martes, 16 de enero de 2018

16 El talabartero de Ubrique


El talabartero de Ubrique

Antonio García Velasco



Me había explicado que talabarte se llama el cinturón del que cuelgan los tirantes de los que prende la vaina de la espada o la misma espada.

Dije:

-El oficio de talabartero no es actual. En mi pueblo había uno y no fabricaba talabartes, precisamente. Con su muerte, acabó el oficio, al menos donde nací.

Respondió:

-El oficio de talabartero es el de quienes se dedican a hacer correajes. Yo conozco a uno que, con un troquel, también acuña originales medallas para adornar sus correas.

Comenté:

-Me gustaría mucho conocerlo.

Y, no tuve que rogarle, pues más pronto me invitó a subir a su coche y nos acercamos al pueblo de las fábricas de marroquinería de larga tradición.

- ¿Ubrique? ¿Y dónde está el de los correajes y el troquelado de medallas?

-Es mi tío Anselmo.

Tío Anselmo nos mostró sus quehaceres. Me regaló un cinturón adornado con tres medallas, que, acaso, representaban imágenes de consagradas modelos o actrices.

Indicó:

-Si quieres decir que representan a la virgen patrona de tu pueblo, vale.

-Muchas gracias. Pero usted no tuvo la intención de troquelar con imágenes religiosas.

-Mis intenciones no cuentan: lo único que importa es lo que piensen y decidan los clientes.

Aceptó que lo invitara a comer junto al sobrino. Comimos un plato típico del lugar, el cocido de tagarninas y, de postre, gañones. Visitamos los monumentos principales, incluidas las iglesias, la calzada romana y el ruinoso castillo de Fátima, fortaleza de la época musulmana.

Uno se admira de la rica historia de cualquier pueblo de nuestra geografía. Y también de la condición humana, pues, en un descuido de su tío, mi amigo me enseñó la colección de revistas de desnudos de la que el talabartero sacaba las modelos para sus acuñaciones.

- ¡Mentecato! -le gritó al sobrino cuando nos sorprendió ojeando las estampas que él ocultaba pudorosamente.

-Es admirable su colección -dije-. Las tiene modernas y del siglo pasado. Tendría que habilitar una casa museo para mostrar las revistas y también sus medallas y sus cinturones.

Conseguí que suavizara su genio y hasta se animó a explicarnos y enseñarnos abiertamente su colección.

-No es mala idea, no. Posiblemente te haga caso, ahora que la censura no existe y estamos en una época de libertinaje y permisividad.

Regresamos y lo dejamos acariciando la idea como si fuese celestial.

2 comentarios:

  1. Gran personaje este Anselmo. Cuentan que la colección de revistas y objetos eróticos de García Berlanga, que bien mereceráin un museo -dicen-, no ha encontrado comprador en una subasta. Estupendo relato.

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  2. En muchas ocasiones, una imprudencia inoportuna opera el milagro de convertir una idea ignota en ilusionante. Casi siempre media un conflicto en el que se valora la bandera blanca ondeando con un golpe imaginativo. Curioso cómo el imbricado quehacer de las neuronas, cual abejas, convierten el volátil polen en condesada miel.

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