domingo, 1 de agosto de 2010

Sobre la propiedad léxica

Lo humanitario

Antonio García Velasco

Nos dice el DRAE que humanitario, ria. (Del lat. humanĭtas, -ātis) es un adjetivo que significa: 1. Que mira o se refiere al bien del género humano. 2. Benigno, caritativo, benéfico. Y 3. Que tiene como finalidad aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las personas que las padecen. Pues bien, se supone que quienes escriben en la prensa han de tener unos mínimos conocimientos del significado de las palabras que emplean. Pero no siempre es así: en un titular de “El mundo digital” –no visto todavía el diario impreso- leemos: “Pakistán alerta del 'desastre humanitario' por unas inundaciones con 830 muertos”. ¿Cómo puede ser un desastre humanitario? Menos aún con 830 muertos. Claro que también podríamos decir que la gramática –la semántica, la propiedad léxica- no es importante ante un desastre como el de las inundaciones de Pakistán. Si lo decimos así, estaríamos comparando elementos completamente dispares. Y la propiedad léxica es exigible en todo hecho de comunicación.

Se emplea tan mal el término “humanitario” que destaca siempre en contra de los gestos de ayuda humanitaria que, en casos de desastres, han de prestar, y prestan, instituciones gubernamentales, no gubernamentales y personas particulares.

El cuerpo de la noticias en “El mundo” es reincidente en el mal uso del término humanitario: “El ministro de Información, Mian Iftikhar Hussain, pidió ayuda rápida a la comunidad internacional y o (sic) de lo contrario "la situación se convertirá en un gran desastre humanitario". La región, dijo, vive la "peor catástrofe humanitaria de su historia". La impropiedad léxica no es achacable al ministro, supongo, pues hablaría en urdu o inglés. De hecho “El País” recoge las declaraciones del ministro pakistaní de un modo diferente: “Tememos que el balance de muertos aumente una vez que baje el nivel del agua. Nos enfrentamos al peor desastre en la historia de nuestra provincia", afirmó por su parte el ministro de Información paquistaní, Mian Iftikhar Hussain, desde la capital provincial, Peshawar. […] El Gobierno ha declarado el estado de emergencia y ha pedido ayuda internacional”. Lo mismo ocurre en otros diarios.

Por desgracia el error semántico de “El Mundo” no quita tragedia a las espantosas, terribles, desproporcionadas lluvias e inundaciones causadas por el monzón. Esperemos, pues, que les llegue eficazmente la ayuda HUMANITARIA de la comunidad internacional.

Apasionantes palabras

Apasionantes palabras

Antonio García Velasco

Vamos a seguir precisando sobre las palabras, a propósito del artículo de Manuel Rodríguez. Son símbolos las palabras de objetos reales, virtuales o mentales. "Agua" es un símbolo de esa sustancia líquida imprescindible para la vida y que el diccionario define como "Substancia formada por la combinación de un volumen de oxígeno y dos de hidrógeno, líquida, inodora, insípida, en pequeña cantidad incolora, y verdeazulada en grandes masas". Pero, observemos: un símbolo definido con un conjunto de símbolos, de significado convencional y con referentes -elementos de la realidad física, observable o mental- concretos y diversos. Si decimos "el agua es H2O" sólo estamos definiendo un símbolo con otros símbolos procedentes de un ámbito diferente al lenguaje convencional.

Decía que las palabras son símbolos de objetos reales, virtuales o mentales. Pero el significado de las palabras es más complejo que la mera referencia o relación con ese objeto o elemento llamado referente. De hecho, en toda palabra -o expresión lingüística, o enunciado- hemos de distinguir tres grados de significado: referencia, significación y sentido. La referencia, digámoslo de modo simple, es el significado objetivo, directo, el que nos hace pensar en el objeto o elemento real, en el referente concreto. Si digo "agua" me refiero a ese líquido que todos conocemos. La significación supone ya el añadido convencional, subjetivo, o sea, una serie de connotaciones procedentes de la cultura, creencias, visión del mundo de los usuarios de la lengua; “concepto mancomunado” lo llama José Antonio Marina. El sentido, por fin, es el valor que las palabras o enunciados adquieren en el uso concreto en un momento determinado: "Agua" puede significar en una situación concreta "mar" –o agua del mar-, “río” –o agua del río- o, simplemente, “fallo”, como en el juego del hundimiento de barcos en el que “agua” significa que la casilla señalada no "ha tocado" en ninguna de las posiciones en las que están situadas las embarcaciones.

