viernes, 15 de enero de 2021

046 Microcuento LA ESTRIDENCIA DE ANA CIRUELE

 

La estridencia de Ana Ciruele

Antonio García Velasco

Tuvo la inverecundia, desvergüenza y desfachatez de poner a la reventa las entradas que su hermana, la actriz Ana Ciruele, le había regalado para que llevara a su mujer, hijos y suegra a verla actuar en los escenarios.

—Allí estaremos —afirmó cuando Ana le entregó los tiques, tras abrazarlo.

Cuando ella salió a escena y se percató de que los asientos reservados para sus familiares estaban ocupados por espectadores extraños, gritó en estridencia: "¡Maldito hermano!", desconcertando al resto de los actores que no se explicaban aquella morcilla y, en consecuencia, no sabían cómo responder.

La profesionalidad de Ana salvó la situación, enlazando su incontrolada maldición con el parlamento exigido por el guion de la obra teatral.

 —¿Qué pasó, Ana? —le preguntó el director.

—Mi hermano me ha jugado de nuevo una mala pasada. ¡Cualquiera sabe en qué habrá gastado el dinero de la reventa de entradas!

—¿Tan desconsiderado es?

—La culpa es mía por no haber llamado a mi cuñada.

—No te preocupes, salvaste la escena, has estado magnífica y ha sido un éxito.

—Gracias.

El hermano se excusó por teléfono diciendo que le habían robado las entradas, que por nada del mundo se hubiese perdido una actuación de ella, su querida hermana.

Ella sólo dijo: "Ya habrá otra ocasión" y para su interior: "¡Cínico!"

 

 

6 comentarios:

  1. En este caso debe haber doble dolor: el que tu hermano te engañe y saque beneficio de tu “bondad” y otro, un atentado al ego, despreciado, al no venir, tu obra y tu valía, en esa eterna pugna fraterna por resultar uno más que el otro, en la infantil lucha por el amor y admiración de los padres, en este caso la sociedad que ejerce como tal. Tal vez, su invitación, fuera entendido, por parte del hermano, como un reto o una petulancia, queriendo mostrarle como triunfaba. Puede que en esa decisión subyaciera, en el subconsciente, la infantil rivalidad.

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  2. Si además de entretener, la literatura tiene como función abrir la conciencia, las capacidades críticas de reflexión y la imaginación, me doy por satisfecho con este microcuento, pues Antonio Porras, librepensador, narrador, poeta, nos lleva, a partir del relato, a una indagación profunda en las relaciones humanas y, en particular, en las fraternales. Gracias.

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  3. Desde luego, el texto hace pensar en las relaciones filiales, pero el "Ya habrá otra ocasión" no acabo de entenderlo. Parecería más lógica la negación.

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    1. Ana no quería discutir con su hermano y finge creerlo cuando dice que le habían robado las entradas. Lo conoce y por eso exclama para sí "¡Cínico!" Antes ha dicho que no tenía que haberlo llamado a él, sino a su cuñada. Habría mucho que comentar sobre las relaciones entre hermanos.

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  4. Es un texto magnífico. Hay que ver como materializa la morcilla y atrapa mucho al lector, tal y como si estuviésemos de forma presencial ante la representación teatral.
    Es fenomenal el discurso dialógico de este relato, tan próximo al microteatro o metamicroteatro.

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  5. La ira, proyectada en público, deriva hacia el desahogo de un revés frustrante. Castiga y con ello, en cierta medida, libera la afrenta.
    En la vida real, las relaciones entre hermanos, en circunstancias normales, hay que tratarlos con claridad. Los subterfugios para evitar tiranteces suelen dar alas al más descarado.
    En arte, y en literatura particularmente, resulta adecuado en algunos relatos dejar al aire las vergüenzas del desvergonzado. Eso produce una consciencia del comportamiento a seguir en cada caso. Considero importante no confundir orgullo con dignidad. Ayuda a arrostrar los problemas cotidianos con ponderada sinceridad.

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