sábado, 12 de noviembre de 2011

Crónicas electorales marcianas

El explorador Spirit, antes de su desactivación en los suelos de Marte, descubrió que este planeta se encontraba en periodo electoral. Ante tamaña oportunidad, poco importaban los problemas de la composición del suelo rojo, las rocas cotidianas o los tenebrosos cráteres de la vida de cada día.

Tenía el Spirit una depresión a unos 250 metros del punto de descenso y podría proporcionar abundante información sobre el pasado geológico de Marte, especialmente sobre la posible existencia de agua en tiempos remotos o en tiempos actuales. Pero, ¿qué importa una depresión o un vulgar problema de agua ante unas elecciones?

Con buen criterio, el Spirit derivó su atención hacia el sistema electoral marciano y hacia las promesas electorales de los diferentes partidos políticos. Y, ¡oh sorpresa! Aquello es bien distinto a lo que ocurre en nuestros lares.

Según detectó en el incomprensible lenguaje de los marcianos candidatos (lenguaje descodificado por medio de complejos algoritmos de sofisticados programas informáticos), las promesas electorales sólo están permitidas si previamente se demuestra ante un comité de analistas expertos que el cumplimiento es rigurosamente posible social, política y económicamente. El candidato puede reservarse la fórmula de su ejecución para evitar plagios de los contrincantes, pero la ciudadanía sabe que lo prometido es deuda que puede ser pagada en el tiempo debido.

Las frases metafísicas, a base de abstracciones y vericuetos lingüísticos, están terminantemente prohibidas. Sólo se permiten las frases analíticas como aclaración de conceptos y nunca como pantalla para evadir respuestas o elemento para salirse por el cráter (aquí se diría por las ramas, por lo cerros de Úbeda, por la tangente).

También tienen asumido que las frases valorativas (las que sirven para insultar o alabar) sólo están permitidas el día X del comienzo de la campaña, día en que, como espectáculo público televisado a todo el planeta, los candidatos pueden insultarse, parodiarse y hasta tirarse de los pelos. No están permitidos los golpes bajos. Y en esto, según la crónica imparcial enviada por el Spirit, son muy rigurosos los árbitros de la contienda electoral. El mismo día puede ser aprovechado para los elogios desmesurados o hagiográficos del candidato del propio partido.

Se les permite a los candidatos y hasta se les exige, según se recoge en los 17 estatutos del planeta, el análisis riguroso de la etapa gubernativa que expira para poner de manifiesto lo conseguido, lo que se podía haber mejorado o alcanzado más satisfactoriamente.

Quedan en la memoria flash del Spirit otros detalles del sistema electoral de Marte, así como la información sobre el pasado geológico de este planeta rojo. Muchos informes se conservan en la NASA, pero ignoramos si WikiLeaks conseguirá su filtración y publicación.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Citas políticamente incorrectas de Jorge Luis Borges

Antonio García Velasco

Francisco Morales Lomas presentó recientemente el libro sobre Borges “Jorge Luis Borges, la infamia como sinfonía estética”. Me pidió que hiciera la presentación, que, como ya expuse, realicé con satisfacción por motivos que expliqué en aquel acto y que incluí en el artículo que escribí sobre este libro en Papel Literario (www.papel-literario.com). Preparar la presentación me llevó a releer tanto la obra borgeana “Historia Universal de la Infamia” en la que el crítico centra su estudio, como otros textos sobre Borges o de Borges. Entre estos, el libro titulado “Borges el palabrista”, conjunto de citas de declaraciones diversas y entrevistas recogidas por Esteban Peicovich.

Y valga esta introducción como justificante del reencuentro con polémicas afirmaciones de Borges, algunas de las cuales expongo a continuación, a sabiendas de que no son políticamente correctas:

De haber triunfado la República, hoy España sería otra Cuba. Franco ha sido positivo para España”. ¡Menuda afirmación! Sobre todo hoy, cuando todavía tintinean los datos sobre la llamada memoria histórica y aún se discute sobre la suerte del Valle de los Caídos y otras “lindezas” franquistas. De la frustrada República y los hechos lindos del bando republicano se habla menos.

Federico García Lorca me parece un poeta de utilería. Ciertamente, la muerte lo favoreció. Creo que, en definitivas, sólo sirvió para que Machado escribiera un poema admirable”. La obra literaria de un autor no se puede juzgar por sus declaraciones u opiniones. Pero los admiradores de Lorca podríamos tener aquí un motivo para no leer al argentino.

