miércoles, 25 de enero de 2012
Los números de la Bestia
Había poca gente por la calle y la circulación aminoraba. Eran las primeras horas de la noche, pero el tiempo frío despoblaba el barrio. Dudaba si acercarse al cajero de la entidad bancaria que ofrecía sus servicios a poca distancia. Valoró con la mirada los alrededores y se decidió, “no pasará nada”. Extrajo la tarjeta de su billetera. La introdujo en la ranura que indicaba la máquina. “Teclee su número personal” apareció en la pantalla en varios idiomas. A marcarlo se disponía cuando se percató de que un individuo se acercaba. Dudó. Pero no le pareció mal su aspecto y, por otra parte, pensó que “no es conveniente mostrar miedo”. Tecleó los cuatro dígitos de su clave. Aparecieron las opciones pertinentes y pulsó la de “Sacar dinero”. La respuesta de la máquina fue inmediata: “No es posible atender su petición en este momento”. ¡Maldición!, exclamó. ¡No tengo dinero ni para tomar un taxi!
-¿Qué le ocurre? –peguntó el desconocido.
-La máquina está estropeada y no da dinero –explicó con cierto recelo.
-No se preocupe –dijo el hombre. Recoja la tarjeta y el dinero que va a darle cuando yo haya marcado unos números.
Quedó sorprendido. Pero se animó a obedecer. Canceló la operación y dejó paso a quien le había hablado. El hombre se acercó al teclado y pulsó unos dígitos con tal rapidez que Andrés no tuvo tiempo de seguirlos con la mirada. La máquina comenzó a expeler billetes de veinte y cincuenta euros.
-Tómelos. Son para usted –dijo el hombre.
Andrés dudó. Pero la amabilidad, seguridad y autoridad de aquella voz obligaban a recoger los billetes.
-Gracias –dijo mientras guardaba el dinero. Al levantar la mirada para ver la cara de su benefactor, éste había desaparecido. Quedó atónito y extrañado, maravillado y confuso.
Hasta que llegó a casa no se percató de los 666666 euros que llevaba en el bolsillo, después de haber pagado el taxi. No tenía tanto dinero en su cuenta: “¡Ay, pensó, quizás sea un pacto con la Bestia lo único que nos haga salir de la crisis. Pero ¿me pedirá algo a cambio?”
Antonio García Velasco
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Un cuento de Navidad
Se cruzó de brazos y decidió no comprar nada, ni siquiera comida, para estos días festivos en los que se celebra el solsticio de invierno con una fiesta pagana que va más allá de la originaria que el cristianismo absorbió con la idea del nacimiento del hijo de Dios.
Han comenzado los días a alargar sus horas de luz y a acortar sus horas de tinieblas. Pero la lucha sigue entre los dos principios básicos que rigen la vida, el bien y el mal. Ignora qué es el bien, qué es el mal. Se ha sentado a esperar, como decía Manuel Machado, a “que la vida se tome la pena de matarlo ya que él no se toma la pena de vivir”, obnubilado por las luces de las calles, el reclamo de los comercios y una crisis galopante que muerde como la mala bestia. Y lo ha llenado de deudas.
La justicia divina se pierde en caminos inescrutables y la humana se tambalea según la presión del que defiende, el silencio o ignorancia de quien acusa o la conveniencia de las instancias político-económicas. “De verdad, de verdad, repite, que no pienso moverme de la silla, cruzado de brazos, por mucho que me insistáis”.
No está indignado. No se siente ni irritado, ni enfadado vehementemente contra nadie, contra ninguna decisión política, contra ningún mandamiento humano o divino. Está sólo decidido a permanecer de brazos cruzados hasta que alguien le explique para qué, por qué esta fiesta-crisis de gulas, desenfrenos y borracheras, disfrazada de celebración religiosa. O, quizás, espera a que pase de largo, olvidada en el comienzo de un nuevo año que también se espera muy difícil.
Si lo invitamos a comer, niega con la cabeza, apretando la boca. Decidimos, pues, consultar al especialista, neurólogo, psiquiatra. El diagnóstico es “depresión”, pero estamos convencidos de que su estado responde a causas mucho más profundas, mucho más inexplicables. Por eso no insistimos cuando se niega a tomar las pastillas recetadas, cuando mueve la cabeza ante la taza de sopa o leche caliente.
Pero, de cualquier forma, nos tiene desconcertados, preocupados, expectantes ante las medidas económicas que tomará para salir de la crisis y pagar las deudas que nos sobrevinieron sin comerlas ni beberlas. Por eso, tal vez, reniega de las fiestas y se consume sentado en la silla, cruzado de brazos. O, a lo mejor, sabe lo que todos nosotros ignoramos.
