Maquiavela
terrorista
Antonio
García Velasco
-El
plan consiste en que os contagiéis y, una vez que el virus empiece la
incubación en vuestro organismo, acercaros a él, rodearlo, estrecharle la mano
con una felicitación cínica, toser en sus narices y ¡contagiarlo! No ignoramos
que corréis un riesgo, pero se os pagará bien y, por otra parte, tened la
seguridad de que, en el mismo momento que hayáis cumplido vuestra misión de
toserle, un equipo médico perfectamente equipado os atenderá y saldréis airosos
del contagio. No ignoramos que él también puede salvarse, pero, al menos, le
habremos proporcionado un susto que lo llevará al escarmiento y a la reflexión
llave de la cordura. Y si no se salva, nos habremos salvado de sus odiosas
intenciones. Todo sea por una noble causa, liberadora de malas y perversas
hierbas... Bien, bueno, el plan también es perverso, pero la causa es noble.
Pensad que otros se inmolan a sabiendas de que el cinturón de explosivos los
desintegrará irreversiblemente.
-Me
niego, señora, a tal acto de terrorismo o atentado-dijo uno.
-Mejor
será hacerle frente de frente -se excusó el otro.
-Estáis
renunciado a una cuantiosa suma… No os dejéis llevar por el miedo: os espera un
equipo médico y sus eficaces cuidados.
-No
es cobardía, señora.
-No
os preocupéis… ya vendrán otros que harán el trabajo que hoy os encargo. Por
donde habéis venido, os estáis largando. Mas cuidado con contar una palabra de
esta conversación.
Guardaron
el silencio que hoy se rompe con este relato. Ignoramos si el maquiavélico plan
fue consumado, como también se ignora quién es esa señora que servía de
intermediaria, ¿de quién?, en la captación de ejecutores mercenarios.
La intrahistoria, bastantes veces, no sólo otorga verisimilitud a lo que nos cuentan lo que ocurrió en tal o cual época, sino que posee la llave del porqué de muchos sucesos. Todos sabemos cuál es el problema: la conocen las generaciones a las que ya no afectan los hechos. Y, con frecuencia, se añade que los contemporáneos la interpretan de manera sectaria, según sus intereses. Éstos suelen, en lugar de los argumentos panfletarios que esgrimen, derivar a otra intrahistoria reiterada: la permanencia en el poder y la vida acomodaticia. Resulta obvio pero lo reseño por tratarse de una postura demasiado reincidente y seguirá siéndolo mientras el pueblo siga conformándose con el modernizado "pan y circo".
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