La cosechadora
Antonio García Velasco
Preparando para el momento de la siega, Balderico limpiaba y
afilaba la guadaña como si de un cuchillo jamonero se tratara.
—Yo prefiero la hoz —dijo Agripino.
—Más cómodo me resulta guadañar que segar con la hoz.
—Pues yo, amigos, prefiero la cosechadora —se interpuso Valerio.
—Te crees muy listo, ¿verdad? Pues claro que preferimos la
cosechadora, cuanto más moderna, mejor. ¿A quién amarga un dulce? Pero ¿has
visto tú que podamos meter una cosechadora en nuestras limitadas parcelas? Eso
se queda para los latifundios, amigo, para las grandes praderas, para los
inmensos campos...
Valerio no quiso oír más y salió del recinto. Tenía un propósito
muy claro.
A las dos semanas se presentó a Balderico y a Agripino con una
pequeña máquina que segaba, trillaba y separaba el grano de la paja. Con aquél
llenaba los sacos y ésta era empaquetada en fardos.
—Adecuada para nuestras parcelas —dijo Valerio.
Se miraron los tres y se echaron a reír:
"Pues claro que preferimos la cosechadora".