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sábado, 27 de noviembre de 2021

079 Microcuento LA PISTOLERA

 

La pistolera

Antonio García Velasco

 

Abrió de nuevo la pistolera y se pasó varias horas contemplando el arma. No se atrevía a tocarla. En su paroxismo no estaba segura de haber disparado. Pero no se atrevía a tocar el cañón para comprobar su temperatura. El tiempo transcurrido habría borrado la huella térmica. Pero, aun así, no hizo otra cosa que cerrar el estuche y guardarlo en el último rincón de la cómoda...

—¿Te irás de viaje ahora que todo ha pasado? —le preguntó su madre.

—¿Todo? ¿Qué ha pasado? ¿Qué es lo que he estado haciendo?

—Tu marido ha muerto. Un disparo acabó con su vida. Sin ese final, él hubiese acabado contigo. Más que merecido lo tenía.

—Nadie merece una muerte violenta —dijo ella.

—No han encontrado aún el arma homicida.

—¿Qué arma, mamá, qué arma?

 

 

domingo, 14 de enero de 2018

14 La azagaya, un arma arrojadiza


La azagaya, un arma arrojadiza

Antonio García Velasco



De modo imprevisto y, por supuesto, sorprendente, la azagaya pasó rozándome la oreja izquierda. ¿Su procedencia? La azagaya es un arma arrojadiza que ya usaron los hombres primitivos. Dije:

-No puede venir de la prehistoria.

Mi amiga Marta se echó a reír:

-Imposible.

Respondí:

-Misterios hay más sorprendentes.

Contestó:

-Deliras.

Pero, allí estaba el hombre primitivo, agazapado tras el seto del parque. ¿Un viajero en el tiempo lo había traído a nuestro siglo? ¿Era, acaso, un escapado de la Amazonia? ¿Se trataba de un loco disfrazado y temerario? ¿Y por qué me había disparado a mí, precisamente a mí? ¿Un actor que bromeaba o confundía su papel con la vida real? ¿Un miembro de una murga, comparsa, chirigota o coro carnavalesco que va o viene de los ensayos y ha querido llamar mi atención?

-Ven, ven -dije y el primitivo, o disfrazado de tal, al percatarse de mis gestos y mis voces, escapó en alocada carrera .

Recogí la azagaya que se había clavado en un árbol. Se la llevé a mi amigo Adolfo Frías, historiador y especialista en indumentarias, costumbres y armas prehistóricas.

-Es un arma primitiva, sin duda -sentenció-. ¿Dónde la has encontrado?

-Un salvaje o neandertal me la arrojó con presuntas aviesas intenciones.

-No digas tonterías.

-Te aseguro que, si no lo era, me lo pareció. Y a mi amiga Marta, también. El arma pasó rozando mi oreja.

"Un hombre con todas las trazas de primitivo, que andaba desconcertado y aterrorizado por la ciudad, ha sido detenido por la policía, que investiga su procedencia", era la noticia que daba en aquel momento la televisión, mostrando un elocuente vídeo.

-No me lo puedo creer -dijo Adolfo.

-Yo tampoco.