viernes, 19 de enero de 2018

19 La niña


La niña

Antonio García Velasco



Cuando hablaba de niña nunca se refería a persona que está en la niñez o infancia.

¿No?

Nunca. Se refería a la pupila del ojo, a lo que antiguamente se llamaba genilla, palabra que el diccionario recoge como desusada pero que algún autor moderno la emplea muy provechosamente, como para rescatarla del olvido. Nunca empleaba niñas, siempre hablaba en singular. No supimos la causa hasta mucho más tarde: uno de sus ojos era de disimulante cristal.

El empleo de niña en tal sentido le trajo algunos disgustos. "Te quiero más que a mi niña", dijo a su pareja. Y ésta pensó que era padre de una criatura, lo consideró un desnaturalizado y comenzó a desconfiar de él. Luego comprobó que Mauricio Aguado era soltero y no padre. Pero resultaba ya demasiado tarde para recuperar el amor roto.

En otra ocasión hablaba de su niña llorona, de que perdería la vista con tantas lágrimas.

-Y no la llevas al médico, al psicólogo... ¿Qué clase de padre eres?

-Me estoy refiriendo a mi genilla izquierda.

-No entiendo lo que dices. Creo que hablamos la misma lengua, pero distinto idioma. ¿O era el mismo idioma, pero distinta lengua? Sea como sea, no logro entenderte.

Mauricio se echó a reír, lo que escamó a su interlocutor. que se marchó mohíno, como quien sufre un agravio grave, gravísimo.

El derrame de lágrimas descontroladas prosiguió... Podemos llorar con un solo ojo, ya que...

-¿Qué?

          -Somos unos privilegiados que hasta nos permitimos gastar bromas con tanto hablar de niña, pupila o genilla.

-Creo que estás muy equivocado. Primero perdí un ojo con su niña fija, cerrada a causa de globo y nervios oculares deshechos y corruptos. Ahora voy por el mismo camino. Mi única niña llora y yo lloro con ella.

Al poco tiempo supimos que se había quedado completamente ciego. Mas no perdía su extraño sentido del humor.


1 comentario:

  1. Esta bien eso de recuperar palabras. Las palabras en desuso lo son, demasiadas veces, por ignorancia. La lengua se engrandece con la precisión. Gracias por este relato.

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