miércoles, 7 de diciembre de 2022

102 Microcuento PELUCHE Y DRAMA

 

Peluche y drama

Antonio García Velasco

 

Esponjoso, fofo, fungoso por fuera y firme, duro, resistente por dentro. Así era el peluche que le habían regalado. Estaba muy contenta. Su padre le dijo que iban a ir al parque, que se lo llevara para jugar.

—Es el peluche —se miraron entre sí los dos observadores.

Y ambos comenzaron a correr hacia la niña. Con cuidado de no hacerle daño, le arrebataron el muñeco y continuaron corriendo. Ella, en drama transmutado su contento, comenzó a llorar: Inútil fue que el padre corriera tras los supuestos ladrones.

—Te compraré otro, no te preocupes, Lucía.

—Yo lo quería, papá, lo quería. Me gustaba mucho.

—Te prometo uno igual.

Padre e hija continuaron su paseo por el parque. Aquel tratando de encontrar la flor del consuelo para la niña. Hacia el final de la avenida, toparon con el peluche rasgado, como destripado. Lucía corrió hacia él llorando. Pero uno de los  policías le impidió el paso.

—Era mi peluche —dijo la niña.

El policía desconcertado miró al padre.

—¿Era de su hija ese peluche?

—Yo se lo había regalado.

—¿Usted? Tiene que acompañarnos a la comisaría.

—¿Por qué?

—Por tráfico de estupefacientes.

 

6 comentarios:

  1. Personalmente, titularía este microcuento:

    "No tenemos el timón".

    Porque, dejándonos llevar por una simplificación excesiva, nos vemos dotados de un poder irreal sobre lo que nos rodea.

    Decimos que es un mal todo lo que empaña el bienestar de nuestra vida corporal. Y sobreestimamos nuestro poder para dominar las causas de nuestros males.

    Pero en nuestras circunstancias, existe tal cúmulo de variables que es una utopía querer actuar ni contra una exgua parte de ellas...

    Ese tumulto de situaciones desconocidas, que podríamor englobar en el concepto de azar, nos supera...
    Y sólo la prudencia y una cierta previsión, nos darán un mínimo abrigo ante el posible sobresalto aleatorio...

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  2. No es que sea Watson, pero con la frase "Es el peluche" ya adiviné el desenlace.

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  3. El microcuento denota la inocencia propia de la niña pero también la del padre al no darse cuenta de que los ositos son blandos por dentro y por fuera, no blandos por fuera y duros por dentro.

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  4. Nunca terminamos de comprender en su totalidad lo que somos. Estamos sometidos durante el trascurso de nuestra vida a múltiples variables del azar (coincido en esto con Nicolás) desde el mismo momento del engendramiento. La grandeza de la libertad estriba en saber hacerla maniobrar hacia horizontes abiertos desde unos márgenes circunstanciales tan angostos por su propia naturaleza. Ese libre albedrío nos lleva, demasiadas veces, a involucrar a inocentes en nuestros afán de triunfo. Este otro concepto depende, asimismo, de una conciencia bombardeada por valores vitales contrapuestos. El único y frágil escudo que entreveo para guarecernos de los ámbitos hostiles que nos cercan o en los tomamos la decisión de formar parte, radica en la clarividencia para prever las consecuencias tanto de la senda a la que nos encaminamos como de las que deseamos evitar. Las salpicaduras del colectivo son, nos perjudiquen o nos beneficien, difíciles de esquivar. La ética es una ola a la deriva en la tormenta y en la calma interior. Está en constante mudanza. Llegar a cada destino depende de muchas encrucijadas. Tener la mejor brújula posible nos ayudará, sin total certeza, a escoger la ruta adecuada en el breve instante que representamos en el cosmos. Avizorar engrandecerlo establece el trazo con éxito de nuestro círculo vital completo.

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  5. El padre regala un peluche "especial" a la niña y se la lleva al parque a sabiendas de lo que va a pasar. ¿Culpable? Los "observadores" comenten la imprudencia de arrancar la droga antes de verse en lugar seguro. ¿Culpables? Fracasa lo que en apariencia estaba bien planeado. En la cadena se ha roto un eslabón.

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