimera, el hombre sigue siendo un lobo para el hombre. (Homo hominis lupus). Cualquier pequeño territorio resulta propicio para desplegar añagazas encaminadas a ostentar el poder, no la coordinación servicial. ¿Qué emana? El aire viciado de suspicacia, el malentendido como doctrina de quienes no presuponen buena voluntad en casi nadie, las buenas formas con los cimientos soterrados de cinismo crispado, las etiquetas desdeñosas por encima del humanismo con espíritu conciliador y, en medio de tales enfrentamientos, ante los reveses del egoísmo, la violencia. En este marco, avivar la amistad sincera, el gesto bondadoso al conocido y al desconocido, regenerar el centro gravitatorio de toda actitud verdaderamente libre y, como premisa, reencontrarnos en la convivencia fraternal, desemboca en un alivio privilegiado, aun en un entorno muy minoritario, casi de célula auxiliar. La felicidad no tiene referente de tamaño. Se encuentra dentro de su propia búsqueda.

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  10. Las variantes que surgen del relato, pocas veces han sido objeto de análisis tan profundo, a pesar de los pasajes novelísticos de sugerencias que Antonio García Velasco consigue meter en sus relatos breves. Por una parte nos indica que quien abre la pistolera es la mujer, esposa se entiende, y a su vez la toca, y luego como si la conciencia se le nublara no se acuerda de si ha disparado ni desea saber si está el cañón caliente; o sea, entra en el doble juego de tocar, no coger, y a su vez disparar. Más tarde afirma que no ha encontrado el arma, para decir luego, lo que implica más extrañeza, "¿Qué arma, mamá, qué arma?
    Lo expuesto nos puede llevar a pensar muchas variantes 1.- ¿Es la mujer que abre la pistolera la que dispara en un acto de desesperación sin llegar a tener conciencia, dada la manera de ser de su marido? 2.- ¿Es la madre la que por el hecho de lo que ha efectuado su hija, ha hecho desaparecer el arma? 3.- ¿Cuál es la posición de la mujer cuando carece de conocimiento sobre la propia existencia del arma? 4.- ¿Tal vez es la madre la que ha realizado el disparo para liberar a la hija?
    Pocas veces el autor ha estado tan cerca de dejar volar la mente del lector, y siendo yo un admirador de esta manera de narrar, me cabe acogerme a la idea que nos guía el propio autor sobre el camino a seguir, de que es el fruto de la enajenación mental de la mujer acosada, hasta el punto, como dice la madre, "sin ese final, él hubiera acabado contigo"
    El que desee aprender cómo se narra, sobre todo en relatos cortos, no hay más que leer las entregas con las que Antonio nos gratifica.
    Gran variedad de suposiciones y una salida posible a seguir.

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