Desearía un Estado mínimo, que no se notara. Viví en Suiza cinco años y allí, por ejemplo, nadie sabe cómo se llama el presidente. Yo propondría que los políticos no fueran personajes públicos”. ¡Sueño imposible hoy por hoy! Franco nos acostumbró a que los nodos y noticieros hablaran sobre todo de sus logros políticos, de política, junto a sucesos y deportes. Seguimos en la misma dinámica: el tema de los políticos sigue siendo el más importante en telediarios, radiodiarios, prensa y tertulias diversas. Por otra parte son muchísimos los políticos en tantas comunidades autonómicas, en el Estado central, en cualquier diputación y municipio... Y a todos hay que pagarles, para encima ni siquiera hablar de ellos.

Los ingleses también hicieron mucho mal al mundo. Por ejemplo, lo han llenado de estupideces, como el fútbol”. ¡Caramba con Borges! Si el fútbol es una estupidez, ¿qué son los apasionados del fútbol? ¿Y los millones que mueve el fútbol’ ¿Y las “guerras” de medios y clubes por ganar con las retransmisiones o televisados? ¿Y el espacio que consume en los medios diversos? ¿Y mi nieto enseñando al que encuentra sus cromos de futbolistas o preguntándole si es del Barça o del Madrid?

Dejemos, pues, las citas del políticamente incorrecto Borges por más que también podría haber hecho otra selección de “citas correctas”, políticamente hablando.

Recortes

Recortes propios, recortes ajenos

Antonio García Velasco

La guerra política de los recortes entre recortadores proporciona un chirriante espectáculo. “Los recortes que yo hago son justos, justificados, justificables, absolutamente necesarios. Los que haces tú no tienen ningún fundamento, son abusivos y merman los derechos ciudadanos ya consolidados”. “Los recortes que haces tú son contrarios a los derechos. Los recortes que hago yo son los más adecuados para salir de la crisis”. “Estás haciendo tú demasiados recortes sociales”. “Los recortes sociales los comenzaste tú: que si sueldo de los funcionarios, que si pensiones, que si cheque bebé…” ¿Por qué no nos ponemos todos -¡todos!- de acuerdo en los recortes necesarios para solucionar los problemas? Y los explicamos con claridad, que no somos tontos los ciudadanos.

Los políticos y financieros nos arrojaron al pozo de la crisis y, para achicar aguas, sólo se les ocurre ahogar más a los propios damnificados. Y hablamos del político, cara visible de la economía, pero no de la cara oculta de la Luna. ¿Quiénes están sacando beneficios millonarios de la crisis?

El político raramente recortará contra el político, aunque reconozca que una mejor solución sería suprimir gobiernos y gobernantes, privilegios de profesionales de la política, senadores y subvenciones a quienes actúan de tontos-útiles-apoya-tinglados. El político irá contra el pueblo, como si la función del gobernante fuese la del pastor esquilador de las ovejas. No se reconoce el político como un empleado del pueblo, tal como el administrador de fincas urbanas lo es de la comunidad de vecinos que lo contrata para gestionar los asuntos de la misma. Se reconoce como un ser superior, poderoso, por encima de quienes lo votaron, dueño de sus vidas y milagros, como si “la gracia de Dios” lo hubiese tocado con sus luces y privilegios. Llevan en la sangre aquella arrogancia de “caudillo por la gracia de Dios”, por más que disimulen con halos de demócratas y tengan que aceptar las fechas de la caducidad de sus puestos. Claro que, para amarrarse a éstos, utilizan la legislatura para comprar voluntades y extender las redes de “los intereses creados”. “Todo por el pueblo, pero sin el pueblo –y primero mi casta y yo que soy la cabeza del pueblo-” es la consigna que subyace en muchas actuaciones políticas, pero en despotismo que llega a ser más cínico que ilustrado.

No obstante, tenemos que contar con los políticos para salir del pozo crítico en el que nos encontramos. Y votaremos a los políticos.

No obstante, hay yogures caducados que seguirán caducados por mucho que se borren y renueven las fechas de caducidad.

No obstante, siempre habrá gente que, en situación peor, lamentablemente, tengan que recoger de la basura los yogures caducados, con la esperanza de que no perjudiquen su salud.

¿Hablar con los 902?

Los 902
Antonio García Velasco

En otros tiempos te decían que llamar a un 902 era compartir gastos de telefonía entre quienes efectuaban la llamada y quienes la recibían. Y se pensaba que aquello era una deferencia de las empresas, instituciones u organismos diversos. Y se agradecía. Ahora que la tarifa plana se ha “popularizado”, bien por tenerla incluida en el ADSL, bien por otros motivos, ya ignoro lo que significan los 902, porque resulta que estos números proliferan, se extienden, se multiplican, como si las empresas, instituciones y organismos se hubiesen puesto de acuerdo con las telefónicas para seguir chupando de los bolsillos de la clientela. Y, de paso, abaratar los costes en llamadas de tales empresas, instituciones u organismos. Si no, ¿por qué si cada 902 está asociado a un número convencional, aparece aquél y no éste? ¿Por qué no aparecen los dos números y que cada cual llame al que, según sus circunstancias de conexión telefónica, le sea más beneficioso?