martes, 20 de diciembre de 2011
Palabras del discurso de investidura de Rajoy
Antonio García Velasco
Sin contar las cifras, que son tan significativas en este caso, Rajoy pronuncio en su discurso de investidura: 9697 palabras, de las que son distintas 2288. De estas palabras, las 66 más usadas representan el 51,88 %. Podríamos hacer la lista de las 33 palabras lexicales más usadas entre tales 66:
Palabra Frecuencia Fr. relativa
14 Es 89 9.178
16 No 85 8.765
19 Más 57 5.878
23 España 48 4.949
25 Señorías 42 4.331
27 Gobierno 39 4.021
34 Empleo 24 2.474
35 Reforma 23 2.371
36 Ha 22 2.268
37 País 22 2.268
38 Hacer 22 2.268
39 Sistema 22 2.268
40 Política 21 2.165
41 Españoles 21 2.165
44 Exterior 20 2.062
45 Ley 20 2.062
46 Hemos 19 1.959
47 Económica 19 1.959
48 Economía 19 1.959
49 Públicas 19 1.959
50 Empresas 18 1.856
51 Sector 18 1.856
52 Administraciones 18 1.856
53 Crecimiento 18 1.856
56 Ámbito 17 1.753
57 Laboral 17 1.753
58 Mayor 16 1.649
59 Reformas 16 1.649
61 Déficit 16 1.649
63 Tenemos 16 1.649
64 Ser 16 1.649
65 Año 15 1.546
66 Años 15 1.546
33 encuentros. Total: 869 (8.96%)
Pudo hacer variaciones sobre este discurso escrito, por aquello de la improvisación oratoria, pero esto es lo que llevaba escrito, según Génova y publica la prensa. ¿Podemos colegir de este listado que habla un político, un parlamentario? Sin duda, “Señorías” nos hacen pensar en el parlamentario, “España”, “Gobierno”, “Españoles”, “Política”, “Administraciones”, “Reforma”, “Reformas”… ¿Político reformista? ¿Economista? “Económicas”, “Economía”, “Crecimiento”, “Déficit”…
Me llama la atención la reiteración del término “Es”, empleado, en general, como medio de expresión de convencimientos y certezas (objetivas o personales). El estudio de los contextos en los que aparece este término de atribución nos lleva a descubrir el recurso de la redundancia que podríamos llamar “matizadora”: “Esto ES lo que exigen las urnas, esto ES lo que demanda Europa, esto ES lo que España requiere con urgencia, y ésta, Señorías, ES la única piedra angular que puede sustentar la tarea de nuestra recuperación”. También los usos de “Es” nos revelan un aspecto un tanto insólito en un político, aunque no extrañe en tanto que se trata de un discurso de investidura y le va a servir para pedir el esfuerzo de todos en el empeño de superar la crisis: “Los resultados electorales constituyen, sin duda, la mejor garantía de que las decisiones se van a tomar y podrán aplicarse al ritmo que sea necesario. Podremos gobernar con eficacia. Lo que no garantizan ES el acierto. La mayoría ES un instrumento excelente para ejecutar las decisiones, pero no ES forzosamente el mejor para diseñarlas. Incluso una mayoría tan generosa como la que se nos ha otorgado, se queda muy corta en una tarea que exige el compromiso de toda la Nación y en la que cada español ha de sentirse involucrado”.
Y lo dejo en este punto, aun cuando merecería la pena seguir el análisis y observar lo bien que quedan las palabras que preceden a los hechos.
sábado, 12 de noviembre de 2011
Crónicas electorales marcianas
El explorador Spirit, antes de su desactivación en los suelos de Marte, descubrió que este planeta se encontraba en periodo electoral. Ante tamaña oportunidad, poco importaban los problemas de la composición del suelo rojo, las rocas cotidianas o los tenebrosos cráteres de la vida de cada día.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Citas políticamente incorrectas de Jorge Luis Borges
Antonio García Velasco
Recortes
Recortes propios, recortes ajenos
Antonio García Velasco
La guerra política de los recortes entre recortadores proporciona un chirriante espectáculo. “Los recortes que yo hago son justos, justificados, justificables, absolutamente necesarios. Los que haces tú no tienen ningún fundamento, son abusivos y merman los derechos ciudadanos ya consolidados”. “Los recortes que haces tú son contrarios a los derechos. Los recortes que hago yo son los más adecuados para salir de la crisis”. “Estás haciendo tú demasiados recortes sociales”. “Los recortes sociales los comenzaste tú: que si sueldo de los funcionarios, que si pensiones, que si cheque bebé…” ¿Por qué no nos ponemos todos -¡todos!- de acuerdo en los recortes necesarios para solucionar los problemas? Y los explicamos con claridad, que no somos tontos los ciudadanos.
¿Hablar con los 902?
Antonio García Velasco
En otros tiempos te decían que llamar a un 902 era compartir gastos de telefonía entre quienes efectuaban la llamada y quienes la recibían. Y se pensaba que aquello era una deferencia de las empresas, instituciones u organismos diversos. Y se agradecía. Ahora que la tarifa plana se ha “popularizado”, bien por tenerla incluida en el ADSL, bien por otros motivos, ya ignoro lo que significan los 902, porque resulta que estos números proliferan, se extienden, se multiplican, como si las empresas, instituciones y organismos se hubiesen puesto de acuerdo con las telefónicas para seguir chupando de los bolsillos de la clientela. Y, de paso, abaratar los costes en llamadas de tales empresas, instituciones u organismos. Si no, ¿por qué si cada 902 está asociado a un número convencional, aparece aquél y no éste? ¿Por qué no aparecen los dos números y que cada cual llame al que, según sus circunstancias de conexión telefónica, le sea más beneficioso?
No he consultado antes de escribir estas líneas con ninguna asociación de consumidores, aunque me consta que tienen noticias del asunto. Pero ya habrá tiempo de hacer la consulta y, en su caso, demandar lo que corresponda. Escribo a impulsos del malestar –por decirlo con palabras suaves- que produce ver que la factura de la tarifa plana y la conexión ADSL me viene incrementada con unos euros por llamadas a 902, cuando, alguna de tales llamada ha sido, posiblemente, a la misma compañía de comunicación telefónica.
No nos basta con tener las telecomunicaciones más caras –o de las más caras- de Europa, sino que, además, nos graban con la picaresca –presunta- de los 902 a quienes ya pagamos por supuesta tarifa plana. Debemos exigir que, desde ya, las empresas, instituciones y organismos diversos expongan junto al 902 de “pretendida” facilitación de llamadas, el número convencional –provincial- al que éste está asociado, como lo he visto en una empresa de Gestión de Software y Licencias (902123146 | 916638683). Es un ejemplo, que bien podría extenderse a quienes sólo exhiben un 902.