Si nos dice la prensa que “El tijeretazo de Fomento afectará a una de cada cinco obras ya en marcha”, hemos de entender que tijeretazo no es el “Corte hecho de un golpe con las tijeras” –referencia- sino la “disminución del dinero destinado a la realización de obras” (sentido). Y, por obras sólo hemos de entender las realizadas con el dinero público administrado por el Gobierno. Porque, por supuesto, las obras que está realizando mi vecino en su casa no se van a ver afectadas por la decisión del Ministro de Fomento.

Es apasionante la “selva del lenguaje”. Y transitable. Nos permite entendernos, expresar nuestros sentimientos y opiniones, nuestro conocimientos. Y escribir. Y hasta hablar del propio lenguaje (función metalingüística, que diría Jabkoson).

domingo, 25 de julio de 2010

Versos ilustrados (2)

Sobre la montaña suspendido
un vaho impenetrable
de silencio
(Germain Droogenbroodt, de "En la corriente del tiempo")

lunes, 19 de julio de 2010

Cabezas de ratón, colas de león

Cabezas de ratón

Antonio García Velasco

Nos cuenta la prensa que, desde el Parlamento Europeo, Vidal Quadras hizo un análisis del Estatut y de la sentencia del TC. Comentó que cuando el texto entró en vigor "dinamitó la Constitución del 78" y "transformó España en una confederación", con aspectos tan discutidos como el sistema de financiación, la lengua, el sistema educativo o la bilateralidad. "El tribunal lo que ha hecho es intentar minimizar el daño, pero sólo en parte, porque el texto es inconstitucional desde el Preámbulo hasta la última disposición". También alertó de que su mera existencia "incita a otras comunidades a pedir lo mismo", lo que supondrá "el fin de España como nación y el cuarteamiento del Estado hasta hacerlo inoperable". "Es una bomba que ha estallado", sentenció.

Son opiniones de un miembro del PP –o del PP catalán-, aunque hable desde una perspectiva europea. Otro más con la idea de la España deshecha, desmembrada, dividida. Algunos dicen “Se aprueba el Estatuto y, ¿veis?, no ha pasado nada, España no se ha desmembrado ni mucho menos”, como si el proceso fuese el huevo que se echa a freír con el aceite bien caliente. Y el proceso, si no se remedia, es lento, progresivo e inevitable: los políticos prefieren ser cabeza de ratón –yo mando, yo dispongo, yo presido- a cola de león, siempre subordinados a otro u otros. Van a lo suyo y cínicamente hablan en nombre del pueblo, pero sin el pueblo, porque éste siente de otra manera, desea cosas muy diferentes y sus problemas van quedando sin solución. O agravados. A ellos, poco les importa: van a lo suyo y a vivir y medrar que son dos días. O sea, cuatro años de legislatura, con derecho a prórroga, en que les dejamos hacer, pues este sistema democrático sólo consiste en votar para que unos cuantos decidan quien gobierna y, decidido el gobernante, que éste haga y trate de deshacer, imponga su dictado –ya dijo Franco que todo estaba atado y bien atado, y nunca le dimos demasiada importancia a la frase, alucinados por la apariencia de democracia formal. Pero poco ha cambiado la familia política, llámese con las siglas que sean. Y menos ha cambiado la mentalidad de los gobernantes, pues, en su fondo siempre habita un dictador. A veces, incluso, con berrinches y dictaduras de niño caprichoso, testarudo y malcriado.

Versos ilustrados (1)






Las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol.
(Manuel Altolaguirre)

lunes, 12 de julio de 2010

El tercer problema de lo españoles

Problemas graves

La prensa: “La clase política en general y los partidos políticos en particular son ya el tercer problema nacional, según la lista que mensualmente elabora el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)”.

Si quienes tienen que solucionar los problemas de la sociedad son el problema, o siquiera el tercer problema de los españoles, significa que estamos en una situación grave. Paro, problema; situación económica, problema y políticos que son los encargados de encontrar la solución, problema. Gravedad en todos los frentes. Crisis de valores, problema. Estatut catalán, problema. Fanatismo que lleva a apuñalar a quien aplaude el éxito de la Selección Española, problema. España como problema, el viejo tema que ya contemplaban nuestros clásicos y seguimos viviendo como un pan amargo nuestro de cada día.

