sábado, 6 de enero de 2018

06 El desconcertado


El desconcertado

Antonio García Velasco



Dije conmovido, afectuoso, complacido, acariciándola:

-Mi princesa, mi reina...

Y no acabé la frase pues, dando un respingo, me cortó:

-No soy monárquica, amigo. Y si pensabas que iba a aceptar tu empalagoso romanticismo, tienes un concepto demasiado anticuado para los tiempos en los que estamos. Hemos fornicado, sí, (evito la palabra popular mucho más expresiva), pero eso no te da derecho a decirme terneces supuestamente halagadoras. Dime, simplemente que te ha gustado, que podemos repetir cuando coincidamos de nuevo en el apetito carnal. Nada de memeces...

Apunté con voz apenas perceptible:

-Si le quitamos al mundo la poesía...

Me interrumpió con rotundidad:

-Te digo que eres un romántico sin solución. ¿Decirme princesa o reina es poético? -y comenzó a recitar en falsete: "La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? / Los suspiros se escapan de su boca de fresa, / que ha perdido la risa, que ha perdido el color. / La princesa está pálida en su silla de oro, / está mudo el teclado de su clave sonoro, / y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor". ¿No te evoca la cursilería esta escena, este poema? Podemos ser amigos sin necesidad de empalagos.

Durante el rato que aún permanecimos juntos, traté de disolver el mal sabor del reproche recibido a mi romanticismo y a mi deseo de ser tierno con ella. No lo conseguí totalmente. Cuando se marchó aún me dolían sus reconvenciones: nunca había conocido a una mujer tan pragmática y, diría, tan borde. Físicamente me atraía, pero aquella nueva faceta que me descubrió me resultaba insufrible. ¿Qué haré, pues, cuando volvamos a quedar?

"Me gustaría verte", me dijo en un WhatsApp. Quedamos en la puerta de una discoteca. "No me gusta el reguetón y aquí sólo saben poner esa populachería insultante". Me conmovió el comentario y alabé su buen gusto. La llevé a bailar, cenar y holgar al salón de baile, restaurante y habitación del mejor hotel de la ciudad.

Cuando me desperté por la mañana, ella se había marchado y pagado la cuenta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario