Navidad con cerco de monstruosos
seres
Antonio García Velasco
Nuestra aldea quizás no tenga características singulares.
Pero es acogedora y, sobre todo, nuestra. La Navidad se suele celebrar con una
gran cena en la plaza ambientada con música y motivos navideños. Algunos, por
su agnosticismo, prefieren decir que celebramos el solsticio de invierno que
para el hemisferio sur es de verano. Y da lo mismo, porque, por encima de las
creencias religiosas o políticas, como sentimiento común, se considera una
fiesta de hermandad y buenos deseos. Pero, maldito sea, este año tenemos la aldea
cercada por un ejército, rebaño, bandada, piara, manada, tropel de monstruosos seres
que nos advierten que nos quedemos en casa, que nada de cena en la plaza, que
nada de músicas ni festejos, que nos atengamos a las consecuencias si salimos
de nuestras encerronas. Nos manifestamos todos, mutuamente, los aires de la
resignación y las luces de la esperanza. Estamos seguros de que venceremos el angustioso
cerco y esos seres quedaran desterrados para siempre. Mientras tanto, nos deseamos
Felices Fiestas, aun a sabiendas de que, para muchos, no serán, ni remotamente,
como las navidades de otros años.