José Cadalso, en sus Cartas Marruecas, nos ofrece una larga definición de los políticos: “Son tales, que con el mismo tono dicen la verdad y la mentira; no dan sentido alguno a las palabras […] que miramos con tanto respeto y pronunciamos con tanto cuidado los que no nos tenemos por dignos de aspirar a tan alto timbre con tan elevados competidores. Mudan de rostro mil veces más a menudo que de vestido. Tienen provisión hecha de cumplidos, de enhorabuenas y de pésame. Poseen gran caudal de voces equívocas; saben mil frases de mucho boato y ningún sentido. […] Son, en fin, veletas que siempre señalan el viento que hace, relojes que notan la hora del sol, piedras que manifiestan la ley del metal y una especie de índice general del gran libro de las cortes. ¿Pues cómo estos hombres no hacen fortuna? Porque gastan su vida en ejercicios inútiles y vagos ensayos de su ciencia. ¿De dónde viene que no sacan el fruto de su trabajo? Les falta, dice Nuño, una cosa. ¿Cuál es la cosa que les falta?, pregunto yo. ¡Friolera!, dice Nuño: no les falta más que entendimiento”.

En otro momento también dice de los políticos que “son unos hombres que de noche no sueñan y de día no piensan sino en hacer fortuna por cuantos medios se ofrezcan. Las tres potencias del alma racional y los cinco sentidos del cuerpo humano se reducen a una desmesurada ambición en semejantes hombres”. Los primeros se complementan con estos segundos, se unifican en muchos casos. Y los españoles, conscientes, ya los perciben como el tercer problema más grave de nuestra actual situación. ¿Cómo solucionar nuestros problemas?

viernes, 9 de julio de 2010

Participios activos y estatut

Del Estatut y los participios activos

Antonio García Velasco

El Tribunal Constitucional (TC) ha avalado la mayor parte del Estatut de Cataluña tras contabilizarse seis votos a favor y cuatro en contra del borrador presentado por su presidenta, María Emilia Casas” (De la prensa)

De la misma manera que la aberración de llamar “presidenta” a la mujer que preside ha calado y todo el mundo parece usarla sin reparo, la mayor parte del estatuto catalán ha sido avalado por el TC después de un largo parto, para cuyo viaje no se necesitaba tanto paritorio. Los españoles no tenemos remedio: la política impone sus varitas mágicas y hace y deshace incluso en el poder judicial. Para escándalo y bochorno de la ciudadanía.

España parece un país provisional. Su larga historia es un hacer y deshacer reinos, ya uniendo, ya desuniendo. No es un proceso similar al huevo que se echa a freír, un visto y no visto, sino que es largo, lento e inevitable. Con razón nos decía Ángel Ganivet que el español no estará conforme hasta que se le conceda un documento –un estatut, por ejemplo- que diga: “Puedo hacer lo que me dé la gana”. Las autonomías tratan de hacer de su capa un sayo y que se funda el plomo de la nación española o la solidaridad. Es el primer paso para la debilidad de los reinos de taifas, en una Europa que tiende a estar cada vez más unida en proyectos y leyes –incluso de reajustes- comunes. Y en un mundo en el que se habla de globalización.

La política social progresista es una cosa y otra muy distinta es confundir los rábanos del progreso con las hojas de los localismos o nacionalismos trasnochados. De todas formas, la propuesta de modificación del Estatuto catalán no deja contento a nadie, aunque Montilla ya haya realizado su declaración triunfalista: "No han podido liquidar el Estatut". Aquí somos así: admitimos “presidenta” cuando de presidir, el participio activo es “presidente”, pero no admitimos “amanta/amante”, “estudianta/estudiante”, “estimulanta/estimulante”, “caminanta/caminante”, “mendicanta/mendicante” y el largo etcétera de la regla académica del español. Claro que, por ejemplo, las “presidentas” se ven más que las “amantas”, pues las amantes y los amantes se mantienen ocultos. No así las estudiantes, que cada día son más y mejores que los estudiantes. Pero no salen en los telediarios. Y es que nos miremos por donde nos miremos, “España es diferente” y provisional, e impredecible, y absurda, y confusa, y contradictoria. Una hoja movida por el viento que sopla y los gobernantes de turno. Ya veremos los revuelos con el “estatut”.