No he consultado antes de escribir estas líneas con ninguna asociación de consumidores, aunque me consta que tienen noticias del asunto. Pero ya habrá tiempo de hacer la consulta y, en su caso, demandar lo que corresponda. Escribo a impulsos del malestar –por decirlo con palabras suaves- que produce ver que la factura de la tarifa plana y la conexión ADSL me viene incrementada con unos euros por llamadas a 902, cuando, alguna de tales llamada ha sido, posiblemente, a la misma compañía de comunicación telefónica.

No nos basta con tener las telecomunicaciones más caras –o de las más caras- de Europa, sino que, además, nos graban con la picaresca –presunta- de los 902 a quienes ya pagamos por supuesta tarifa plana. Debemos exigir que, desde ya, las empresas, instituciones y organismos diversos expongan junto al 902 de “pretendida” facilitación de llamadas, el número convencional –provincial- al que éste está asociado, como lo he visto en una empresa de Gestión de Software y Licencias (902123146 | 916638683). Es un ejemplo, que bien podría extenderse a quienes sólo exhiben un 902.

viernes, 2 de septiembre de 2011

No confundir horas lectivas con jornada laboral

Horas lectivas/horas de trabajo
Antonio García Velasco

Esperanza Aguirre ha caído en la vulgaridad común de igualar el número de horas lectivas con el número de horas de trabajo del profesorado: “La presidenta de la Comunidad de Madrid ha depositado hoy su confianza en los profesores y en que no vayan a la huelga, entre otras razones porque la legislación "permite u obliga" a incrementar hasta 20 horas su jornada laboral, que es inferior a la del "resto de madrileños"”. Y una cosa son las horas lectivas, durante las que el profesorado se enfrenta a la clase, formada por 25 ó 30 alumnos, cada uno de su padre y de su madre, y otra cosa muy distinta son las horas de trabajo, las horas que no acaban a la salida del colegio o del instituto, que se prolongan en la casa, en las preocupaciones, en la dedicación a preparar las clases del día siguiente, a preparar y corregir exámenes y ejercicios, etc., etc. Y eso sin contar reuniones, atención a padres, a tutorías, a guardias, burocracia –que cada día se han de rellenar más papeles, o documentos “on line”, proyectos, informes, memorias y, como decía mi compañero mal hablado en plata, las leches y las habas que a la administración tiene a bien mandar.

Un día, cuando Jorge Guillén vivía en el paseo marítimo de Málaga, fui a visitarlo, como en otras ocasiones. Me preguntó: “¿Cuántas horas tiene de clase a la semana?”. Por aquella época yo era profesor de instituto –de Enseñanza Media, se decía entonces. Le contesté: “A la semana, 21 horas”. Y respondió: “¡Veintiuna horas! ¡Qué barbaridad! Seguro que le pagan mal”. Él estaba acostumbrado a sus pocas horas lectivas en Estados Unidos, donde, posiblemente, nadie tenía la torpeza de confundir “horas lectivas” con “horas de trabajo” de los profesores. Y con mejores sueldos. La mayoría de los madrileños trabajarán más de 20 horas a la semana, pero no son horas lectivas. También el profesorado trabaja más de 20 y, en ocasiones, más de 40, o más 50, horas a la semana. Aunque sólo se vean las lectivas, las 18 actuales, las 20 de Esperanza Aguirre, las 21 ó 24 que se daban en otro tiempo, las 25 que siguen impartiendo los maestros. Y no hablamos de la enseñanza privada, que es otro tema.

A lo mejor tiene razón la Presidente de la Comunidad madrileña y, en tiempos de crisis, hay que impartir 20 horas de clase, pero no puede admitirse la vulgaridad o la ignorancia, o la mala leche, de confundir jornada lectiva con jornada laboral. Menos aún desde un cargo público.

lunes, 1 de agosto de 2011

Fotos, discursos, credibilidad

Arruinar las fotos y la credibilidad de los discursos
Antonio García Velasco

He comenzado a leer un libro que se titula “El pibe que arruinaba las fotos”, de Hernán Casciari, uno de esos libros del montón de las ofertas en unos grandes almacenes, como una tercera parte de su precio inicial me ha costado. Para unos el pibe arruinaría fotos y para otros, por supuesto, les daría la nota juguetona, liberando la pose oficialista de la losa de la seriedad.

Pasa como con los discursos de ciertos candidatos. Para unos arruinan los propósitos de gobernar, los planes de gobierno, la credibilidad, mientras que para otros, diga lo que diga, siempre tienen dispuesta la risa de la gracia. Tanto es así que, pese a que el candidato conoce la manera de conducirnos a la salvación, pero no encuentra la llave para arrancar el motor –hago honor con esta imagen al chiste de Mingote-, ya están diciendo las encuestas que se acortan los puntos que distanciaban al PP del PSOE. Y es que aquí nos cortaron los trajes para marcarnos de por vida. Y, mira por donde, el otro día venía con la carga de la compra, una parte en la mano izquierda y otra, en la derecha. Sentía la marca dañina en los dedos de las manos. Mucho más en la izquierda, pues, según parece la carga mayor –será por el peso del Gobierno- recaía en tal mano. Se me ocurrió parar, echar un descansito electoral y relevar a la mano izquierda dando su peso a la mano derecha. Por supuesto que la zurda no se quedó sin responsabilidades, pues, hubo de coger las bolsas que portaba la diestra. El intercambio de las cargas fue un alivio general para el cuerpo, digo para el pueblo, no, decía bien, para el cuerpo, para mi persona. Las marcas de la izquierda fueron desapareciendo y, poco a poco, la mano derecha se me fue surcando por la presión. Pero ya estaba dentro de casa, donde dejé las bolsas con gran alivio para ambas manos.

Supongo que el pibe continuará arruinando fotos –ya me enteraré con la lectura de la novela- y los candidatos arruinando discursos para seguir arruinándonos a todos, pues no creo que estemos en condiciones de que surja un verdadero líder con ideas suficientemente renovadoras, ilusionantes, capaces de poner remedio a este coto de deshechos en el que los únicos beneficiados, para no variar, parecen ser los especuladores, el capital, los gigantes titiriteros que nos mueven a su antojo desde la cruceta.

sábado, 25 de junio de 2011

De 110 a 120 y al revés

Nunca se limita la velocidad a gusto de todos

Mientras polemizamos sobre límites de velocidad, no hablamos de otras cosas. Los llamados ecologistas, por su parte, afirman que la medida ha sido eficaz: menos consumo de combustible, menos contaminación, ahorro en euros, menos accidentes… Los, llamémosles, amantes del automóvil –fabricantes y concesionarios incluidos- diciendo: que un muermo conducir a 110, que también por duermevelas se producen accidentes, que no hay en realidad tal ahorro, ya que el ahorro se produce porque la crisis reduce el uso del automóvil, que hasta 120 es poco correr, que, por lo menos, el límite tendría que ser 130, como en otros países, o como en Alemania, sin límite fijado y sólo ciertas restricciones, según las circunstancias… Y el gobierno, Rubalcaba, digo Alberto, que el petróleo ha bajado y tiende a bajar –aunque sigamos pagando la gasolina a altos precios, aun con las vales descuento que reparten ciertos centros comerciales-, que la medida fue provisional y ha cumplido su plazo, que… La polémica sigue, seguirá, continuará. Como la amenaza de la bancarrota, la presión de los especuladores de la deuda pública, la espada de Damocles del rescate…

A más consumo de combustible, más ingresos por impuestos para el Estado. Por ello algunos sostienen que “como la medida de la reducción a 110 ha funcionado, lo urgente es suprimirla”. El día 1 de julio, “la marcha atrás” que supone más velocidad para adelante. Juegan algunos medios con el titular “Rubalcaba arranca la campaña a 120”. Necesita toda la popularidad -¿y se la da esta medida?- y suprime una disposición que fue antipopular, salvo entre los grupos ecologistas, que conste.

La ministra Salgado señaló que el ahorro ha sido “superior a la pérdida de recaudación fiscal debido a la menor demanda de gasolina”, pero el ahorro, en todo caso, es para el bolsillo particular y la recaudación es para Hacienda y Hacienda somos todos, pero la administran ellos. No sé si alguien podría explicar que si uno se ahorra un litro de combustible yendo a 110, ese ahorro es un bien general para la Nación. Por la misma regla, si gastamos lo mínimo en el día a día, paralizando el consumo, también ello sería beneficioso para todos. ¿O no? ¡No! Este sistema, que indigna siempre y que sólo ahora manifiesta indignados, se basa en el consumo y no consumir es paralizante. Hasta para Hacienda, que recauda menos IVA y tendrá menos para invertir en reducción de deuda, en infraestructuras, en prestaciones sociales.